(COMPLETO) EL CALOR DEL ORIENTE romance Capítulo 36

Los días avanzaron con rapidez, aparentemente todos en Palacio se habían acostumbrado a que Zabdiel e Isabella, durmiesen juntos pues ya nadie los miraba extrañado y hasta la mismísima Hayffa, había cambiado el semblante.

Los  preparativos de la boda se  llevaban  a  cabo  con  diligencia, Isabella estaba feliz de poder tener a sus amigos allí, apoyándole como siempre habían estado. El Príncipe no dejaba de halagar a las hermanas Cooper, lo que al principio le causó algo de gracia y luego preocupación a Isabella, ya que su cuñado era un reconocido don juan.

Matt, no estaba más feliz que ella, por eso en cuanto tuvo oportunidad le dejó claro al Príncipe, que Suseth era su prometida y no le agradaban para nada sus halagos y la cercanía que tenía con la mujer que sería su esposa, también le hizo saber que aunque Ivette, estuviese soltera, no estaba dispuesto a tolerar que jugaran con ellas, ni siquiera por que fuese El mismísimo Príncipe. Zahir, respondió con una actitud desafiante argumentando que debía ser Ivette, quién le rechazara, no él.

Isabella, estaba agotada por los preparativos y decidió que necesitaba un descanso, comenzaba a dolerle la cabeza así que era necesario recostarse y dormir un poco para evitar así llegar a una migraña.

Comenzó a caminar por el largo pasillo que la llevaría a las habitaciones que compartía con Zabdiel. El Jeque, se encontraba en una reunión política, afinando detalles para un acuerdo bilateral, y finiquitando algunas relaciones políticas, que según él traerían grandes beneficios a Norusakistan.

Había transcurrido poco menos de la mitad del pasillo cuándo observó que Ivette venía corriendo. Al llegar a dónde estaba ella, quién la miraba con ojos enormes, se detuvo y la miró en silencio.

-Vetty. . . ¿ocurre algo?

-No. . .sí. . .no. . .yo. . .

-Intenta calmarte- observó su rostro ruborizado y sus brillantes ojos- no lograré comprenderte.

-No. . .no sucede nada Bella. Yo. . .solo caminaba.

-Corrías mejor dicho. ¿Y porque pareces tan agitada?- preguntó frunciendo el ceño.

-No. . . bueno, sí.

-Estás muy extraña Vetty, ¿qué ocurre?

-No sucede nada Bella, de verdad- se mordió los labios en un gesto tan suyo e Isabella frunció el ceño al verlos enrojecidos. Algo andaba mal.- ¿puedo irme?

-Claro. Voy a mi habitación a descansar. Sospecho que me dará migrañas.

-Que te mejores, Bella- la besó en la mejilla y se alejó con rapidez. Isabella, continuó su camino, y cuando estuvo frente a la puerta de la habitación observó que Zahir, venía caminando con el ceño fruncido.

-¡Zahir!- él la observó un momento y luego relajó el gesto.

-¿Cómo está, futura Excelencia?- le preguntó serio.

-Yo bien, Alteza- le sonrió- con un pequeño dolor de cabeza, nada del otro mundo.

-Espero mejores.

-Así será, solo necesito descanso he estado agotada con los preparativos de la boda.

-Todo saldrá bien- le dijo como tranquilizándola.

-Lo sé- aceptó ella con un suspiro.- ¿a dónde va, Alteza?

-Yo. . . psss. . . buscaba a Ivette.

-¿Ivette?- Isabella, frunció el ceño de inmediato. Una imagen de una agitada Ivette, le cruzó la mente y ella se preocupó. Fijó la vista en los grises ojos del Príncipe- ¿se puede saber qué ocurrió entre ustedes?

-¿A qué te refieres?- él la miró fijamente.

-Ivette venía como asustada, agitada y evidentemente alterada, ahora tú la buscas.

-No ocurrió nada- su gesto se volvió preocupado.

-Es evidente que, ocurrió algo.

-Nada de qué preocuparse, Futura Majestad.

-Dejémonos de bromas, Zahir. ¿Qué ocurre con Vetty?

-Nada, Isabella. No te preocupes- le besó la mejilla con rapidez y comenzó a alejarse.

-¡Alteza!- lo llamó, él se giró sobre sus talones para observarla.

-¿Sí?

-Recuerda que Ivette, es mi amiga, mi tesoro, es como mi hermana pequeña y no toleraré que la lastimen. Ni siquiera tú- Isabella frunció el ceño nuevamente. Zahir, la observó con gesto serio y sin decir nada giró y se marchó.

Algo andaba mal.

Pensó Isabella preocupada, Ivette era inocente, buena y dulce, demasiado dulce como para que El Príncipe, la añadiera a su larga lista de conquistas y terminara lastimándola. No estaba dispuesta a permitirlo.

Durmió por lo que pareció una eternidad y fue un fuerte llamado a la puerta, quién la sacó de su ensoñación. Abrió los ojos y se removió inquieta en la cama cuándo volvían a llamar.

-Adelante- permitió el acceso mientras se acomodaba en la cama. Quién entró fue una sonriente Suseth.

-Al parecer te desperté, Bella- le dijo llegando hasta ella y sentándose en el borde de la cama.

-Así es, pero no te preocupes, llevo mucho durmiendo.

-Solo un par de horas. Vetty, me dijo que te sentías mal.

-Es solo un dolor de cabeza, nada del otro mundo. Ya sabemos cómo es Ivette, que suele exagerarlo todo.

-Lo importante aquí es si te sientes mejor.

-Sí. Como dije solo me hacía falta descansar un poco Su, ha sido mucho estrés.

-¿Pero, por qué?- le preguntó inocente- si una se casa todos los días con un Jeque, tan guapote y hermoso como Zabdiel, ese hombre que te mira como si no hubiese nada más importante que tú.- los ojos de Isabella brillaron, así era exactamente como se sentía ella, él era lo más importante es su vida y ser su esposa era su mayor deseo.- estás a dos días de ser la mujer más importante de todo Norusakistan. ¡Ese hombre es hermoso!

-Si te escucha Matt, te quedarás soltera de por vida.

-No si logro pescar al Príncipe- estalló en carcajadas, pero Isabella se puso realmente seria.

-Hablando del Príncipe. ¿Qué ocurre entre Ivette y él?

-¡Nada que yo sepa!- respondió Suseth con ojos enormes.

-Me parece que se traen algo. . .

-¡Qué envidia!- gimió Suseth y volvió a reír cuando Isabella la miró mal.- ya, ya sabes que son solo bromas, yo adoro a Matt, es mi vida y no lo cambiaría ni por el mismísimo Jeque.

-Eso es maravilloso, mi amor- me abraza con fuerza, luego me toma de la mano y me guía para que me acueste en la cama- te ves cansado, amado mío.

-Lo estoy, mi señora, pero todo ese cansancio se vuelve nada con solo mirar tus hermosos ojos.

-Te amo- me dice con una amplia sonrisa- jamás imaginé que pudiese sentirme así.

-Dímelo a mí, él hombre que nunca pensaba enamorarse, hasta que llegó una hermosa rosa inglesa, fuerte, noble, delicada y con esos hermoso ojos. . . oh si, y ni hablar de ese cabello. . . ese hermoso cabello- Isabella, comienza a reír y yo sonrío por verla tan feliz.

-Si está muy cansado puedo darle un masaje, Su Majestad.

-Guarde el ánimo, señorita Stone- sonrió con picardía- Solo faltan dos días, dos días y serás mía- susurro antes de reclamar nuevamente su boca- mejor vamos a un lugar que quiero mostrarte.

-¿Un lugar?- preguntó curiosa- pensé que conocía todo Palacio.

-No mi amada, aún hay un lugar que te es extraño, sin embargo lo conocerás ahora mismo.

Allí mismo en la habitación del Jeque, fueron a una de las esquinas donde descansaba un hermoso librero, Isabella parecía confundida de que la llevara allí y dejó escapar un sonido de sorpresa cuando él tiró de un libro color violeta y el mueble comenzó a moverse.

-Santo Dios, como en las películas.

-Si- dijo él con una sonrisa de medio lado- recuerda que para entrar, debes tirar del libro violeta, es el único con ese color en el librero.

-¿Querer usarlo yo?, ¿para qué?- le preguntó con ojos enormes.

-Uno nunca sabe cuándo han de surgir las emergencias, mi amor- le dice sonriéndole- podrías llegar a necesitarlo.

Avanzaron por un oscuro pasillo que parecía interminable, todo se sentía tan lúgubre y frío que la piel de Isabella, se erizó. Luego de caminar en silencio llegaron a una enorme puerta, El Jeque tiró de ella con fuerza y la misma cedió. Entraron juntos y tomados de la mano. El lugar era enorme, como un gran salón, tenía algunos estantes, una hilera de pequeñas camas, algunos baúles, dos mesas. . . ¿qué era todo aquello?

-Zabdiel. . .

-Este es un lugar importante en Palacio y del que solo conoce la familia real.

-Pero. . . ¿qué es?

-Un escondite, mi amor.

-¿Escondite?- él caminó hasta una mesa, tomó una cerilla, encendió una vela y la colocó en un pequeño candelabro sobre la mesa.

-¿Por qué necesitamos un escondite?

-Por muchos motivos. Nunca sabemos si decidieran atacar Palacio y. . .

-¿Quiénes?- lo miró horrorizada.

-Los bárbaros, ellos Isabella, recuerda que Esquizbel, controla algunos grupos. Lo más adecuado es estar preparado para todo, solo quiero que recuerdes que de ocurrir algo, debes venir aquí lo más rápido posible y traer contigo a cuantas personas puedas para así protegerlos.

-Pero. . . .

-Promételo, mi amor- la tomó entre sus brazos.

-Lo prometo- respondió antes de besarlo.

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