BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 7

Aquello era un negocio, solo un negocio, y Nate estaba más que consciente de esto, sin embargo había un componente allí que ni podía fingirse, ni comprarse, ni solucionarse; un componente que tenía que darse de forma natural al menos para él y ese era el deseo.

Quizás ella pudiera simplemente abrirse de piernas y soportarlo, pero para él definitivamente tenía que haber al menos una mínima chispa o de lo contrario aquel guerrero sería guerrero muerto sin haber empezado la batalla.

Y por más sentimientos contradictorios que eso le provocara, el deseo por aquella mujer no era precisamente un problema. Lo había sabido desde el primer momento en que la había visto llorosa y despeinada en aquella clínica. Había sabido que había chispa y atracción, que era “follable, besable y devorable”, y que podía hacérselo en posiciones que no se habían visto ni en el Kama Sutra.

Blair tenía la piel suave y caliente, curvas delicadas y una forma de tener siempre los labios abiertos que le ponía la sangre a latir en las sienes y mucho más abajo también. Su cabello despedía un aroma suave a flores y a bosque, y sabía que el tono bajo de su voz sería perfecto entre gemidos.

El problema allí no era tenerla temblando entre sus brazos, el problema era saber que si se estremecía no era precisamente porque estaba excitada.

Una mano de Nate subió desde su vientre entre sus pechos y sintió el latido desenfrenado de su corazón y su respiración entrecortada.

—Lo siento, pero si vas a llorar esto de verdad no funcionará —murmuró él mientras pegaba completamente su cuerpo el suyo y Blair contenía el aliento al sentir la incipiente erección contra su trasero.

—No estoy... —intentó hablar con voz ahogada—. No estoy llorando, solo... Lo siento estoy nerviosa...

La nariz de Nate recorrió despacio la curva de su cuello dejando su aliento cálido en el camino, con un gesto que a ella la hizo cerrar los ojos.

—No hay razón para que estés nerviosa... —siseo él con tono ronco—. Juro que no muerdo fuera de la oficina.

—Dice el que acaba de beberse una copa de valor del que viene en botella —murmuró Blair sin pensar y ahogó un jadeo cuando él le dio la vuelta bruscamente y alcanzó el cabello de su nuca para obligarla a mirarlo.

—¿Necesitas una tú también? —susurró tan cerca de su boca que casi pudo saborear las frutas en su aliento.

—¡No...! No, no sería bueno para el... Bueno, para lo que vamos a hacer...

Y lo que iban a hacer tenía nombre y fecha, y Nate se encargó que confirmarla levantándole despacio la playera del pijama para sacársela por la cabeza. Contuvo la respiración inconscientemente cuando vio el contorno de sus pechos contra el brasier claro, y se humedeció los labios mientras aquella idea surcaba su cabeza.

—Escucha, esto un negocio, pero no tiene por qué ser desagradable —dijo acariciando el contorno de sus senos con la punta de los dedos—. Podemos intentar hacerlo menos dramático... A menos que definitivamente no puedas soportarme y en ese caso ahí está la puerta —advirtió mirando la salida por un segundo—, porque esto es un contrato pero yo no violo mujeres ¿se entiende?

Y como si quisiera reafirmarlo Nate dio un paso atrás y el cuerpo de Blair se movió hacia él instintivamente dando un paso hacia adelante.

—¡No! ¡No es eso, usted es...!

—Si me vas a tratar de usted tampoco va a funcionar.

Blair se pasó una mano por los ojos intentando controlarse y aquellos labios entreabiertos de los que querían salir palabras pero no podían hicieron que la sangre de Nate se encendiera.

—Tú... Tú eres un hombre muy atractivo, es solo que...

Él dio otro paso atrás tirando de su mano y cayó sentado en la butaca más cercana con ella encima. Blair ahogó un jadeo cuando sintió las manos en sus caderas y luego acariciando su trasero con un gesto de suave posesividad.

—¿Qué te parece si cierras los ojos y sólo finges que soy otra persona? —preguntó el pensando que quizás esa era la mejor opción para los dos, quizás solo necesitaban imaginar no estaban allí sino con otros.

Sintió las manos de la muchacha recorriendo su pecho hasta entrelazarse detrás de su cuello y aquella erección se volvió monstruosa en un solo segundo. Apretó sus caderas hacia abajo y Blair gimió sintiendo la dureza de su miembro aún por encima de la ropa. Sus manos eran calientes y demandantes, pero apenas llegaron a su nuca y tiraron de ella para encontrarse en aquel beso, cuando el sonido estridente de un celular los hizo reaccionar.

Nate frunció el ceño de inmediato y levantó a Blair en vilo por las caderas para sacársela de encima y sentarla en la butaca.

Aquel celular jamás sonaba, estaba destinado solo a problemas realmente grandes, cuando no debía decir cosas comprometedoras que alguien pudiera usar contra él.

—¡Ranger! ¡¿Qué es lo que pasa?! —gruñó contestando al teléfono y recogió la playera de Blair para lanzársela.

La muchacha se la puso de inmediato, pero se quedó atenta porque a cada segundo que pasaba Nate parecía más ofuscado.

—¡Ya lo sé! ¡No es porque estés borracho! Es porque se te van a pegar mil periodistas impertinentes y lo primero que van a cuestionar es que estés resolviendo una crisis con aliento etílico —le respondió ella y Nate hizo un gesto de impotencia, pero finalmente agarró el café y empezó a bebérselo.

—¿Sabes qué? ¡No tengo tiempo para discutir contigo, ahora te aguantas el viaje! —gruñó pisando el acelerador con fuerza y Blair se parapetó contra el asiento, convirtiéndose en el accesorio que sostenía o le pasaba el café para que lo bebiera.

Casi cuarenta minutos después llegaron al lugar del accidente, un puente en las afueras de la ciudad donde los inmensos camiones de transporte se habían volcado.

La situación era realmente extrema, los conductores habían logrado salvarse, pero los camiones se habían caído al río y estaban hundiéndose poco a poco. Las llaves se habían perdido en las cabinas hundidas y los animales en su desesperación se lastimaban entre ellos intentando no ahogarse.

Apenas Nate estacionó cuando una avalancha de periodistas se fue sobre él. La policía intentaba sacárselos de encima, pero ni siquiera la mirada molesta y amenazante de Ranger lograba mantenerlos a raya.

Nate se acercó a uno de los bordes del puente y miró la escena con los puños apretados

—Dime que hay forma de sacarlos. Debe haber alguna manera —murmuró mirando a su amigo.

—Ninguna. Incluso si tuviéramos las llaves, la cerradura de los camiones ya está bajo el agua, en medio de la corriente —le explicó Ranger—. Es demasiado arriesgado para una persona meterse ahí en medio de la noche.

Los alaridos de pánico de los animales inundaron el corazón de Nate, toros de exhibición, animales pesados y violentos que estaban atacándose los unos a los otros en un intento por sobrevivir. Y como un hombre nacido y criado en una hacienda ganadera, él sabía muy bien lo que debía hacer.

—Hay que sacrificarlos —sentenció finalmente mirando a la autoridad más cercana, y un segundo después comenzaba el escándalo de sabía Dios cuántos grupos ambientalistas que se habían reunido allí.

Algunos incluso comenzaron a golpear su auto y Blair salió asustada, haciendo que varios periodistas se fijaran en ella y corrieran a interrogarla por salir del coche de Nate.

Blair sintió que la sangre se le helaba en las venas cuando los vio acercarse y trató de caminar rápidamente hacia él, hasta que la mano intrusa de uno de ellos trató de detenerla mientras le descargaba sobre los ojos el flash de su cámara.

—¡Hey! ¡Déjala! ¡Ni siquiera te atrevas! —rugió Nate alcanzándola en un segundo y poniéndola detrás de su cuerpo—. ¡A ella no la tocas!

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