(COMPLETO) EL CALOR DEL ORIENTE romance Capítulo 22

Hayffa, estaba sentada en el salón principal bebiendo un té de jazmín, con una refrescante sonrisa dibujada en el rostro.

Ya podía imaginar el anuncio que El Jeque estaba por dar.

Era su hijo y lo conocía perfectamente, y aunque no sucediese lo mismo con Isabella, sabía que algo se traían, esas dulces miradas que compartían, y la forma en que se sonreían no había pasado desapercibidas para ella. Se querían y estaba segura de ello, tan segura que hubiese apostado su vida a que en Palacio, pronto tendrían boda.

Y sería una boda estupenda, con todo Norusakistan de fiesta, la música inundando el reino, su hijo feliz  y sin duda Isabella, estaría radiante en su vestido de novia.

Sí, así sería. Seguramente le darían unos nietos muy hermosos. Sonrió más ampliamente, con el rostro de Zabdiel y los ojos de Isabella. . . no importa a quién se parecieran, lo que no cabía lugar a dudas es que serían unos niños muy amados.

-¡Tía. . .tía, auxilio por favor!- Hayffa, se sobresaltó, la taza de té cayó de sus manos cuándo vio aparecer a Zahra, y detrás de ella Haimir con cara pálida.

Su sobrina venía con un gran golpe en la mejilla y otro en la boca, su elegante moño ya no existía y su largo cabello estaba anudado y lleno de polvo, eso sin contar las lágrimas y la sangre seca en su mejilla.

-¡Zahra, hija mía!- se puso en pie y corrió hasta ella, quién la abrazó y se arrojó a sus brazos sollozando y gimiendo.

-¡Tía!- sollozó- ¡fue horrible!

-¿Qué sucedió Zahra?, ¿Dónde. . .- su voz tembló- dónde está Isabella?

-¡Oh tía!- gimió. En ese mismo instante El Príncipe aparecía con rostro agitado.

-¿Qué sucede? Nazir,  me ha dicho que Zahra ha llegado en mal estado.

¿Dónde se supone que estabas?, ¿cuándo saliste?

-¡Zahir!- Zahra, se arrojó a los brazos de su primo- fue lo más horrible que he vivido. Me han golpeado y. . .

-¿Qué sucedió con Isabella, Zahra?- preguntó Hayffa horrorizada.

-¿Isabella?- Zahir, abrió los ojos, hasta que amenazaron con salirse de sus orbitas- ¿cómo que, Isabella?- preguntó angustiado.

Su hermano lo mataría.

Ahora sí podía darse por hombre muerto.

O desterrado, en el mejor de los casos.

-Fuimos juntas a comprar túnicas. . .

-¡¿SOLAS?!- gritó Zahir, llevándose ambas manos a la cabeza. ¿Qué le diría a su hermano?

-No. . . Cuatro guardias nos acompañaron, es que. . . queríamos comprar prendas para esta noche- gimió- jamás nos imaginamos que. . .

-¡POR ALÁ!- gritó nuevamente Zahir, mientras que Hayffa, se cubría el rostro y negaba- ¡FUE UNA IDIOTEZ!

-¡Yo no. . .no. . .

-¿Se puede saber que sucede aquí?- la voz de Zabdiel, reclamó la atención de todos. Quienes se giraron y los observaron con plena preocupación.

Palacio ardería con la ira del Jeque.

-Zabdiel. . .yo. . .

-TE HICE UNA PREGUNTA. ¿ DÓNDE ESTÁ ISABELLA?, TE DEJÉ AL CUIDADO DE LAS MUJERES, TE CONFIÉ LA INTEGRIDAD DE ELLAS, DIME DE UNA MALDITA VEZ, DÓNDE ESTÁ ISABELLA- lo arrojo con fuerza contra el sofá y mi madre gime. Corre y se interpone entre ambos.

-Hijo mío. . . debes calmarte. No. . .no maldigas, tu nunca lo haces. . .

-Madre, aléjate- crispo mis manos y las convierto en puños- le dejé al cuidado de ustedes, mi hermano debe responderme, por una maldita vez en su vida, debe hacerse responsable. . .

-Hijo. . .¡por Alá, no maldigas!- gime horrorizada. Sé que está desconcertada, yo nunca maldigo, nunca, nunca lo hago, de hecho es primera vez en mi vida que me muestro tan furioso, es primera vez que dejo que la ira Norusakistana se apoderé de mí.

-Fue mi culpa- me dice mi madre y la miro sin comprender.- fue mi culpa hijo. Tu hermano estaba en sus aposentos a causa de un dolor de cabeza. Isabella y Zahra querían salir a comprar túnicas para la cena de esta noche, no vi problema alguno en que. . .

-¡MADRE!- grito sobresaltándola- ¡DI ÓRDENES DE QUE NO SALIERA SOLA!

-Y no lo hizo, Excelencia- quise gritar de frustración, no eran momentos para formalidades absurdas- ambas fueron acompañadas de cuatro guardias de Palacio- gimió Hayffa.

-Eso no te exime de tu responsabilidad ante mí- le digo a mi hermano, mientras lo miro por encima del hombro de mi madre.

-¡¿Y DÓNDE ESTÁ?!, ¿ ESTÁ HERIDA, ESTÁ GRAVE?- demandó saber lleno de angustia.

-Se la llevaron los bárbaros- mi corazón definitivamente dejaría de latir ese día.

Me giro hacia Zahra, apenas pronuncia aquellas palabras. Camino hasta ella, quien aún se encuentra en el suelo. La levanto por los hombros sin preocuparme en ser delicado y la miro con ira.

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