ROMPER UNA PROMESA (III)
Cassian estaba en su oficina revisando unos documentos, sin embargo, su mente no podía dejar de pensar en Aylin. Miro el reloj de la pared y eran un poco más de las nueve, a esta hora la cena ya había sido servida y lo más probable es que ella estuviera encerrada en su habitación como lo ha hecho los últimos días.
El alfa dejó los papeles y se pasó las manos por la cabeza. No sabía cómo remediar la situación que había creado. Aylin se negaba a dirigirle la palabra y su indiferencia lo estaba volviendo loco. Su interior se había vuelto un laberinto sin salida, si estaba cerca de Aylin se sentía culpable y cuando estaba cerca de Ruth se sentía enojado.
Había sido un imbécil al decir lo que dijo.
«¡¿En qué estabas pensando Cassian?!» Se reprochó. «La amas, lo sabes. ¡¿Por qué ibas a decir semejante estupidez?!»
Sin embargo, el alfa sentía que al amarla de alguna manera también estaba decepcionando a la diosa. Puesto que ella también había elegido a Ruth para él. Lo extraño es que cada vez que estaba cerca de ella, ya no sentía ese amor del pasado, primero había sido como una especie deseo, luego se convirtió en protección y ahora… parecía ira.
El alfa estaba sumido en sus pensamientos, cuando un suave golpe en la puerta lo hizo levantar la cabeza.
―Adelante.
La persona en la puerta era Ruth.
Después de que mejorara de su envenenamiento, su actitud cambió por completo, incluso estaba dejando de ser tan retraída como cuando llegó. Se mezclaba con las lobas y venía a la gran casa a veces. La única que le daba una mala cara era Leila, quien claramente le había dicho a Cassian que la única señora que reconocería, era a Aylin.
―Ruth, ¿Qué haces aquí?
Ella le sonrió y cerró la puerta. Su cabello castaño estaba suelto, su rostro era igual al que había enamorado a Cassian en el pasado. Llevaba un fino vestido rojo que resaltaba la blancura de su piel. No se podía negar que Ruth era una mujer hermosa.
―Me has estado evitando ―dijo caminando hacia él ―Y eso me entristece, Cassian.
―Creo que piensas demasiado, he estado ocupado estos últimos días. Deberías saber cómo son los deberes de un alfa, Ruth.
Ella bajó la cabeza avergonzada.
―Perdón. Es que…
El alfa estaba comenzando a hartarse de la situación. Suspiro dejando caer el bolígrafo en su mano y la miro.
―¿Qué quieres, Ruth?
―Solo ver cómo estás. Pareces cansado, estresado… sé que no soy tu pareja ahora. Pero… no puedo evitar preocuparme por ti.
Las manos del alfa se apretaron con fuerza. Tuvo que morderse la lengua para decirle que no era ella quien quería se preocupara de él.
Tomó nuevamente el bolígrafo y comenzó a leer los documentos. Esperaba que entendiera el mensaje y se fuera, pero ella se quedó en el mismo lugar retorciendo sus manos como si estuviera nerviosa.
―¿Hay algo más? ―pregunto con voz áspera.
―Yo… ―ella suspiró y sus ojos se volvieron brumosos ―… he estado teniendo pesadillas. Un horrible sueño donde hay fuego y …
Ella ahora tuvo toda la atención del alfa, quien se puso de pie y se detuvo frente a ella.
―¿Recordaste algo?
―No lo sé… ―Ruth dijo con voz ahogada ―… solo sé que son sueños horribles.
Ruth lo abrazó de repente y Cassian no hizo nada para apartarla. Comenzó a sollozar y los sollozos rápidamente se convirtieron en llanto.
―Tengo miedo, Cassian. No puedo dormir por las noches. No quiero volver a tener esas pesadillas.
―Sssh. Todo está bien. Son solo sueños, no dejaré que te pase nada ―él acarició su cabello.
Ruth levantó la cabeza y sus ojos estaban llenos de lágrimas.
―Gracias, por estar a mi lado.
―Es mi deber hacerlo, Ruth.
―Lo sé ―dijo mientras presionaba la mejilla en el pecho del alfa ―¿Puedo pedirte que te quedes conmigo esta noche?
―¿Qué?
―No quiero intentar nada. Solo… tengo miedo, Cassian.
Aunque su lobo y su corazón le dijeron que era una muy mala idea. Cassian los ignoro. Para él, Ruth ahora era miembro de la manada y al igual que cualquiera que lo necesitara, él iba a ayudarla.
[…]
Aylin estaba en su habitación con Niko en su regazo. Las palabras de Leila seguían dando vueltas en su cabeza.
«¿Embarazada? ¿Un hijo de ella y de Cassian?»
No podía creerlo y aunque la idea la hacía feliz, tenía que reconocer que había llegado en un mal momento. Su relación con el padre de su hijo no estaba en los mejores términos. A lo largo de los días, había pasado por todas las etapas del duelo; negación, ira, negociación, depresión y ahora aceptación.
Comenzaba a darse por vencida y a aceptar que iba a perder contra Ruth. No es que le asombrara, había sido bonito mientras duró, pero ahora que lo pensaba, Cassian se lo había dicho desde el principio. Que su unión solo sería temporal, él no estaba dispuesto en ese entonces a entregar su corazón y ahora que la verdadera dueña había regresado misteriosamente de la muerte, ¿Por qué le sorprendía que la protegiera a toda costa? Lo de ellos solo había sido atracción y buen entendimiento en la cama.
Suspiro y siguió acariciando el pelaje de Niko. De repente, el sonido de la cerradura girando la hizo mirar hacia la puerta. Era bastante tarde, estaba segura de que no era Leila, sino él.
«¿Por qué está aquí?»
Cassian abrió la puerta de la habitación y la cerró detrás de él. Sus ojos verdes miraban fijamente a Aylin.
―¿Qué haces aquí? ―pregunto en evidente tono hostil.
―Aylin, ya es suficiente ―se quejó y camino hacia el tocador ―Hemos estado durmiendo separados varias semanas, ¿hasta cuando vas a seguir castigándome?
Ella se cruzó de brazos y alzó una ceja.
―No estoy obligada a dormir contigo. Así que vuelve a tu habitación, esta es la mía.
Cassian apretó la madera del tocador y cerró los ojos. Sin duda esta mujer era un hueso duro.
―Aylin, eres mi…
Pero ahora ella tenía una expresión de pánico. Sus ojos mostraron sorpresa, dolor y una profunda decepción. Cassian se detuvo viendo su expresión horrorizada.
―¿Qué pasa?
―Lo estoy haciendo, Cassian. No puedes obligarme. Ya la tienes a ella, entonces sé feliz. Yo… yo quiero empezar de nuevo, lejos de aquí.
―No. ―afirmo y repitió como un mantra ―No… no…
―No tiene caso que sigamos haciéndonos daño. Esto no va a ninguna parte, Cassian. En este momento estoy siendo lo suficientemente madura para aceptar que perdí.
―No… ―era lo único que repetía como un mantra.
Sin embargo, Aylin no estaba dispuesta a dar marcha atrás. Y si resultaba embarazada, lo que menos quería era que su hijo creciera en un hogar así. Ella iba a darle uno como el de ella, donde fuera feliz y creciera como un niño normal.
―No tienes que sentir lástima por mí. Fuimos claros desde el principio, nuestro error fue desviarnos de nuestro plan inicial. Es lo mejor para todos, Cassian.
De repente el alfa, levantó la cabeza y sus ojos se volvieron húmedos y sin más, lágrimas corrieron por sus mejillas. Decir que no le dolió verlo de esa manera sería mentir, pero lo que ahora estaban viviendo, era responsabilidad de él y nada más.
―No voy a permitir que me abandones, Aylin. ―gruñó y comenzó a caminar hacia ella ― Eres mía, y no te permito abandonarme… no puedes…
Aylin retrocedió al ver su mirada llena de ira, mezclada con algo que no podía descifrar.
―No puedes evitarlo, Cassian. Si es necesario, le diré la verdad al consejo. Pero, no voy a quedarme ni un día más aquí.
Sin previo aviso, el alfa rodeo su cuello y la pego a la pared, sus ojos ahora eran tormentosos y su expresión era la de alguien que se encontraba desesperado.
―No vas a hablar con nadie ―sentencio― Porque a partir de ahora, no saldrás de esta habitación.
Aylin abrió los ojos con incredulidad.
―¿Qué…?
―Lo que escuchaste ―Cassian pegó su cuerpo al de ella y sus rostros ahora estaban muy cerca del otro ―Vas a quedarte encerrada, porque no voy a darte oportunidad de que me abandones. Hiciste un juramento, Aylin. Eres mia y seguirás siéndolo hasta el último aliento de tu vida.
―No puedes.... Hmm...
El alfa silencio sus palabras con un beso posesivo, pero esta vez, Aylin no correspondió como las otras veces. Ella luchó y lo golpeó para apartarlo, pero él se negó a dejarla ir.
Cuando finalmente estuvo satisfecho, se apartó y ella luchó por respirar. Cassian retrocedió lentamente sin dejar de mirarla y repitió.
―Nunca voy a dejarte ir Aylin, eres mia… mia…
Se dio la vuelta y abrió la puerta para cerrarla detrás de él. Cuando llegó a las escaleras llamó a unos de sus hombres, el lobo se acercó un poco asustado al ver su expresión severa.
―¿Señor?
―Vigila la habitación de mi mujer. ―los ojos de Cassian eran determinados ―No tiene permitido salir, ¿está claro?
Aunque el guerrero no entendía, asintió rápidamente. Estaba a punto de subir las escaleras, cuando el alfa agregó.
―Si escapa ―clavo sus ojos en él ―Pagaras con tu vida.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX.