BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 41

Blair sentía que su corazón se iba a salir, aunque no estaba muy segura de si era por el alivio la emoción o el miedo.

A su lado Nate parecía completamente en shock, solo apretaba su mano con fuerza y pestañeaba despacio, como si necesitara que se lo repitieran.

-Estamos embarazados... -murmuró y Ranger palmeó su espalda felicitándolo.

-¡Pues parece que después de todo sí eres un semental! -se rió bromeando porque Nate tenía cara de que se desmayaría de un momento a otro.

Y la verdad era que absolutamente nadie podía entender lo que él estaba sintiendo en ese instante.

Ya había pasado por una noticia de esas, por una mujer diciéndole que estaba embarazada de su hijo, y en aquel momento la alegría lo había dominado todo, solo para acabar en el peor dolor posible y una amargura que había consumido su vida durante años.

Y ahora mirando a Blair frente a él, con aquellos ojos húmedos, era como si a pesar de aquel contrato no hubiera entendido bien en lo que se metía.

-Bueno, ¿el semental y el mejor amigo pueden salir un momento por favor? -pidió la doctora con amabilidad-. Necesito hablar con Blair acerca de algunos exámenes un poco... íntimos, para confirmar bien el embarazo.

-¿Eh, exámenes? -reaccionó Nate-. Pero yo soy el padre. Yo debería quedarme a todo ¿no? Yo puedo estar aquí...

-Es una ecografía transvaginal.

-¡No, nadie va a estar aquí! -sentenció él, empujando a Ranger fuera de aquel pequeño cuarto mientras la doctora preparaba el equipo de ultrasonido para Blair.

Pocos minutos después lograba confirmar que en efecto estaba embarazada.

-Tienes más semanas de las que pensamos -dijo de repente-, cinco ya.

-¿En serio? Eso es extraño -murmuró Blair-. Tuve mi periodo el mes pasado, parecía normal...

La doctora retiró el equipo y dejó escapar un suspiro mientras la miraba.

-Blair, contigo ya nada es normal, a estas alturas ya deberías saberlo. Tu enfermedad está cambiando todo tu metabolismo, todo lo que suceda a partir de ahora será muy difícil. El embarazo será más pesado que cualquier otro, puedes tener episodios, y quizás este tipo de sangramientos de nuevo... -La mujer se detuvo y apretó los labios antes de decir aquello, pero sabía que estaba en el deber de informarla-. Esto va a agravar tu enfermedad, así que será mejor que te prepares, este es mi número personal y en cualquier momento puedes llamarme, pero si dependiera de mí sabes cuál sería mi recomendación.

-No lo voy a interrumpir -respondió ella levantándose y abrazándose el cuerpo-. Tener este bebé es mi única opción, y ya lo decidí desde hace bastante. Estoy dispuesta a llevar esto hasta las últimas consecuencias.

La doctora asintió porque sabía que no podía hacer nada más y le dio algunas indicaciones de las vitaminas que tenía que tomarse en el siguiente mes.

El regreso a casa fue silencioso, pero en todo el camino Nate no soltó la mano de Blair ni dejó de abrazar a Nathalie.

Ranger los felicitó por última vez por el embarazo y los dejo solos. Sin embargo Nate parecía ensimismado y pensativo, y Blair sabía que aquel comportamiento suyo no era normal.

Su corazón se disparó al pensar que algo estaría pasando y apenas logró dormir a la bebé esa noche, se acercó a su despacho para encontrarlo sentado delante de la chimenea, aún más meditabundo que antes.

-Por favor, dime que no te has arrepentido -susurró en voz tan baja que Nate casi pensó que estaba soñando, pero cuando se dio la vuelta solo vio la expresión confundida y dolida de Blair.

-¡No, claro que no! ¿¡Cómo puedes pensar eso!? -preguntó él levantándose de inmediato y acercándose a ella.

Alcanzó sus manos con un gesto suave y luego no pudo evitar tirar de su cuerpo para estrecharla con fuerza.

-¿Y qué quieres que piense? -se desesperó Blair-. ¡Creí que esto era lo que querías! Creí que cuando te dijeran que estaba esperando ese bebé que querías... ¡Creí que a estas alturas estarías dando saltos de alegría!

-¡Y los estoy dando, te juro que los estoy dando pero es que...!

-¿Que qué, Nate?

-Que el miedo que tengo es más grande, Blair -confesó él mesándose los cabellos-. ¡Casi se me sale el corazón cuando escuché por teléfono que algo te había pasado, casi me muero cuando te vi tirada en la cocina! ¿Tienes idea del susto que me llevé? -exclamó y ella se quedó paralizada viendo cómo sus manos temblaban un poco, porque definitivamente no había esperado una reacción como aquella.

-Bueno... Nate, desmayarse es normal en un embarazo. Solo voy a ser más cuidadosa a partir de ahora, te lo prometo.

-Lo sé, pero ¿y si te hubiera pasado algo? ¿Y si hubiera sido algo más serio que esto? ¿Tienes idea del miedo que sentí?

-¡Ranger! -lo regañó Nate y el hombre se mesó los cabellos con frustración.

-¡Maldición, lo siento! -gruñó pero si era honesto aquello no se le iba de la cabeza.

Desde que había sabido lo de aquel seguro de vida tan extraño lo había relacionado al instante con el accidente con Nate, y su instinto solo tiraba de él hacia esa pista, porque sentía que aquello no había terminado.

-Mira, la gente de la familia del ex de Blair también son muy extraños. Déjame tirar más de ese hilo... y te aviso lo que encuentre. Al final si de algo puedes estar seguro, es de que la verdad siempre sale a la luz -murmuró dejándolo ahí con media palabra en la boca, pero lo cierto era que en su mente había algo más.

Pasó el resto del día investigando y para las ocho de la noche se sentó en aquel bar y le invitó una copa a aquella chica. Una hora de charla trivial para llevársela a un hotel, y dos sesiones de sexo desenfrenado para poder rendirla.

-¡Diablos, los sacrificios que uno hace por los amigos! -suspiró vistiéndose en plena madrugada y llevándose el llavero de la chica.

No le tomó mucho tiempo escurrirse por la puerta de Urgencias de aquel hospital y llegar al consultorio de la doctora.

Abrió el archivero con una de las llaves de la enfermera a la que acababa de darle su dosis de alegría y le tomó fotos a cada página del expediente de Blair sin siquiera mirarlo, porque en aquel momento no tenía tiempo para eso.

Salió de allí tan sigilosamente como había entrado y volvió al hotel para dejar las llaves que había tomado "prestadas". La chica seguía tan dormida como la había dejado así que no había dramas.

Y ciertamente no lo hubo, hasta el día siguiente cuando Nate se fue al trabajo, y Ranger entró en aquella casa como si fuera un fantasma, al punto de que Blair se sobresaltó al verlo.

-¡Ranger! ¿Qué...? ¡Dios, qué susto me diste! Nate acaba de irse, ¿quieres caf...?

-Ya sé que Nate acaba de irse, estaba esperando precisamente a que se fuera -sentenció él.

-¿Esperando... para qué?

-Para que me lo expliques tú misma porque quiero que salga de tu boca -siseó él acercándose y lanzándole aquellas fotos impresas-. ¡Quiero asegurarme de que no estoy loco! ¡Quiero que me digas qué demonios es Leucemia Mieloide Aguda y por qué en tu maldito expediente dice que la tienes!

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