El día de la boda había llegado.
Todo en Palacio era una locura, el servicio corría de un lado a otro.
-¡Casi estás lista, Bella!- chilló Suseth.
-Me encantan la combinación de esos colores- gimió Ivette- te ves tan hermosa- sus ojos se cristalizaron.
-Gracias chicas- respondió Isabella con voz quebrada- no podría estar más feliz y todo gracias a ustedes, a ustedes que las tengo aquí, que siempre han sido mi apoyo, las amo.
-Por favor, no lloremos- la cortó Suseth- no quiero que se nos corra el maquillaje- debemos estar perfectas, en este hermoso país lleno de bellezas exóticas, no seremos precisamente las inglesas la que mostraremos una facha horrible, no señor; la novia y las madrinas deben estar muy hermosas.
-Tienes razón- la secundó Ivette- nada de nostalgia, este es uno de los días más felices de nuestra vida, debemos disfrutarlo al máximo.
-De verdad, no sé que harías sin ustedes.
-Estarías horrible en tu boda- dijo Suseth y las tres estallaron en risas.
-Su Excelencia, ha dejado esto para que usted los use el día de hoy, son las joyas que usó su madre en su matrimonio.
-Es un honor, Naiara- respondió con voz poco firme.
-Será usted una gran Soberana.- le aseguró.
-Créeme que no hay nada que desee más. Es un honor para mí poder ser su reina.
-El honor es del pueblo que la recibe, señorita- le respondió con una gran sonrisa- ahora, mírese al espejo, mire a la futura reina de Norusakistan.
La ayudaron a caminar con el enorme vestido hasta quedar frente al gran espejo que abarcaba gran espacio de la pared.
Isabella. . .
Me observo en el gran espejo y estoy a punto de llorar, jamás imaginé que podría verme tan hermosa. Mi largo cabello recogido en un alto y elegante mono, mis ojos parecen llenos de brillo y esplendor, mi cara parece irradiar luz y sé que se debe al gran amor que siento por el hombre que será mi esposo.
Zabdiel, ha decidido respetar y honrar mi cultura y yo he decidido hacer lo mismo, es por ello que aunque es una boda del medio oriente, tiene también rasgos occidentales.
Mi vestido es enorme, como el de toda una reina, es color champagne, con delicados encajes que cubren hasta las muñecas, tiene hermosa pedrería que brillan con intensidad al mínimo reflejo de luz, además tiene detalles en azul cielo, color que en Norusakistan representa eternidad y además lindo detalles dorados que en una boda solo pueden ser usado por la familia real.
-¡Te ves impresionante!- le dijo Ivette.
-Jamás vi una novia más bonita que tú, Bella- le sonrió.
-No puedo creer lo feliz que soy- contuvo el sollozo, mientras Naiara enganchaba a su cabello el larguísimo velo.
-Se ve realmente hermosa. Que Alá, bendiga su unión.
-Gracias, Naiara- en ese momento un llamado a la puerta las sobresaltó. Era Matt, quien entró y se la quedó viendo con ojos cristalizados.
-Estás realmente hermosa, cariño- le dijo con ternura intentando contener las lágrimas- me haces feliz, y espero que Alá bendiga esta unión con al menos tres hijos- sonrió- y toda una vida de dicha.
-Que así sea, Hayffa- le sonríe con cariño. Luego de eso Matt, la deja en manos de las mujeres, quienes la ayudan a subir al trono y Hayffa, retira el hermoso velo y coloca una dorada corona sobre su cabeza, la misma resplandece con destellos dorados, rojos y Azules; los colores de la realeza.
Siguiendo la tradición Norusakistana Hayffa, se acercó con un puntero y comenzó a colocar henna en sus manos y pies.
mientras el resto cantaba y bailaba alegremente. Isabella, observaba atenta el maravilloso trabajo de su suegra. Las henna, daban la impresión de ser hermosos y elegantes guantes, una decoración de lo más exquisita.
Isabella, estaba demasiado feliz como para notar las mirada de odio que le destinaba Zahra, y las lágrimas que se escaparon de sus ojos cuando la música tradicional de Norusakistan comenzó a llenar el ambiente.
Respetando las costumbres, Isabella y Zabdiel no se verían hasta la segunda etapa de la ceremonia. La fiesta comenzó y los presentes comenzaron a bailar al ritmo de la música, todo era risas y alegría, mientras que Isabella, pensaba que estaba teniendo la mejor boda de su vida.
El champagne corría como agua, y las personas se divertían a sus anchas. La prensa no dejaba de fotografiar todo, cada periodista intentaba conseguir la mejor foto de "La boda real".
La comida era exquisita; diferentes tartas, pequeñas empanaditas de atún, callos en salsa, carne de tajin, pollo frito con diferentes y exquisitas salsas, cuscús, frutas, helado en delicadas copas de cristal y dulces típicos del oriente.
Se prepararon pequeños regalos para todos los presentes; saquitos de henna,
lámparitas decoradas con henna, velas personalizadas con henna, Además se entregaban dos alfileres unidos, como símbolo de la unión que se llevaba a cabo. Eran detalles muy lindos y llenos de variados colores, pero los que más resaltaban, era el dorado, el rojo y el azul, por ser una unión real.
Después de lo que parecieron horas, la música se detuvo, indicio de que había llegado la segunda etapa de la ceremonia. Isabella descendió del trono, hasta quedar frente a la elegante mesa. Zabdiel, apareció en la puerta principal con una elegante traje de etiqueta, se veía realmente atractivo así que ella contuvo la respiración por un par de minutos, mientras que le dedicaba una amplia sonrisa, él comenzó a avanzar hacia la mujer que amaba, sin apartar su mirada de ella, poco le importaba que el gran salón principal, estuviese abarrotado de personas que venían a presenciar su unión, en ese momento eran solo él y ella. . .
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