Zahir. . .
Veo como los presentes comienzan a dispersarse y Zahra, camina con paso apresurado, así que sin esperar voy tras ella, cuando cruza el pasillo que conduce a sus aposentos, la tomo con fuerza del antebrazo y la hago girar. Me mira con ojos enormes lleno de sorpresa.
-¿Qué. . . qué sucede, Zahir?- pregunta con voz temblorosa.
-¡Fuiste tú!- la acuso y ella intenta retroceder, pero la sostengo con ambos brazos- ¡Fuiste tú!- le repito.
-Yo. . . no sé de qué me hablas- gime- por favor suéltame, me estás lastimando.
-Sabes perfectamente de lo que hablo, tú pusiste esa serpiente en la habitación de Isabella.
-¡No!- gime escandalizada- ¡soy incapaz de algo como eso!- me da una mirada que intenta estar cargada de inocencia, pero en la que reconozco el miedo- ¡¿cómo se te ocurre?!
-¿Cómo se me ocurre?, te conozco, sé que eres muy mala Zahra, le tienes envidia a Isabella, porque se ha ganado el corazón de mi hermano, harías cualquier cosa por librarte de ella, ¿qué mejor que enviar a una de tu misma especie para que hiciera el trabajo sucio?
-¡Zahir!- gime y se revuelve incómoda - ¡suéltame!, ¡yo no fui, yo no fui!
-¿Crees que no sé qué eres una víbora venenosa y envidiosa?- le pregunto con desprecio, mientras la recorro con la mirada- engañarás a Zabdiel, a mi madre, a todo Norusakistan y hasta a la inocente Isabella, pero no a mí, yo sé quién eres- acerco mi rostro al de ella- sé la clase de víbora que eres, te voy a estar vigilando, primita- le digo con una sarcástica sonrisa dibujada en el rostro- y cuando des un paso en falso estaré allí para verte caer, y sé que no trabajas sola, es evidente que Esquizbel y tú se han aliado, los vigilaré a los dos, si se acercan a Isabella, o a Zabdiel, yo mismo sepultaré sus cuerpos en el desierto- le escupo con odio y la suelto repentinamente alejándola de mí, da dos o tres pasos y se toma de la pared buscando estabilidad, me mira con ojos cargados de lágrimas, pero no siento piedad por ella, me giro y me marcho con paso decidido.
Zahra. . .
Después de que me dice todo aquello, lo veo girar sobre sus talones y marcharse con paso lento y elegante. Los antebrazos me duelen, me ha tomado con demasiada fuerza, ¿Cómo. . . cómo lo supo?, las lágrimas me queman en los parpados. ¿cómo supo que fui yo?, el estúpido Principito me ha descubierto y ahora no sé cómo librarme de esta.
Termino de llegar a mi habitación en una carrera, pongo seguro a la puerta y me dejo caer en la cama ya sin poder contener las lágrimas, comienzo a sollozar mientras mi cuerpo se convulsiona.
¿Por qué todo tiene que salirme mal?
¿Por qué no pudo sencillamente la víbora morder a Isabella y sacarla de mi camino?
¿Por qué todo me sale al revés?
Quería que muriera, que se alejara de él y ahora terminé arrojándola a sus brazos, a su cama.
¡A su cama!
Sollozo y gimo, si tan solo algo pudiese salirme bien, si pudiese alejarla de él, si tan solo pudiese ser feliz con él, amo a Zabdiel y el único impedimentos entre nosotros, es Isabella Stone.
¿Es tan malo querer ser feliz y estar dispuesta a todo por lograrlo?
Maldita Isabella Stone, rosa inglesa desgraciada que solo apareció para arruinarme la vida.
Es lo último que pienso, antes de deshacerme en llanto. Lo peor de todo es que Zahir no es tonto, siempre ha sido el más astuto y perspicaz, me tiene el ojo encima y no me lo sacará hasta demostrar que soy culpable, lo mejor será pedir ayuda a Esquizbel o esperar algún tiempo antes de emprender algún nuevo plan.
Zabdiel. . .
Después de que casi todos se han marchado, le digo a dos guardias que me acompañaran a mi habitación. Mi madre se acerca con mirada preocupada y sé lo que va a decirme.
-Hijo mío. . .
-No cambiaré mi decisión madre, Isabella dormirá conmigo- digo con ceño fruncido.
-Pero, mi amor- ella mira a Isabella, quién se remueve incómoda- no es por ti, cariño- le dice- sabes cuánto te aprecio, es sólo que ésta decisión puede perjudicarles, sobre todo a ti, cariño.
-¿Y de qué sirve ser el Soberano si no se pueden romper algunas reglas?- me responde con una enorme sonrisa.
-Esa es una respuesta evasiva.
-Pero cierta, mi amor- me besa en la frente- fíjate en Zahir, vive infringiendo reglas y no ha sido sancionado.
-Pero eso no quiere decir. . .
-No te preocupes, mi amor. Todo estará bien, en unos días serás mi esposa y esta habitación será tu dormitorio oficial, digamos que solo hemos adelantado las cosas un poco.
-Yo. . . no sé. . .
-¿Te preocupa que falte a mi palabra de respetarte?- susurra besando mi cuello.
-No – suspiro- eres un hombre de palabra. . .
-Y nunca había deseado con más fervor, no serlo. Por ahora me complacerá solo verte dormir- me besa en los labios con rapidez- cuando seas legalmente mía, tendrás poco tiempo para dormir- podría jurar que me he sonrojado hasta la raíz del cabello.
-No me quejaría, lo prometo- sonrío con algo de timidez- seré feliz de estar en los brazos del Jeque.
-No me tiente, señorita Stone- me dice en tono de súplica, me levanto y rodeo su cuello con mis brazos y lo beso con pasión. Nuestros labios encontrándose, nuestros corazones acelerándose y nuestras pieles llamándose a gritos, mientras nuestra razón se negaba a dejarnos ceder.
-¿No vamos a la cama?- susurro sobre sus labios.
-¡Esto será más difícil de lo que yo pensaba!- gime lastimeramente y yo dejo salir una fuerte carcajada.
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