BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 14

Blair notó en aquel mismo momento la contrariedad en la expresión de Nate. No, no quería quedarse dos semanas y menos en medio de la farsa que estaban aparentando frente a la familia. Sin embargo, estaba bastante segura de que aquellas órdenes en forma de peticiones del señor Vanderwood no eran fáciles de rechazar.

—Yo estoy de vacaciones, no tengo problemas en quedarme —dijo Matthew desde el otro lado de la mesa.

Los gemelos, por supuesto, se encogieron de hombros porque los dos estaban terminando la universidad y ya habían rendido los parciales, solo tenían que trabajar en sus tesis y eso podían hacerlo desde cualquier lugar.

—Nosotros también nos quedamos, ya el año pasado casi nos perdimos Halloween, así que vamos a disfrutar este —aseguró Asher chocando los cinco con su gemelo.

—Bueno... Yo podría hacer un esfuerzo, aunque tendré que estar yendo a la ciudad cada par de días un rato, pero sí, me puedo quedar —respondió Elijah.

Todos los rostros se giraron entonces hacia Nate y Blair, y ella vio cuánto le estaba costando aquello a Nate.

—Papá… las cosas en Nueva York no están como para que me ausente dos semanas —le dijo a su padre.

—Por favor, hijo, estuvimos resolviendo problemas toda la mañana desde mi despacho, ¡sólo trabaja en mi despacho y listo!

—¡Es que no todo puede resolverse todo a distancia, pa! ¡Hay asuntos para los que necesito estar en Nueva York!

—¡Bueno, pues entonces vete! ¡Pero nos dejas a Blair y a la nena aquí, yo también tengo derecho a disfrutarlas, así que te vas y ya las vienes a buscar en Halloween! —respondió su padre con terminación y Blair sabía que él definitivamente no haría algo como eso.

Nate trató de tragarse el gesto de incomodidad porque sabía que su padre no iba a darse por vencido.

—Bien, supongo que puedo trabajar desde tu despacho —rezongó y Rufus tamborileó en la mesa emocionado.

—Perfecto, entonces esta misma tarde comenzamos con las decoraciones. ¡Arremánguense, muchachos, que hay mucho trabajo por hacer!

Un coro de aullidos masculinos emocionados sorprendió a Blair, y solo un poco más tarde descubriría por qué tanta emoción. Los Vanderwood preparaban el rancho con toda clase de adornos que asustaban y recibían a decenas de niños del pueblo cercano en la noche de Halloween. Incluso les ponían atracciones y les hacían laberintos del terror con las pacas de heno.

Era un evento en el que muchas familias venían al rancho a disfrutar, y al parecer era una de las festividades favoritas de la familia Vanderwood.

Así que esa misma tarde subieron todos a las camionetas y salieron a comprar las decoraciones nuevas que pondrían ese año.

—Oye, cuñada, ¿de verdad él es tu novio? —le preguntó Elijah mientras caminaban por la tienda.

—¿De qué hablas, idiota? —le respondió Nate.

—¡Pues de que si fueras más seco serías hijo del Sahara, tarado! ¡Tu novia va caminando por allá y tú vas a tres metros, ni un besito, ni un amor, ni una nalga agarrada...!

—¡Elijah, déjalo! ¡Nate nunca ha sabido agarrar bien nalgas en su vida! —se burló Asher, pero aquellas palabras definitivamente se quedaron grabadas en el cerebro de Nate.

—Eso es porque yo respeto a mi señora en público... Y porque sé que ya me pegaría con un objeto contundente si le toco el trasero delante de otros. ¿No es cierto, amor? —murmuró él pasando un brazo sobre los hombros de Blair.

—No es cierto, la escoba no es un objeto contundente —respondió ella con una sonrisa, y para alivio de Nate las burlas se fueron en otra dirección.

Pero apenas estuvieron de regreso en la casa, Nate puso a Nathalie en los brazos de su abuelo y anunció que llevaría a Blair a dar un paseo a caballo por la hacienda.

A nadie excepto a ella le pareció extraño, porque no imaginaba por qué Nate querría hacer algo como eso con ella, pero un murmullo bajo de "tenemos que hablar a solas", bastó para que lo siguiera a las caballerizas.

—Soy chica de ciudad, no tengo ni idea de cómo subirme a un caballo —advirtió Blair viendo que Nate de verdad estaba ensillando uno.

Parecía algo irreal ver a un CEO como él, de una de las compañías más grandes de Nueva York, tener tanta habilidad para manejar un animal. Pero Nate simplemente ajustó bien la silla y de un solo salto ya estaba acomodado sobre el caballo.

—Ven, dame las manos —le ordenó, y un segundo después la levantaba en vilo para sentarla frente a él.

—Papá, no soy raro —murmuró Matt con indiferencia—. Solo es una simple elección personal. No me gusta beber y punto.

Sin embargo, aunque nadie se dio cuenta, por un instante los ojos de Nate se cruzaron con los de Matthew, y este último apretó los labios y desvió la mirada, porque quizás el único que sabía lo que había detrás de aquella decisión era él. Por qué Matthew Vanderwood jamás probaba una gota de alcohol... él sí lo sabía muy bien.

Blair tiró de su mano para que se pusieran a ayudar con el decorado, y estuvieron trabajando hasta la hora de la cena, pero antes de que se sentaran a la mesa, el señor Rufus pasó un brazo sobre sus hombros y la estrechó con cariño.

—Hija, no sabes la alegría que me da tenerlas aquí, y ya Nathalie tiene su regalo, pero hoy cuando te vi salir con mi hijo sobre su caballo me di cuenta de que tú también mereces una bienvenida apropiada a esta familia —señaló hacia una de las esquinas de la casa por donde traían a aquella hermosa yegua, y a Blair casi se le desprendió la quijada de la impresión.

—No, no, no, señor Vanderwood, yo no puedo aceptar eso.

—¡Claro que sí puedes! Mi mayor ilusión es que abraces a esa chica de campo que hay dentro de ti para que me traigas a mi nieta más seguido, así que ya tienes tu propia yegua en esta casa.

Blair miró a Nate con incertidumbre, pero él le hizo un gesto de afirmación y ella aceptó el regalo con un agradecimiento sincero.

—Bueno, ustedes no traigan más novias hasta el próximo año o de lo contrario nos quedaremos sin purasangres —se carcajeó Adeline mirando al resto de sus hijos.

—¡Nosotros la enseñamos a montar! —se ofreció Sebastian, y Nate levantó un dedo en dirección a él.

—¡Por supuesto que no! Yo soy el único que va a enseñar a mi novia, y a pasito lento, muy lento, porque hay que cuidar al futuro bebé —advirtió.

Blair acarició al hermoso animal, y pocos minutos después, cuando se lo llevaron, se dirigió al baño a lavarse las manos para la cena, sin embargo, ni siquiera había llegado cuando volvió a notar aquella oscuridad. La conocía lo suficiente como para que el miedo la consumiera, y solo pudo apoyarse en la pared y tratar de resbalar hasta el suelo sin golpearse.

—¡Blair! —fue el único grito que escuchó, y venía de parte de Adaline—. ¡Blair, cariño…! ¿estás bien?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO