BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 38

Ranger no sabía exactamente qué estaba buscando, pero llevaba en la sangre esa capacidad para rastrear y una lógica perfecta en la que las piezas se iban uniendo poco a poco, incluso aunque al inicio no significaran nada. Así que esperó pacientemente a que la mujer al teléfono le diera una respuesta.

—Tres mil ochocientos cuarenta y cinco —dijo la señorita del banco—. Es la suma que acaban de retirar hace unos minutos, tres mil ochocientos cuarenta y cinco. ¿Hay algún problema con la cuenta? ¿Quiere reportarla?

—No, ninguno, ninguno problema. Es solo que no me salió el recibo del cajero y quería comprobar —aseguró Ranger y colgó mientras su cerebro hacía girar aquellos engranajes.

Tres mil ochocientos cuarenta y cinco era un número demasiado específico, así que algo le decía que sui Blair había extraído esa cantidad era porque no necesitaba ni un dólar más ni un dólar menos.

Se encaminó hacia la empresa de seguros y pidió hablar con una ejecutiva.

—¿En qué puedo ayudarlo, Señor Wallis? ¿Hay alguno de nuestros seguros en específico que le gustaría contratar?

—Sí, me interesa saber qué seguro se paga con esto —preguntó él poniendo frente a ella una tarjeta con aquella cifra.

La chica lo miró frunciendo el ceño y trató de explicarle que todos los seguros tenían mensualidades diferentes dependiendo de...

—No, no me está entendiendo. Busque entre sus contratos esta cifra y dígame qué se paga por ella —le ordenó Ranger, y la verdad es que era difícil negarse a aquella voz de mando, así que media hora después la ejecutiva volvía a la oficina de juntas con un documento.

—Por favor, entienda que no puedo darle datos personales, pero sí puedo decirle qué tipo de seguro es —le dijo la muchacha—. Por esta cantidad mensual lo que se paga es un seguro de vida con duración de un año.

—¿Solo un año?

—Así es. Los seguros tienen montos muy bajos, y normalmente se van pagando mensualmente hasta… bueno, ya imagina; pero para los clientes que tienen mucho dinero y poca paciencia, pueden optar por este tipo de seguro y todas las mensualidades posibles se reúnen en un año, y luego ya no tendrá que pagar nada más, pero el seguro seguirá vigente.

—Comprendo —murmuró Ranger y para no hacerse el que solo había ido allí a perder el tiempo, sacó un seguro adicional para su auto.

Pero mientras todo aquel papeleo se hacía, la mente de Ranger solo estaba ocupada conectando los hechos. Un seguro de vida tan alto era una cosa muy extraña y más si era solo por un año, y no pudo evitar pensar en aquel accidente con Nate.

Regresó por ella a casa de su madre, decidido a aclarar esa duda de una vez por todas, sin embargo, mientras la muchacha se despedía en el porche, él notó algo que lo hizo levantar el teléfono de inmediato.

—Deja a la bebé —le ordenó y Blair miró en dirección al auto sobresaltada.

—¿Qué está pasando, Ranger?

—Deja la niña y dile a tu mamá que se encierre con ella —fue lo último que le dijo antes de colgar y hacer otra llamada—. Nate, tienes cinco minutos para llegar a la casa de tu suegra.

—¿Qué demonios está pasando, Ranger?

—¡Tú solo llega, Nathalie está aquí con la señora Margo…! ¡Y tráete algunos de mis chicos de seguridad de la empresa!

Y mientras Nate vociferaba órdenes a diestra y siniestra en la oficina, él le abrió la puerta a Blair y miró con disimulo la camioneta que estaba en el otro extremo de la calle.

—¿Qué está pasando, Ranger? —balbuceó ella asustada cuando el hombre se sentó al volante.

—Hay un auto sospechoso detrás de nosotros, quiero asegurarme de alejarlo de aquí, necesito saber si esto es por ti o por la niña o por Nate ¡o por quién! —gruñó él molesto mientras encendía el coche y veía cómo aquella camioneta los seguía.

De cierta forma eso solo hizo respirar aliviado, lo que significaba que el objetivo no era la bebé sino ellos, más específicamente Blair.

Aceleró y enseguida se perdió entre todas las calles hacia el corazón de la ciudad. Cuanto más concurrido estuviera, mejor, pero con el paso de los minutos comenzó a darse cuenta de que quienes los estaban siguiendo no eran unos improvisados. No lograba perderlos en el tráfico, y parecía que a cada segundo estaban más cerca.

Finalmente, con un giro brusco se metió en una concurridísima calle del centro, estacionó y le dio la vuelta al auto corriendo para abrirle la puerta a Blair.

Una docena de hombres de seguridad rodeaban ahora la casa, y se había traído incluso a la señora Margo.

Nate estrechó a Blair y a la bebé sintiendo el corazón repicándole tan fuerte que casi le dolían los oídos, porque sabía todo lo peligroso que había estado a punto de pasarles.

—Tenemos que hablar... a solas —dijo Ranger con determinación, y Blair le dio un beso a la bebé antes de entregársela a su madre para que se la llevara.

—Range ¿qué fue lo que suced...?

—¡Esto es por ti! —sentenció él señalando a Blair y la muchacha retrocedió asustada.

—¿Qué...?

—¡Que esto es por ti! —insistió él—. ¡No venían por la niña, Blair, no venían por Nate, venían por ti, nos persiguieron a nosotros, maldición, se bajaron de la camioneta detrás de nosotros! ¿Hay algo que quieras explicar?

Nate la miró con una interrogante, pero solo vio un gesto de profunda confusión en ella.

—Pues no... Es que no entiendo, ¿cómo por mí?, yo no soy nadie... ¿Quieres decir? —respiró pesadamente—. ¿Quieres decir que están tratando de lastimarme a mí?

Nate frunció el ceño cuando el mismo pensamiento de Ranger cruzó su cabeza.

—¿Crees que esto no tenga nada que ver con el accidente de la caravana? ¿Crees que el accidente en el río también haya sido por Blair...? —murmuró.

—¡Pero es que eso no tiene sentido...! —exclamó ella convencida—. Yo era solo otra paja en el pajar de esta ciudad hasta que me crucé contigo, Nate. ¡Maldición, ni siquiera era la aguja! ¡¿Por qué alguien estaría detrás de mí?!

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