Zabdiel e Isabella, caminaron hasta el ala más alejada de Palacio, unos salones dedicados a guardar algunos cuadros que su madre había pintado cuando era joven y le encantaba pintar todo cuanto veía, el salón era bonito, cómodo y bien amueblado, elegante, como todo en aquel lugar. El camino lo hicieron en silencio, pero en cuanto llegaron al salón Isabella, se arrojó a los brazos del Jeque y sin mediar palabra le dio un arduo beso que él no se negó a corresponder. Fundiendo sus labios en una ardiente caricia.
-Mi Isabella. . . - susurró junto a sus labios- mi amor. . . mía, solo mía- la estrechó con fuerza.
-No podría ser de nadie más- le aseguró ella con el corazón agitado- no querría ser de nadie más- volvió a besarlo. Luego se quedaron allí abrazados.
-Zahra. . . te mira. . .
-Lo sé. Nunca ha ocultado su interés en mí, es algo que viene desde hace muchos años.
-¿Y tú?, ¿consideraste alguna vez. . .? dímelo Zabdiel- le rogó.
-Soy barro en tus manos cada vez que me llamas por mi nombre- dijo con voz tierna y besó la femenina frente- en algún momento lo consideré- aceptó y ella se entristeció de inmediato- no te aflijas, amada mía, he jurado que tienes mi corazón, y por Alá, que no hay nada más cierto. Eres la única mujer que me importa, la única con la que quiero estar. Zahra, siempre fue la opción de mi padre, él pensó que al casarme con ella el legado familiar se afianzaría y estaríamos más unidos que nunca. Mi tía es una mujer agradable, Zahra es también una gran mujer, pero desde que te vi lo supe, no habría otra en mi vida, siempre sería tú.
-Tengo un poco de. . .inseguridad- declaró con voz temblorosa.
-No debes tenerla, mi amor- la miró a los ojos- mañana mi familia sabrá de nuestro compromiso, eso incluye a Zahra, pasado mañana lo sabrá todo el país, y pronto el mundo entero sabrá que el corazón del Jeque de Norusakistan tiene dueña, y esa no eres otra que tú- dijo firmemente antes de besarla.
Zahra y Esquizbel, caminaban mientras conversaban, ella prendida del brazo de él.
-Es evidente que no te quieren en Palacio, querido primo.
-Así es. Pero poco me importa, tienen que tolerarme.
-Creo que juegas con tu suerte- le dijo- podrían hartarse de la situación.
-Muchos Norusakistanes me apoyan Zahra- le dijo muy seguro de sí mismo.
-Puede ser- reconoció- pero Zabdiel, es el Soberano.
-No puedo creer que sigas babeando por él- le dijo enojado.
-Lo he querido desde siempre- le recordó- ahora que es El Soberano, tengo la oportunidad de ser no sólo su esposa, sino la reina de Norusakistan.
-Creo que tendrás que despedirte de tu segundo título, querida prima. Si quieres puedes ser su esposa, pero la reina será otra, porque dentro de mis planes está arrebatarle la corona a nuestro primito-Zahra frunció el ceño, por supuesto que quería ser la esposa de Zabdiel, pero también contaba con ser reina, era un añadido muy atractivo como para despedirse de él- aunque si no te apuras, quizás te quedes sin ambos títulos.
-¿A qué te refieres?- lo miró con ojos enormes.
-A que la candidata a Soberana es otra; Isabella Stone.
-Esa foránea no tiene nada que hacer frente a mí- dijo con desprecio- no es digna de ser reina.
-Sin embargo "Su Majestad"-dijo con sorna- ha puesto sus ojos en ella. ¿Es que acaso no vez como la mira?- Zahra, pensó y coincidió con su primo. Su Zabdiel, la miraba casi con adoración- el caso es que yo quiero la corona y también a esa mujer. Yo la vi primero y mi primo no se quedará con ella. Me casaré con ella, juró que lo haré.
-Debes hacerlo- le aseguró Zahra- no estoy dispuesta a perder a Zabdiel.
-Tengo un plan. Quizás puedas ayudarme.
Naiara, la había ayudado a colocarse una hermosa bata de seda Lila para dormir, y mientras cepillaba su cabello, le contaba un poco sobre Zahra.
-Es una señorita muy bonita, aunque antipática. Suele tratar al servicio con desprecio, sin embargo frente a su Majestad, se muestra dulce y atenta. No es como usted- le había dicho- usted sería una excelente Reina, señorita Isabella- sus ojos habían brillado al pronunciar aquellas palabras. Si Naiara supiera que al día siguiente se anunciaría el compromiso seguramente se hubiese mostrado muy feliz- La señorita Zahra, siempre ha sido consentida y caprichosa, el antiguo Jeque, al que Alá bendiga por haber sido tan bueno, siempre le tuvo muchas consideraciones.
-¿Por qué?- se atrevió a preguntar- ¿por qué la consideraba tanto, Naiara?
-Por ser su sobrina, señorita y también porque no ocultaba su deseo de que alguna vez se convirtiera en reina.- aquello le dolió profundamente.
-¿Y cómo ha sido el nuevo Jeque con ella?
-Siempre se ha mostrado atento, pero esta vez es diferente, aunque la considera no puede apartar sus ojos de usted- Isabella, se había ruborizado. ¿Era tan evidente lo que sentían?- usted le agrada señorita, lo veo en la forma en que la mira, y sé que a usted no le es indiferente.
-No- reconoció- no lo es.
-Eso es bueno. Quizás tengamos reina muy pronto- le había dedicado una sonrisa a la vez que dejaba el cepillo sobre el hermoso mueble de madera- buenas noches, señorita- y así se había retirado.
Ahora Isabella, no podía dejar de moverse en su habitación. Caminaba inquieta de un lado a otro. Quería creer que era debido a los nervios por que se anunciaría el compromiso, pero lo cierto era que sus nervios tenían otro nombre; Zahra.
Sin poder soportarlo más, salió de su habitación con dirección a los aposentos del Jeque.
Al llegar, Nazir se encontraba frente a la puerta, como si aguardara instrucciones. Isabella, se ruborizó al pensar en lo que imaginaría Nazir al verla allí. Pero el hombre solo hizo una leve reverencia.
¿A ella?, ¿por qué?
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