El problema era que en aquel momento Nate no tenía tiempo para definir qué era aquello: si posesividad, sentido de pertenencia o instinto protector. Simplemente ver a aquel tipo tocando a Blair lo había sacado de sus casillas.
Sentía la frente de la muchacha apoyada en su espalda y la forma inquieta en que sus puños se cerraban sobre la piel de su cazadora, y solo echó un brazo hacia atrás tocando su espalda con un gesto de seguridad.
—¡Que ni se te ocurra volver a tocarla! —amenazó al periodista—. ¡Las preguntas son para mí y yo te las responderé cuando lo considere!
—Pero ella, ¿quién es...?
—¡¿A ti qué te importa?! ¡Puede ser mi mujer o mi chica del café, y aun así tampoco te importaría! —gruñó molesto.
La policía trató de alejar a los periodistas tanto como era posible, pero la verdad ese era el menor de los problemas, porque a pesar de las protestas, Nate se mantuvo firme en su decisión.
—Quizás si intentáramos levantar los camiones con una grúa —propuso uno de los policías.
Pero los camiones con los animales dentro pesaban demasiado como para que aquel puente sostuviera a una grúa de ese tamaño más su carga.
—Entonces esperemos a que sea de día y algunos buzos pueden intentar...
—Faltan seis horas para que sea de día —sentenció Nate—. Mi decisión está tomada.
—¡Pues a ver si esta gente del medio ambiente tiene razón! —gruñó un policía molesto—. ¡Simplemente está tomando la salida fácil!
Y tal como él, todos los que defendían otras alternativas creían que lo más fácil para él era matar a los animales. Los ánimos se iban calentando a cada segundo y Blair se dio cuenta de que aquella decisión pondría a Nate en la mira del mundo de la peor manera posible.
—¿Qué quieres hacer? —le preguntó Ranger, y después de tantos años de conocerlo Nate sabía que su mejor amigo siempre, pero siempre, salía preparado.
—Pásame uno de los rifles de caza —le pidió porque Ranger siempre tenía al menos uno de esos en su camioneta, una reminiscencia de su tiempo en el ejército que jamás podía dejar atrás, porque dejar el rifle era como dejar una parte de su propio cuerpo.
Blair los vio dirigirse hacia la camioneta de Ranger y una idea fugaz pasó por su cabeza: en aquel momento nada iba a mejorar, pero quizás después, quizás si la gente pudiera entenderlo…
El problema era que iban contra personas para las que era más fácil manifestarse sin entender del todo por qué demonios se manifestaban. Personas a las que incluso les resultaba más fácil llegar a ser agresivos. Así que no le sorprendió para nada cuando vio que algunas de aquella gente comenzaban a sacar algo de sus bolsas y su primer instinto fue correr hacia Nate metiéndose en medio de aquel ataque.
El primer huevo dio directamente en su espalda, y los tres o cuatro siguientes le dieron desde la nuca hasta los pies mientras ella se quedaba rígida y Nate la miraba tan sorprendido como furioso.
Blair lo había protegido de la gente, lo había protegido de algo que podía ser mucho peor que solo un par de huevazos y eso hizo que la sangre se le encendiera en las venas. Estaba a punto de abrir la boca para lanzar la primera amenaza, cuando la muchacha lo increpó.
—Dime por qué —le pidió de repente, y él la miró confundido—. Solo dime por qué hay que sacrificar a esos animales. Esta gente está gritando porque piensan que eres el malo en esta historia...
—¡Y yo no tengo por qué darles explicaciones! —espetó Nate con rabia.
—Ya lo sé. Pero puedes explicármelo a mí, ¿por favor? —le pidió Blair—. Yo soy tan ignorante como ellos, yo tampoco entiendo por qué quieres sacrificar a esos animales en lugar de intentar salvarlos.
—¡Porque no se puede! ¿Crees que quiero matarlos? —replicó Nate molesto—. No quiero hacerlo, son los mejores ejemplares de esta compañía, lo último que quisiera en el mundo es tener que sacrificarlos, pero es peor dejarlos morir lentamente, o dejarlos sufrir mientras se matan los unos a los otros.
—¿Y no hay forma de hacer algo?
Nate estaba exasperado por aquella insistencia de Blair, pero la súplica en sus ojos era más fuerte aún que su insistencia.
—El puente no podría soportar una grúa que levante los camiones —le dijo con tono frustrado—. La única opción es mandar buzos a abrir las puertas, pero las llaves se hundieron junto con las cabinas y desaparecieron. La corriente está demasiado fuerte y el río es muy peligroso. No puedo arriesgar la vida de ningún ser humano para salvar a esos animales.
—¡Y si esperamos a que sea de día, como dijo el policía ese?
—Blair, estos animales no aguantarán seis horas. No estás hablando de perritos, estás hablando de toros de más de mil kilogramos, con pezuñas y cuernos, que se están ahogando en medio de un transporte semi hundido en el río. Ahora mismo se están lastimando entre ellos, se están haciendo heridas de las que no sobrevivirán, el pánico los está haciendo atacarse… En una hora todos estarán muertos, pero todos habrán muerto de la peor forma posible. —Nate pasó saliva y respiró profundo hundiendo los dedos en su cabello—. Me crio un hombre que me enseñó a respetar la vida, pero también me enseñó a tener el valor suficiente como para ponerle fin al sufrimiento de ser necesario. No quiero, de corazón te juro que no quiero sacrificar a esos animales, pero tengo que hacerlo.
Blair lo miró a los ojos por un segundo y luego tomó el arma de las manos de Ranger para entregársela.
Un segundo después la pantalla cambió de tono, a lo que parecía ser un vídeo hecho por el celular de un espectador, con la diferencia de que aquel celular estaba fijo en algún lugar de la cajuela de la camioneta de Ranger. ¿Quién demonios lo había puesto allí?
“El puente no podría soportar una grúa que levante los camiones”.
“No puedo arriesgar la vida de ningún ser humano”.
“Estás hablando de toros de más de mil kilogramos con pezuñas y cuernos que se están ahogando”.
“Ahora mismo se están lastimando entre ellos, se están haciendo heridas de las que no sobrevivirán” ...
“En una hora todos estarán muertos, pero todos habrán muerto de la peor forma posible”.
“Me crio un hombre que me enseñó a respetar la vida”.
“De corazón te juro que no quiero sacrificar a esos animales, pero tengo que hacerlo”.
Cada palabra de su conversación con Blair estaba allí, y los medios las estaban transmitiendo de la forma correcta, solo para que al final una de aquellas periodistas diera su conclusión:
“Hay que tener valor para tomar decisiones difíciles, y en la noche de ayer, el CEO Nathaniel Vanderwood demostró sobradamente su valor, su compasión y su humanidad...”
Nate se apoyó en su escritorio, con los ojos muy abiertos por la incredulidad. Aquella sí era una gigantesca sorpresa, sin embargo por desgracia el apoyo de los medios no serviría para convencer a todos sus socios e inversionistas.
Las llamadas comenzaron a entrar una tras otra por decenas, y cuando llegaron a cientos, Nate se llevó las manos a la cabeza y negó con resignación, porque no imaginaba un buen escenario para todas aquellas llamadas.
—Esto tiene que ser malo... ¡Esto tiene que ser muy malo!
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