Adoptando a la hija del CEO romance Capítulo 10

Hoy era el gran día, hoy sería mi primer día en la universidad. Por fin comenzaría mi vida como una estudiante universitaria.

Estábamos haciendo el recorrido de la universidad y durante ese tiempo, he memorizado donde debía ver mis clases para llegar a tiempo.

—Muy bien estudiantes, esto será todo por el día de hoy. No olviden que comenzarán sus clases el día mañana, espero que se esfuercen este año, preferiblemente durante toda la carrera. No queremos que nuestra prestigiosa universidad se vea afectada por el mal rendimiento de nuestros alumnos. No tengo nada más que decir, aparte de darles una gran bienvenida a nuestra universidad. Feliz día, estudiantes.

La mujer que nos ha dado el recorrido, termina nuestro primer día con un discurso. Observo a mis compañeros y muchos de ellos no prestaron atención a lo que la mujer decía.

Yo me sentía encantada con esta nueva etapa, había sacrificado muchas cosas para estar aquí, pero ha valido la pena.

No era buena para hacer amigos, así que cuando quise hacerme amiga de alguien, me doy cuenta de que todo el mundo ya había confirmado sus grupos.

Como no había nadie con quien iniciar una amistad y no debíamos ver clases el día de hoy, me doy media vuelta para irme.

Decido recorrer un poco el campus de la universidad, observaba todo maravillada. Cualquiera se podía dar cuenta de que era mi primer día en la universidad, estaba siendo demasiado obvia con ello.

Estaba tan distraída mirando a todos lados, que no me fijé cuando tropecé con alguien.

—Fíjate por dónde caminas.

—Lo lam...

Me sorprendo el volver a tomarme con él. Ha pasado un año desde que lo vi y desde que me obligó a disculparme con esa mujer y que, además, se atrevió a lastimarme. Comenzaba a enojarme al recordar aquel día.

Ese día me juré demostrarles a todos que se equivocarían conmigo y él era uno de ellos. Durante todo este tiempo, jamás olvidé su rostro y el de aquella mujer. De todas las personas que me juzgaron y criticaron por tener a Mía conmigo, ellos dos eran a quienes más odiaba.

—¿Qué no piensas disculparte?

El tono que usaba para reclamarme me hace enfurecer y decido no decir nada, simplemente, lo ignoré y me fui.

—¡Oye! ¡Detente!

Aunque, grita varias veces que me detenga, no lo hago. Camino lo más rápido que puedo para no volver a tomarme con él, no hasta que consiga mi propósito.

Sé que tardaré un poco en demostrar que se equivocaron, pero no me importa seguir esperando un poco más. ¡Yo estoy dispuesta a demostrar que no era alguien que se rinde tan fácil!

Al regresar a casa, me olvido de aquel idiota y me concentro en realizar mis deberes como madre.

—¿Cómo te fue en tu primer día?

—Bien, fue estupendo. Deberías ir algún día a conocer la universidad, abuela.

—Lo haré en otro momento, no quiero avergonzarte con mi presencia.

—¿Tienes hambre mi pequeña?

Mía asiente con su cabeza de manera afirmativa, aún no sabía hablar, pero era una niña muy inteligente. Aunque no hable, sabe responder diciendo si o diciendo no con el movimiento de su cabeza a cada pregunta que se le hace.

Ella nunca llegó a gatear, desde sus ocho meses de edad ha intentado dar sus primeros pasos, solía hacer fuerza con su pequeño cuerpo para colocarse de pie ella sola, parecía que en lugar de querer aprender a gatear o caminar, desea salir corriendo muy rápido. Por lo tanto, no se me hacía extraño que comenzará a hablar en cualquier momento, sin embargo, debido a su personalidad seria, dudaba mucho que quisiera hacerlo.

Le doy de comer a mi pequeña, cambio su ropa sucia y me siento con ella a ver sus muñecos preferidos. Poco a poco se fue quedando dormida y consigo que tome su siesta. La dejo en la cuna y decido tomarme la hora para mí. Me siento en el suelo con música a muy bajo volumen y comencé a limpiarme las uñas.

Cuando terminé con mis uñas, me puse a ver las redes sociales en mi teléfono por un rato. Apenas se ha secado el esmalte, decido ir al baño para lavarme las manos y después la cara. Me coloco una mascarilla y me recojo el cabello, ese era mi momento. Mía estaba durmiendo plácidamente, mi abuela estaba en el bingo y la señora Clarisa estaba trabajando, el tener el espacio para mí solo ha sido perfecto para arreglar mi piel y mis uñas.

Al terminar de realizar mi mini spa, me sentía rejuvenecida y con una gran responsabilidad, hacer la cena antes de que llegarán los demás.

Si, como lo escucharon... Yo, Zoe, debo comenzar a hacer la cena o tendré serios problemas con mi abuela por haber descuidado a su adorable bisnieta por solo unos segundos y lo peor, es que estaría recibiendo todos los días sus regaños por haber sido una descuidada.

No tuve más opción que preparar la cena para todas muy temprano, debía aprovechar el momento de que Mía estaba tomando su siesta de la tarde para no tener problemas con mi abuela al llegar a casa.

Quien, por cierto, no llegaba hasta después de las nueve de la noche. Era normal que después del bingo, llegará un poco tarde.

Una vez que termino de preparar la cena, me sirvo en un plato un poco de comida y justo en el momento en que me senté para comer, escucho los llantos de Mía. Corro hasta ella y la tomo en mis brazos, la tranquilizo y regreso con ella hasta la cocina. Me siento y comienzo a comerme todo lo que me había servido, pues odiaba desperdiciar la comida, así como así.

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