Tenía todos los ojos sobre ella. Todos los ojos y todas esas expresiones de incredulidad en la cara de sus hijos y de su marido, y el tono de rabia y decepción que salía de la boca de Nate.
—¡No puedo creerlo, no me cabe en la cabeza! ¡Tú lo sabes todo, maldit@ sea! ¡No creas que ya no nos dimos cuenta! —sentenció Nate furioso—. ¡Sabes todo lo que pasó y aun así apenas me viste intentar rehacer mi vida, fuiste a contarle todo a la bruja de Sienna!
Detrás de ellos se escuchó un sollozo ahogado y Adaline corrió hacia la muchacha, pasando un brazo sobre sus hombros. Nate apretó los puños porque sabía que si en algo era experta Sienna Williamsburg era en hacerse la víctima, y no podía creer que su madre estuviera solapándola, sobre todo conociendo toda la historia.
—¿¡Cómo eres capaz de hablarle así a la pobre niña?! —exclamó Adaline—. Ella no tiene la culpa de nada de lo que pasó, ¡como no tiene la culpa de que te hayas enredado con una mala mujer como esta! —siseó mirando a Blair con desprecio.
—¡Ni esta ni en ninguna de tus vidas se te ocurra volver a hablar mal de la madre de mis hijos! —rugió Nate—. ¡Porque Blair sí es la madre de mis hijos! ¿O creíste que era tan estúpido como para no mandar a hacer tres o cuatro pruebas de paternidad adicionales? —mintió descaradamente, pero la reacción de Sienna y de su madre fue más que suficiente para que todos vieran que sabían perfectamente de lo que hablaba—. ¡No les sirvió de nada pagar para que cambiaran el resultado en un laboratorio, y si la idea era separarme de Blair, pues qué pena, pero no les funcionó!
En ese punto, Rufus estaba tan rojo que parecía que iba a darle un infarto, y la chica que había venido con Ranger se apresuró a quitarle a Nathalie de las manos antes de que la pequeña comenzara a llorar.
—¡Yo no puedo creer esto, esto no puede ser verdad...!
—¡Es que no lo es! —gritó Adaline—. ¡Los que te están engañando, Nate, son Ranger y esta sinvergüenza!
—¡¿Y nosotros también lo estamos engañando?! —Matt se acercó a ella con los ojos húmedos—. ¿Nosotros que estuvimos con ellos todo este tiempo, también lo estamos engañando? —miró a Sienna y a su cara de víctima, y supo que si hasta ese momento Nate se había quedado callado, era solo por protegerlo a él, pero ya no tenía que hacerlo—. ¿Por qué no le dices a todos que te acostaste conmigo? ¿Que te embarazaste de mí? —la retó.
Sienna se puso más pálida que una hoja de papel y su madre se puso roja.
—¡Eso no es cierto…! —intentó defenderla Adaline pero era inútil porque ya su hijo estaba desatado.
—¡¿Cómo puede ser tan mentirosa?! —rugió Matt, y ni siquiera la bofetada de su madre lo hizo callar—. ¡Tú misma acabas de decirme hace unos minutos que me alejara de Sienna para que no me metiera entre ellos otra vez! ¡Tú sabías que se había acostado conmigo y que se embarazó de mí! ¡¿Y quieres que te diga por qué?! ¡Porque es una zorra arribista que solo quería sacarle un hijo a Nate pero pensó que eres estéril! ¡Y tú siempre lo supiste, siempre supiste todo!
Adaline hizo un gesto de impotencia y retrocedió mientras Rufus caminaba hacia ella, y el resto de sus hijos la miraban como si no pudieran creer después de más de dos décadas que la mujer que tenían delante era su madre.
—¡Dime que eso es mentira! —murmuró Rufus con la voz quebrada por la ira y la decepción—. Dime que no es cierto que todo eso estaba pasando en mi familia y no me lo dijiste...
—¿¡Y todavía así quieres que esta desgraciada vuelva con Nate?! —se adelantó Elijah—. ¿Cómo puedes defenderla tanto, mamá? ¡Después de lo que les hizo a Nate y a Matt, después de todo lo que provocó!, ¿cómo puedes defenderla? ¡¿Cómo puedes seguir queriendo juntarla con nuestro hermano?!
—¡Porque ella es mejor que la interesada esta! —se desató Adaline por fin, mostrando su verdadera cara, porque si había algo que odiaba aquella mujer era ser desafiada, y en las últimas dos décadas de su vida había tenido que aguantar la presión del tacón de Paloma sobre su cuello. Al parecer ya no podía hacer otra cosa que explotar—. ¡Sienna es una buena niña que solo cometió un error! —gritó alterada—. ¡Y tú eres un idiota! —le dijo a Nate—. ¡Si estás dispuesto a adoptar a una chiquilla que no es tuya, que no lleva nada de tu sangre, ¿por qué no podías hacer lo mismo con el hijo de tu hermano?! ¡¿Qué te costaba?!
—¡Mi puta dignidad, eso me costaba! —vociferó Nate—. ¡Me dio la gana de adoptar a Nathalie porque la quiero, y porque desde el primer momento Blair vino a mí con la verdad! ¡Y tienes razón, pude querer a ese niño como si fuera mío, pero era de Matt!, ¡¿entiendes?! ¡Él era el que tenía derecho a quererlo, porque él era su padre, pero esta infeliz nos negó la verdad a los dos!
En ese punto, los rostros de la familia ya no mostraban ni incredulidad ni sorpresa, solo una decepción profunda porque cada palabra que salía de la boca de Adaline era como descubrir que habían estado toda su vida amando a una persona que era totalmente diferente a lo que imaginaban, y quizás aquella era en realidad la peor de las traiciones.
—¡Quiero que se largue de mi casa! —sentenció Rufus apretando los puños—. ¡Quiero que esta y su madre se larguen de mi casa ahora mismo!
—Rufus... —intentó detenerlo Adaline.
—¡Ya lo oíste! ¡El niño se casa! ¡Así que lárgate a hacer tu berrinche a otra parte con estas arpías, porque en esta casa hay una boda que preparar!
Pasó junto a ella, y Adaline trató de detenerlo, gritando molesta y diciendo que no estaba dispuesta a tolerar aquello. Pero cuando llegaron a la sala, Rufus mandó a parar la música con un grito, y todos los invitados se giraron hacia él.
—¡Amigos! ¡Tengo una noticia demasiado importante! ¡Mi hijo Nate se casa en dos días! ¡Vamos a tener boda, damas y caballeros, y todos están invitados! Así que vayan preparando buenos regalos, no se me pongan tacaños —se carcajeó, y todo lo que siguió fueron brindis, felicitaciones, bailes, y una atención que envolvió por completo a Nate y a Blair, opacando todo lo demás, incluso las expresiones desencajadas y furiosas de Adaline, Sienna y Paloma.
En todo momento Nate y Blair estuvieron rodeados por los chicos Vanderwood, que para nada iban a dejar acercarse a aquellas arpías. Pero la verdad es que desaparecieron mucho antes de que la fiesta terminara.
Había pasado ya de la medianoche cuando la muchacha tiró de la manga de Nate, y él notó que ella ya estaba demasiado cansada.
Se disculpó con todos para llevársela y la casa se fue quedando poco a poco en silencio mientras los invitados se despedían.
Pero apenas ellos lograron atravesar la puerta de su habitación, cuando Blair se giró hacia él con expresión asustada.
—Pero, ¿cómo que casarnos, Nate? ¿Te has vuelto loco?
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