El tiempo ha pasado demasiado rápido.
Hoy estábamos por celebrar el primer año de Mía. En la celebración solamente estábamos la señora Clarisa, mi abuela y yo festejando el primer cumpleaños de mi hija.
Durante este tiempo, ha sido verdaderamente difícil acoplarme a mi nuevo rol. Tuve que renunciar a uno de mis trabajos para cuidar de Mía después de clases. Mi abuela también renunció a su trabajo para ayudarme al cien por ciento con Mía.
La señora Clarisa me ha ayudado en meterme en una organización dónde ayudan a madres solteras y jóvenes. Gracias a eso, obtenemos un ingreso mensual para los gastos de Mía.
He tenido que trabajar menos tiempo entre semana, pero añadir horas extras en mi trabajo como mesera para cubrir los gastos de mi abuela y míos.
No he descuidado mis estudios para nada. Ya me había graduado con honores y estaba pronto a comenzar la universidad.
Decidí estudiar gastronomía, siempre me había apasionado esa carrera y estaba cerca a cumplir ese sueño.
Luché duro para conseguir una beca completa, la universidad estaba cerca, así que podía irme a pie todos los días para ahorrar todo lo que más pueda.
La señora Clarisa ha estado al tanto de nosotras, nos ha ayudado un tiempo con gastos del hogar. Ha sido fantástico tenerla con nosotras, no solo nos ayudó cuando estábamos en una crisis económica, sino que también nos ha ayudado con el cuidado de Mía.
La primera vez que mi bebé se enfermó y tuvo una fuerte fiebre, fue ella quién nos ayudó para que el doctor examinará a Mía y fue la peor experiencia de mi vida. No dormí bien durante el tiempo en que Mía estuvo bajo observación, debido a las altas fiebres que presentaba. Falté a la escuela unos días debido a ello.
Cuando uno de mis profesores se enteró de que tenía una hija, se quedó sorprendido. Nunca me vieron con una enorme barriga, ni nada por el estilo, así que era normal que las personas dudarán sobre mi maternidad y era entendible, después de todo, nunca me embaracé, pero siempre digo que lo estuve y que simplemente fui una gran estratega para esconder mi enorme vientre.
—Abuela, ¿ya está lista la torta?
—Sí, hija, ya está lista.
Ella abre la puerta del horno y el olor agradable a naranjas recorre la cocina.
—Abuela, huele fantástico.
—Eso ya lo sé.
Me río ante la respuesta que me da. Mi abuela siempre ha sido una excelente cocinera, por eso se ofreció a hacer una pequeña torta para nosotras cuatro.
—¡Ya llegué!
Camino hasta la sala y observo con asombro a la señora Clarisa y, sobre todo, a las bolsas que tenía en sus manos.
—Bienvenida a casa. ¿Qué es todo esto?
—¡Hola, Mía!
Le entrego a la pequeña para que la salude como siempre lo hace. Mi pequeña sonríe siempre que la señora Clarisa llega a casa, ella simplemente adoraba estar en sus brazos.
—Son algunos obsequios para Mía.
—Muchas gracias, pero no era necesario que comprarás todo esto.
—Descuida, no es nada. Además, Mía está creciendo muy rápido, ella no necesita.
—Sí, pero sigo creyendo que son muchas cosas.
—Zoe, deja de preocuparte. Sabes que lo hago con cariño, así que tranquila.
—Si abuela, ya debe de estar soñando con este día.
—Fue un gran día.
—Lo fue.
—Bueno, yo las dejo. Mi cuerpo ya no resiste tantos trotes. Hasta mañana.
—Hasta mañana, abuela.
Una vez que mi abuela se retira dejándonos solas, la señora Clarisa se sienta a mi lado y comenzamos una conversación.
—¿Estás lista para iniciar tu carrera universitaria?
—Sí, aunque estoy un poco nerviosa.
—No deberías estarlo, debes disfrutar de esta etapa. Consigue muchos amigos y sal con chicos guapos, ¡eso sí, debes cuidarte!
—¡Clarisa!
—¿Qué?
—Me cuidaré muy bien, descuida. Además, no está en mis planes hacer lo que te estás imaginando. Quiero ser la mejor en mi carrera, así que no tendré tiempo para chicos.
—Sé que serás la mejor, pero debes vivir tu juventud o te arrepentirás.
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