CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX. romance Capítulo 66

CONEXION PADRE-HIJO.

Después de que Sebastián se fuera, Lorcan entró en la oficina e interrogó a Cassian. Pero al ver su expresión de pocos amigos, supo que no había salido nada bien el encuentro.

—¿Qué te dijo? — pregunto de todas maneras.

— Se atrevió a advertirme que me alejara de Aylin. —el alfa, gruño enojado. Su sistema estaba a punto de hacer explosión, necesitaba de alguna manera drenar la rabia que atravesaba sus venas.

—Y por supuesto no vas a hacerlo, ¿verdad?

—No. Sé que Aylin me ama, está enojada, pero si me deja explicarle, volveremos a ser felices.

—De verdad te deseo la mejor de las suertes, pero… — Lorcan suspiro— Aylin es muy testaruda, no va a ser nada fácil.

—Me ganaré su perdón. La amo y ella me ama, ¿por qué debemos estar separados? Voy a luchar por ella, Lorcan, no voy a perderla nuevamente.

Su amigo asintió en silencio, recordó el tema del niño y le preguntó.

—Dijo algo del niño.

—No. Pero igual pienso averiguarlo, tengo que saber si es mi hijo.

— Si resultará ser verdad, ese pequeño es el próximo alfa de los cazadores de la luna. Tiene que crecer sabiendo quién es.

—Si es mi hijo, ten la seguridad que lo hará, porque voy a llevármelos, así que tenga que matar a Sebastián, no me importa.

Lorcan camino hacia la licorera y sirvió dos vasos de whisky, le entregó uno a Cassian y bebió un sorbo del suyo.

—También está la situación de Lestat, no creo que se haya dado por vencido. La bruja dijo que quería a Aylin y aún no sabemos por qué. Sin embargo, ese silencio por todos estos años, no me da buena espina. Ahora más que nunca tienes que saber la verdad, si el hijo de Aylin es tuyo, entonces es un blanco fácil. Tienes que protegerlo.

La determinación llenó los ojos del alfa, quien se puso de pie y caminó hacia la puerta.

—¿A dónde vamos?

—Necesitó relajarme, y ya sabes que es lo único que me relaja.

Lorcan sonrió emocionado.

—Pensé que nunca lo dirías.

Agarró su chaqueta y siguió a su amigo.

El Aston Martin galopaba a toda velocidad, por lo general Cassian era discreto, pero en su estado actual, no se molestó en recordarlo. El auto no iba lento, pero se tardó treinta minutos en llegar a su destino. Se detuvo en la ladera de una montaña al este de Washington, entre las montañas verdes y los ríos, estaba una enorme casa de campo.

Este es el pequeño secreto de Cassian, el tiempo que vivió en el mundo humano, solía ir cuando quería sentirse como en casa, de alguna manera lo conectaba con su manada. Los dos hombres salieron del auto y entraron a la casa.

Media hora después…

―¡Bam! ¡Bam!

En la sala de boxeo, la frente sudorosa y los ojos verdes de Cassian se enfocaron en el saco de boxeo delante de él. Cada golpe estaba cargado de violencia y fuerza.

La mente de Cassian no podía dejar de reproducir las palabras de Sebastián, su exigencia de que se alejara de ella y esto solo sirvió como combustible para acelerar los golpes y hacerlos cada vez más feroces. Soportando el dolor que envolvía su hombro.

Lorcan miró desde una esquina los dos primeros sacos que ya habían sido destruidos. Su amigo venía aquí cada vez que quisiera relajarse y a decir verdad, a él también le gustaba, lo conectaba con la naturaleza, con su verdadero mundo. Para el estar demasiado tiempo entre los humanos comenzaba a ser demasiado exasperante.

Los golpes siguieron y el tercer saco fue destruido con éxito, Cassian sacudió la cabeza llena de sudor y saltó del ring con agilidad.

Lorcan le entregó una toalla y una botella de agua.

―¿Ya estás más calmado?

Cassian bebió casi toda el agua y el resto la roció por su cabello, mojando las rebeldes hebras castañas. Su piel dorada por el sol brillaba por el sudor y las gotas de aguas cristalinas se deslizaban por su poderosa espalda.

Sacudió la cabeza y dijo con frialdad.

―¡Aún no!

Lorcan suspiro y le quitó la toalla y la botella de agua.

―Pues tendrás que calmarte, tenemos la cita con el médico. Y con lo que acabas de hacer estoy seguro de que tu hombro quedó hecho una m****a.

El alfa recordó la cita médica y miró a su amigo en silencio.

―¿Es necesario? No voy a morirme.

―Igual iremos, así que ve a ducharte. Te espero en la sala.

Lorcan paso a su lado y lo dejo. De verdad apreciaba a su amigo, pero se estaba cansando de parecer una esposa.

«Condenada Aylin, estás en deuda conmigo para la eternidad» se quejó en silencio.

Cassian finalmente fue a la cita con el médico, ya que Lorcan lo obligó a ir para tratarse su hombro lastimado. Cuando entraron al hospital, mientras Lorcan hacía el papeleo, Cassian esperó en el pasillo. De repente, vio tirado en el piso un peluche gris con forma de lobo, asumió que se le había caído a un pequeñito. Lo tomó en sus manos e inmediatamente pensó en el hijo de Aylin, quizás él también tuviera juguetes así.

Estaba a punto de llevarlo a la recepción de enfermería, cuando una vocecita resonó detrás de él.

—¿Me das mi peluche? — la voz sonaba sería y muy madura.

El alfa se dio la vuelta y cuando vio al niño delante de él, mirándolo con unos ojos iguales a los suyos, sintió como si hubiera sido alcanzado por un rayo.

Su cuerpo estaba inmóvil, su corazón latía a toda velocidad, y algo dentro de él floreció.

El pequeño, por su parte, también sintió lo mismo, solo que en menor intensidad. El hombre que aún sostenía su peluche, le resultaba familiar, era como si lo hubiera visto antes.

Cassian dio un paso adelante y se agachó. Sus ojos, tan verdes como los del pequeño, no podían despegarse de la criatura. Incluso estaba tan nervioso que no podía hablar.

—¿Es tuyo?

—Sí, lo dejé caer cuando vine a mi consulta.

Su voz era madura para su edad. Sonrió y le tendió el peluche.

—¿Qué edad tienes?

—¿Por qué quieres saberlo? Mama dice que no debo hablar con extraños.

La joven de algunos veinte años miró a Cassian y se tensó. Tomó al niño en sus brazos y lo sostuvo con fuerza.

—¿Quién es usted?

El alfa alzó una ceja, dándole una mirada de pocos amigos y, en cambio, preguntó.

—¿Así es como lo proteges? ¿Es esta la manera de hacer tu trabajo?

La chica abrió y cerró los labios sin saber qué decir. Solo se había descuidado un segundo y ya Rowan no estaba a su lado. Casi le da un infarto cuando no lo encontraba.

—Lo lamento, pero quienes usted, para reclamarme. Fue un accidente, estaba haciendo los pagos y él se fue sin decírmelo. De todas maneras, le agradezco por cuidar de él, ahora nos vamos.

—Yo...

En ese momento, Cassian quería gritarle que era el padre y que tenía todo el derecho a estar preocupado por él. Pero no pudo, no hasta hablar con Aylin.

La mujer se giró con el pequeño en sus brazos y Cassian lo miró alejarse, la impotencia lo llenó por completo. Pero su corazón se quebró cuando el dulce niño levantó su manito y le dijo adiós en silencio.

Transcurrió un buen tiempo antes de que Lorcan regresara. Cuando lo hizo consiguió a Cassian inmóvil viendo en dirección al pasillo.

—¿Qué te pasa? —miro en la misma dirección de su amigo y solo vio al personal del hospital —¿Qué estás viendo?

El alfa no respondió de inmediato.

—¿Cassian? ¿Cassian?

Finalmente, apartó la mirada y sus ojos miraron fijamente a Lorcan, luego susurró con voz ahogada.

—Lo vi.

—¿Lo viste? ¿A quién?

—A mi hijo.

El beta parpadeó incrédulo.

—¿Qué?! ¡¿Dónde está?!

Cassian tenía una sonrisa en sus labios.

—Es el niño más hermoso e inteligente. Y, además, sabe que es un lobo.

—Cassian, ¿estás seguro?

—Lo estoy. —afirmo - Hoy vi a mi hijo, Lorcan. —los ojos de Cassian estaban llenos de amor, emoción, anhelo y determinación — Es hijo de Aylin y mío.

Mientras tanto, el pequeño Rowan cerró los ojos tan pronto subió a su silla en el auto. No podía sacarse de la mente la imagen del hombre que acababa de ver.

«Su padre»

Había reconocido su olor tan pronto llegó a su nariz. Era el mismo que llevaba su madre ese día, pero no solo era eso, era esa sensación de pertenencia que lo ligaba a él. No tenía dudas, era su padre. Incluso si hubiese miles de personas, él lo sabría, ya que después de todo era un lobo.

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