BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 59

Sí.

La respuesta era simple y de dos letras, así que Nate no tuvo más remedio que soltarla porque esa era la pura verdad.

—Sí, nena, ya sé que me volví loco — susurró tomando las manos de Blair y llevándola al rincón más alejado de la habitación—. ¡Pero te juro que solo se me salió! ¡Es que no podía soportar que mi madre estuviera diciendo todas esas atrocidades! ¡No puedo creerlo, por Dios, no puedo creerlo! —murmuró y la muchacha pudo notar tanta tristeza en su voz que solo tiró de su mano y se dejó envolver en aquel abrazo.

Nate cerró los ojos apoyando la mejilla contra su cabello y Blair pudo sentir latido pesado de su corazón. Todo aquello estaba siendo demasiado para los dos, pero la verdad parecía más liviano solo por el hecho de que lo estaban enfrentando juntos.

—Estuve hablando un poco con Ranger —murmuró Blair y Nate asintió.

—Eso, tú habla con el único que tiene dos dedos de frente en todo esto, porque a todos los demás ya se nos achicharraron las neuronas —suspiro él y Blair lo empujó para llevarlo a una de las butacas donde lo hizo sentarse y se acomodó en su regazo.

—Ya viste que no vinimos solos —le dijo y Nate frunció el ceño.

—Sí, vinieron con una chica. ¿Quién es?

—Se llama Jocelyn —respondió ella—. Es amiga de Ranger, se conocen del Ejército.

—¡Pero es una cría!

—Parece una cría, pero la verdad es que asusta más que él —aseguró Blair cruzando los brazos detrás de su cuello y Nate la acunó despacio—. El caso es que necesitamos resolver esto de una vez por todas, no hacemos nada con saber quién nos quiere hacer daño, si no conseguimos pruebas suficientes para detenerlos. ¿No crees?

—¿Entonces al menos por esta vez vas a seguirme la corriente? —le preguntó Nate haciendo un puchero y la muchacha no puedo hacer otra cosa que sonreírle.

—¿No te he seguido la corriente en todo hasta ahora? —murmuró Blair acariciando su mejilla y se inclinó dejándole un beso suave en los labios, uno que subió de tono en un segundo y que fue interrumpido por la chica nueva que traía a Nathalie.

—Una disculpa, de verdad, pero ella necesita a sus papás y yo necesito... escaparme de alguien —suspiró la muchacha entregando a la bebé y Nate puso los ojos en blanco cuando vio a la chica salir como si estuviera huyendo de un tornado... y a Elijah corriendo detrás ¡porque obviamente él era el tornado!

Nate y Blair pasaron una noche tranquila mientras hablaban de todo lo que iba a suceder en los días siguientes, pero nada podía prepararlos para aquella división de sentimientos que había en la casa. A pesar de que obviamente los hermanos estaban felices, era imposible el aura de resentimiento y de frustración que Adaline extendía por toda la casa.

—¿Entonces cómo lo quieres? —le sonrió Rufus cuando se encontraron en el desayuno del día siguiente—. ¿Tradicional estilo tejano con Dios de por medio, o solo una fiesta suficientemente grande como para molestar a todo el vecindario?

Nate miró a Blair y se encogió de hombros.

—Pues ya que estamos subidos en este barco, que sea el mejor estilo tejano. Estaba pensando en la capilla del pueblo más cercano. ¿Tú qué crees?

—Creo que el cura es mi amigo y puede hacer un espacio para que se casen ahí, solo déjame arreglarlo —sonrió Rufus.

—En ese caso, creo que será mejor si nosotros vamos a buscar un vestido de novia —decidió Blair porque solo quería que pudieran alejarse de allí un poco.

—Yyyyy... ¡yo tengo que estar ahí para ayudar a elegir algo tan importante!

Nate se levantó y tiró de ella hacia el estacionamiento, no sin antes cruzar un par de miradas con Ranger, donde los pensamientos estaban implícitos. El ex soldado iba a hacerse cargo de cuidar a Nathalie a como diera lugar.

Así que con esa tranquilidad en su conciencia, Nate se llevó a Blair de paseo a la ciudad, con una escolta por supuesto de uno de los gemelos, Elijah, y la chica que huía de él.

Finalmente se detuvieron en una tienda de vestidos de novia y Blair sintió que algo se estrujaba en su pecho porque la verdad era que jamás se había puesto ninguno, y quizás aquella sería la primera y la última oportunidad que tendría de vestirse de novia.

—¿Estás bien nena? —preguntó Nate cuando vio aquella expresión de tristeza en sus ojos.

—Sí, es solo… no me hagas caso —murmuró la muchacha y Nate la arrastró hasta uno de los probadores, metiéndose con ella y cerrando la puerta.

—Nate...

—Solo pídelo nena, y yo te daré todo.

—¿Todo todo? —jadeó ella sintiendo cómo él levantaba una de sus piernas sobre su cadera y buscaba su cuello, su oreja, sus labios, mientras su miembro se restregaba contra la tela suave de sus bragas—. OK, entonces dámelo —suspiró y un segundo después sus uñas se clavaban en los brazos de Nate mientras sentía cómo la penetraba profundamente.

Incluso allí estar con él era algo perfecto, sentir el ritmo suave de sus embestidas mientras la besaba, la dureza de su erección atravesándola, el sonido delicioso que hacían sus cuerpos al chocar.

Nate la envolvió en una burbuja de pasión que duró solo lo suficiente para hacerla estallar en un orgasmo silencioso, pero no lo bastante como para saciarla por completo. La escuchó respirar pesadamente contra su hombro y sonrío besando sus labios con suavidad.

—Todo los Plus que me faltan te los daré esta noche —le coqueteó con descaro y la dejó para que se probara aquel vestido de novia.

No estuvieron en la tienda ni veinte minutos más, porque Blair no tardó en encontrar un vestido que le encantara. Y luego regresaron a casa, porque definitivamente estaba decidida a cobrarle todos aquellos Plus.

Dos días después los ánimos no habían cambiado, pero las discusiones constantes entre Rufus y su mujer habían hecho que Adaline por fin mantuviera la boca cerrada. Nadie podía entender qué su madre estaba tan empeñada en que Sienna era la mujer correcta para Nate. ¡Eso no cabía en la cabeza de nadie!

Pero aun así la boda iba a celebrarse y esa tarde Adaline fue la primera en salir hacia la capilla en uno de los autos, ya perfectamente vestida y arreglada, porque Rufus le había advertido que no podían dar una mala impresión ante la alta sociedad de Texas.

La caravana de autos comenzó a desfilar hacia el pueblo más cercano, y la última en salir fue la limosina de la novia.

El camino que bordeaba todas las haciendas hasta llegar a la carretera principal estaba lleno de curvas suaves hechas a propósito para que los vehículos fueran más lento, porque obviamente no era extraño que algunos animales se cruzaran en el camino.

Quizás por eso el conductor de la limusina no se preocupó cuando una manada de reses le salió al paso, haciéndolo frenar a un costado de la vía. Lo que ni él ni nadie esperaba… era que aquella puerta trasera se abriera violentamente y dos disparos seguidos retumbaran en el aire frío de la tarde.

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