Nate podía jurar que jamás en su vida había esperado una sonrisa como había esperado ver esa. Un segundo después daba un paso hacia el interior de la casa y envolvía a Blair en el abrazo más apretado que había dado en su vida, y respiraba aliviado sintiendo cómo ella cruzaba los brazos detrás de su espalda por debajo del abrigo.
—¡Dios, me estaba muriendo por hacer esto! —susurró en su oído antes de dejar un beso suave en su frente—. ¡Dime que estás bien! ¿Cómo está Nathalie, y cómo está el bebé? — preguntó apartándola solo un poco para ver su cara, y Blair le sonrió con suavidad.
—Tranquilo, todos estamos bien. ¿Y tú?
—¡Muriéndome, extrañándolas, odiando al mundo hasta por deporte! —rezongó Nate con un puchero mientras Blair tiraba de él para cerrar la puerta y quitarle el abrigo.
—Pensé que ya no ibas a venir. ¡Se suponía que estuvieras aquí desde antes! —protestó ella, y Nate le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja antes de atreverse a inclinarse y darle un beso suave en los labios, uno tan fugaz que honestamente a Blair le pareció demasiado poco.
—Lo sé, lo sé. ¡Pero se suponía que la desquiciada de Sienna iba a hacer su jugada apenas tú desaparecieras del panorama! ¡Y resulta que no movió ni un dedo y al final tuve que ir a ofrecerme como cerdo para el matadero! —exclamó, y Blair le puso una cara de ternura que lo hizo derretirse.
—¿Estuviste viendo Harry Potter solito?
—¡Síiiiiiii! ¡Muy solito, muy solito! —se quejó Nate antes de levantarla por la cintura y esconder la cara en la curva de su cuello—. Pero finalmente dio resultado.
Blair lo abrazó, acariciando el cabello de su nuca, sabiendo todo lo que había costado que él accediera a aquel plan de Ranger. Ella tampoco había estado muy feliz, pero al final el ex soldado tenía razón, había demasiadas preguntas sin respuesta y cuando lo más importante estaba en juego, que era la vida de sus hijos, entonces ya no podían dejar nada al azar.
—¡Ven, entra! —exclamó Blair tirando de su mano hacia el calorcito de la chimenea—. Tienes que contármelo todo, ¿qué fue lo que pasó?
Nate sacó el celular que llevaba en el bolsillo y lo puso sobre la mesa. Se lo había llevado a Ranger porque aunque Elijah había sacado algo de información, también se había encontrado algunos archivos muy extraños, pero estaban encriptados.
—Bueno, pues para empezar, tuve que dejar que la hiena me drogara —le contó Nate y Blair frunció el ceño enojada.
—¡¿Que te hiciera qué?!
—¡Fue una medida desesperada! —aclaró él—. Pero gracias a eso logramos tenerla "a solas" —dijo haciendo comillas con las manos en las últimas palabras—, o sea a solas y desprotegida a altas horas de la madrugada. Y gracias a eso los gemelos fantásticos lograron simular un asalto y robarle su teléfono, que es ese que está ahí.
—OK, OK... Hasta ahí lo entiendo. Ranger me dijo que sospecha que Siena contrató a los tipos que nos estaban siguiendo.
—Exacto, nena. Ranger dice que son profesionales, y en la última discusión pesada que tuve con la hiena soltó algo sobre el sabotaje de los camiones. ¿Te acuerdas?
—Sí, claro, fue la primera vez que te pusiste en modo macho tejano y mataste un montón de animales —murmuró Blair.
—Esa misma. Pero todo eso fue antes de que ella regresara, así que necesitamos saber por qué demonios está al tanto de eso y qué tan involucrada está.
Blair se restregó la cara con las manos con un gesto de impotencia. Odiaba todo lo que estaba pasando. Aunque desde el primer momento se habían puesto de acuerdo, y aunque Nate se había cansado de asegurarle que saliera lo que saliera en aquellos resultados jamás iba a dudar de ella, Blair no podía dejar de sentir que no se merecían aquel desastre.
—¿Sabes que de verdad me asusté cuando esos resultados salieron negativos, verdad? —murmuró y Nate se dejó caer en una de las butacas llevándola a su regazo.
—Por eso te dije que no quería hacerlo, porque igual teníamos que hacer un escándalo para que ella se enterara, pero ni así quería decirte todas esas cosas, nena.
Nate suspiró con preocupación y una de sus manos fue acariciar con suavidad el vientre de Blair.
—¿Cómo está este chiquitín?
—Creo que va a ser chiquitina —sonrió la muchacha.
—Me encanta, dos mujeres… ¡como si yo ya no estuviera lo bastante loco! —rio él porque realmente le importaba muy poco que fuera niña o varón. Igual ya lo amaba.
De repente, Blair se puso seria y Nate casi pudo leer en su expresión la forma en que iba atando una idea a la otra.
—¡Señor, alto ahí un momentito...! ¿No acabas de decirme que la bruja descarada esa te drogó?
—¿Ajá?
—¡Por Dios, no me digas que de toqueteó! ¡¿Te dejaste toquetear?! —rezongó ella y Nate puso cara de niño regañado.
—Tú puedes tener todos los antojos que quieras, que ya me encargaré yo de cumplírtelos... —De repente, levantó una ceja coqueta porque pareció recordar algo—. Oye... ¿Y los únicos antojos que tienes son de comida? ¿No dicen que a las mujeres embarazadas se les revolucionan las hormonas y eso?
Blair se puso roja como un tomate hasta la raíz del cabello; y Nate estaba a punto de usar eso en su contra cuando la puerta se abrió y la familia entró sacudiéndose el frío.
—¡Ay, por dios, mi chiquita! ¿¡Cómo creciste tanto en tres semanas!? —se quejó Nate tomando a Nathalie de las manos de Ranger y dándole un beso y un abrazo apretado—. ¡Te extrañé mucho! ¡Y papi te encargó un gran regalo de Navidad!, pero ese te lo traen tus tíos cuando vengan por mí, ¡pero te prometo que te va a gustar mucho!
—¡Ándale! ¿Y para mí no hay abrazos? —lo sonsacó Ranger, y Nate estiró la boca como el pico de un pajarito.
—¿Quiris in bisiti?
—¡Quita, prefiero besar a la cabra que acabo de comprar!
—¡Wow, Ranger, una cabra, eso es mucha desesperación!
—¡Tarado, que la señora Margo está presente! —lo regañó Ranger, y Nate enseguida se giró hacia ella.
—¡Ay que vergüenza, señora suegra, son tonterías entre amigos!, ¿eh?
La señora Margo también le dio un abrazo y un beso de bienvenida, y mientras ella le mostraba a Blair todo lo que habían comprado, Nate se fue a la cabaña de Ranger por un momento para hablar con él.
—Esto es lo que tenemos —le dijo, entregándole el teléfono—. Encontramos algunas conversaciones con su madre, y hay muchas llamadas a números que no conocemos, algunos de Texas. Es evidente que ella contrató a esos tipos, pero Ranger, no tengo idea de hasta dónde tiene las manos metidas en esto porque te repito, Sienna sabía sobre la arena en los motores.
Ranger tomó el teléfono y lo revisó durante un momento.
—Hay conversaciones encriptadas aquí —murmuró—. Pero tengo un buen amigo del Ejército, uno que solía trabajar para las Fuerzas Especiales, y si alguien puede sacar toda la información importante que hay aquí, ese es Max. Voy a tratar de contactarlo, pero mientras necesito que sigas con el plan. ¿Entiendes? Esto no lo está haciendo Siena sola, Nate, y por más que nos duela, te garantizo que hay alguien de tu familia enredado en esto.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO