BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 39

Los labios de Nate se convirtieron en una línea fina porque sabía que eso era cierto, y su mejor amigo bufó con fastidio porque estaba evidentemente de acuerdo.

—¡Diablos, tiene razón! Pero no podemos descartar nada —gruñó Ranger molesto y decidió que quizás aquel era un buen momento para obtener más información de ella. De verdad no quería sospechar, pero su mejor amigo era Nate y a él era a quien le debía lealtad—. Necesito que me hables de la gente en tu vida. Además de la señora Margo, ¿amigos, parejas... alguien que tenga algo contra ti?

—Ranger... Déjala...

—No, Nate, son preguntas simples. Quizás alguien de su vida este detrás de esto...

—Pero...

—Nate, está bien —lo interrumpió Blair—. Él tiene que preguntar, pero honestamente no se me ocurre nadie. La verdad es que después de la muerte del padre de Natalie tuve algunos problemas con su familia pero...

—¿Cómo fue que murió el papá de Natalie? ¿Porque tuviste problemas con ellos? —la interrogó Ranger y la muchacha se abrazó el cuerpo.

—Spencer y yo fuimos novios durante un par de años —murmuró con cansancio, como si los recuerdos le pesaran—. Él estaba en la universidad y yo iba a una escuela cercana haciendo algunos estudios de nivel medio. Nos conocimos en una cafetería y todo fluyó a partir de allí, pero su familia no estaba muy feliz con la idea. Ellos son personas...

—¿Ricas? —intentó comprender Ranger.

—Al contrario, eran gente exactamente como yo, pero Spencer era el primero de toda la familia que iba a la universidad, estaba trabajando duro para pagárselo y ellos no querían que tuviera distracciones. Cuando decidimos irnos a vivir juntos definitivamente tuvimos un conflicto grande con sus padres. Luego… a Spencer le faltaba un año para terminar el postgrado cuando salí embarazada, al principio estaba muy nervioso, pero luego la idea lo conquistó y se le notaba la alegría, encontró otro trabajo de medio tiempo... o mejor dicho, de media semana, en uno de los barcos del muelle. Seguía yendo a la universidad, los dos trabajábamos, las cosas parecían ir bien hasta que un día...

Los ojos de Blair se cristalizaron y a Nate se le hizo un nudo en el estómago, sin embargo tanto él como Ranger necesitaban saber.

—Me dijeron que había tenido un accidente horrible en el barco, que uno de los contenedores de pesca le había caído encima... Ni siquiera pudimos hacerle un funeral tradicional, solo me entregaron sus cenizas y el certificado de defunción... —murmuro Blair limpiándose las lágrimas porque aquello todavía era algo que le dolía en el alma.

—¿Y qué pasó después? ¿Qué hizo la familia con eso?

—¿Además de culparme de todo? —murmuró ella con tristeza—. Intentaron demandarme por el dinero de la indemnización. Decían que como había sido un accidente laboral, tenía que haber recibido una indemnización enorme, pero la realidad es que no me dieron nada, ¡Dios si apenas me dieron explicaciones! Dijeron que había sido negligencia de Spence y que no pagarían. Pero sus padres no quisieron creerlo. Cuando la corte revisó mis finanzas se dieron cuenta de que yo no tenía dinero y rechazaron la demanda, así que no los he vuelto a ver desde entonces.

Ranger se mesó los cabellos achicando los ojos, pero antes de que hiciera otra pregunta Nate levantó un índice de advertencia hacia él.

—Bueno… voy a investigar un poco a esa gente —decidió el exsoldado—. Tienes razón, quizás antes, mientras no tenías dinero, no se habían preocupado más de ti; pero no olvides que ya no eres la paja en el pajar de la ciudad, Blair. Tus fotos salieron en todos los periódicos de la ciudad en ese evento al que fuiste con Nate, no podemos descartar la posibilidad de que ahora esas ratas en particular quieren salir de sus cloacas.

La muchacha pasó saliva mientras el corazón le retumbaban el pecho.

—¿Crees que pueda ser eso? —preguntó asustada.

—No lo sé, pero a esta hora no voy a confiarme de nada —aseguró Ranger y le hizo un gesto a Nate de que hablarían después con más calma.

Mientras él salía de la habitación dejándolos solos, Nate se acercó a la muchacha y no se molestó en ocultar aquel instinto protector. La estrechó con suavidad y le acarició la espalda con un gesto calmante.

—Abre —la invitó y del otro lado la muchacha encontró un cálido departamento.

—¿Qué es esto, Nate? —preguntó confundida y él cerró la puerta para abrazarla por la espalda.

—Vamos a llamarle: casa de seguridad —respondió él—. Rentamos este departamento a nombre de la madre de Rager, porque su apellido está bastante lejos de los dos. Y además pagamos en efectivo, así que es bastante difícil de rastrear. Quiero que te quedes con una llave, si en algún momento estas incómoda en casa, o quieres salir o descansar… no lo sé, lo que quieras, puedes venir aquí, ¿de acuerdo? Puedes quedarte aquí.

Blair dio la vuelta entre sus brazos y se apretó contra él con un gesto instintivo.

Tenía miedo, en aquel momento tenía miedo de tantas cosas que la lista parecía interminable. Por su cabeza pasaban una y otra vez todos los accidentes, la persecución, aquella sensación de vacío de dejar a Nathalie atrás, su enfermedad...

Era demasiado para que pudiera cargar con todo a la misma vez y a Nate se le encogió el corazón viendo aquellas lágrimas salir de sus ojos. Ella también tenía un pasado doloroso del que le estaba costando sobreponerse.

—Vamos, vamos, todo estará bien. No te pongas así... Todo está bien, nena —murmuró él bajando su cabeza y dejando un beso fugaz en los labios de la muchacha, que fue creciendo en fuerza y en deseo, porque últimamente parecía que todo era así entre ellos: urgente, difícil, violento, cargado de ansiedad y a contrarreloj.

Y en medio de todo lo que estaba pasando, parecía que el único oasis de seguridad de cada uno estaba allí, en la boca del otro, mientras se devoraban.

Sin embargo, aunque la piel les vibrara a los dos y las ganas parecieran desbordarse, aún había algo que estaba atenazando el corazón de Blair, algo que no la dejaría dormir porque cada vez se hacía más evidente que la vida estaba decidida a ponerla a prueba.

—Nate... —murmuró sin saber cómo decírselo pero finalmente Nathalie era más importante—. Lo que dijiste de darle tu apellido a mi hija... Lo que dijiste de firmar la adopción antes... —Se le hizo un nudo en la garganta pero aun así lo dijo—. Quiero hacerlo. Quiero hacerlo ahora. ¿Podemos?

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