Había algo, algo rústico, salvaje y feroz en aquella mujer y aunque Matt no sabía casi nada sobre ella, no podía evitar que aquella expresión sincera le revolviera algo dentro. Quizás era que la mujer que había marcado su vida para mal era una experta en mentir, manipular y disfrazar tanto sus sentimientos como la verdad, mientras que Heilyn Payne era tan directa que no le importaba lo que pensaran de ella.
Lo cierto fue que en el mismo momento en que escuchó aquella demanda, Matt entendió que le debía la verdad, o perdería su confianza para siempre.
—Tengo cuatro hermanos, soy el segundo mayor —le dijo metiéndose las manos en los bolsillos y haciendo acopio de valor para contarle todo aquello—. Mi hermano Nate es el mayor, la mujer que dejó a Sian en el orfanato era su novia.
Vio a la muchacha abrir los ojos con expresión sorprendida y bufó con frustración.
—¡Maldición, mujer, esto no debería hacerse sin una botella de vino delante, porque créeme, no es bonito! —rezongó y aunque él no lo supiera, ella también tenía su parte sórdida y oscura que contar.
—Mejor vámonos de aquí… Total, deben ser las cinco de la tarde en algún lugar —murmuró ella y lo siguiente que Matt supo era que estaban caminando hacia su casa.
Heilyn gruñó con impotencia cuando volvió a ver el cartel de desalojo pegado en su puerta y lo arrancó, metiéndoselo en un bolsillo con un gesto inútil porque Matt igual ya lo había visto.
—Enciende la chimenea, la calefacción solo es para Sian —le dijo mientras rebuscaba en una pequeña alacena y sacaba una botella que puso sobre la mesa de la cocina.
Sirvió dos vasos y Matt bajó el suyo sin dudarlo, solo para hacer una mueca mientras sus ojos se ponían llorosos.
—¡Oh, por Dios, eso sabe a diablo recién salido del infierno!
—Pues yo lo encuentro bastante bueno, no seas tiquismiquis —rezongó ella bebiendo un poco del suyo y Matt se dio cuenta de que quizás eso era lo único que podía pagar, así que hizo un acto de cortesía y sacrificio y se sirvió de nuevo.
—Pasé más de cinco años sin beber —murmuró y la muchacha frunció el ceño.
—¿Eras alcohólico?
—No, solo bebía en las fiestas, en la universidad… Pero en la última borrachera que agarré me acosté con la novia de mi hermano y esa culpa me persiguió por años, así que decidí no volver a beber —le contó.
—¿Entonces tú y… la bruja esa…? ¡Aggghhh! —exclamó ella con una mueca de asco.
—En mi defensa, no me acuerdo de nada. Ni siquiera sabía que eso había tenido consecuencias, pero hace unos meses me enteré de la verdad —continuó él—. Sienna quería embarazarse de Nate pero no lo lograba, así que me usó de banco de semen. Se embarazó y creyó que con eso iba a amarrar a Nate para toda la vida… el problema fue que apenas mi hermano lo vio supo que ese bebé no era suyo sino… sino mío.
—Exacto, funcionó, Sienna me dijo que el bebé estaba vivo y que su madre se lo había quitado. Me dieron la dirección del orfanato de Cardigan pero cuando llegué ahí no lo encontré.
Heilyn golpeó violentamente la mesa y se levantó caminando por la habitación. Durante años había tenido muchas preguntas sin respuesta pero ahora por fin entendía lo que había visto la noche en la que Sienna había entregado a Sian.
—Quería tenerlo disponible —murmuró y aquella afirmación hizo que Matt se levantara también.
—¿De qué hablas?
—¡Esa bruja desgraciada, no quería a Sian, pero sí quería mantenerlo disponible! —gruñó con rabia—. Durante años no pude comprender por qué lo hizo pero ahora lo sé. ¡La razón por la que esa bruja no quería que no se incluyera al bebé en el proceso de adopción, por qué no quería que nadie lo tuviera…! ¡Maldit@ infeliz, era porque quería mantenerlo disponible!
Y justo en aquel momento Matt la miró como si no pudiera creerlo.
—¿Qué es lo que me estás diciendo exactamente, Heilyn? —la increpó y en aquellos ojos supo que solo recibiría la verdad.
—¡Te estoy diciendo que esa bruja pagó para que a Sian jamás lo adoptara una familia!
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