NO HABLO CON EXTRAÑOS.
Rowan y Niko llegaron al parque emocionados por la oportunidad de jugar al aire libre. El pequeño corrió hacia el grupo de niños y comenzó a jugar, riendo y persiguiendo una pelota. Sin embargo, alguien siniestro lo estaba acechando en las sombras.
Un auto los había estado siguiendo todo el camino sin que ellos lo supieran. La persona dentro del auto, una mujer, entrecerró los ojos mientras fijaba su mirada en Rowan. Sus manos apretaron con fuerza el volante, anticipando lo que estaba a punto de hacer. Salió del auto, acomodándose la ropa para aparentar ser una madre común. Les sonrió a los pequeños que la miraban con curiosidad, pero su verdadero objetivo estaba claro.
Acercarse a Rowan.
La pelota con la que jugaban el pequeño cayó cerca de los pies de la mujer. Con una mirada calculadora, se agachó y la tomó en su mano. Rowan llegó corriendo, y con su voz dulce y educada, le dijo.
―¿Me la entregas?
La mujer le dio una sonrisa falsa.
―Eres un niño muy… dulce, ¿sabías?
Sin embargo, Rowan sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Algo no encajaba, algo no estaba bien con esa mujer.
―Lo siento… mis papis no me dejan hablar con extraños.
Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta y alejarse, los gritos ansiosos de una mujer resonaron en el parque. Eran los gritos de su niñera, Marta, quien había estado buscándolos desesperadamente.
―¡Rowan, Rowan!
El corazón del pequeño se aceleró mientras se daba cuenta de que había sido descubierto. Marta se acercó corriendo, pero la mujer misteriosa actuó rápidamente. Agarró la muñeca de Rowan con fuerza y lo levantó en sus brazos. Cuando la niñera se acercó finalmente, miró con desconfianza a la mujer.
―¡Démelo! ―dijo determinada.
La mujer sonrió y se lo entregó. Luego extendió la mano y se presentó.
―Hola, soy Sonia. ―dijo mirándola a los ojos ―Lo vi desorientado, me preocupo de que estuviera solo.
La niñera miró a Rowan.
―¿Por qué me haces esto? Casi me da un infarto cuando no te encontraba, menos mal que intuí que estarías aquí. ―se agachó y acunó su cara ―No vuelvas a hacerlo Rowan, es peligroso.
El pequeño asintió sintiéndose mal por haber desobedecido.
―¿Podemos ir a casa? ―pregunto con voz suave.
―Claro que sí mi amor. ―la niñera se puso de pie y miró a Sonia. ―Muchas gracias por cuidarlo, ahora debemos irnos, ya casi es hora de su merienda.
Pero justo cuando la niñera dio un paso adelante, la misteriosa mujer, sujetó su brazo, Marta sintió que lo hacía con un poco de fuerza.
―Puedo llevarlos a casa, traje mi auto.
La niñera se sintió incómoda y se negó de inmediato.
―No… no hace falta, además, vivimos cerca, estaremos en casa rápido. ―se salió del agarre de la mujer y retrocedió.
La sonrisa en los labios de Sonia se desvaneció, revelando su frustración interna. Así que decidió poner en marcha el plan B. Sonia miró fijamente a la niñera y esta pareció entrar como en una especie de trance, su mirada ahora estaba perdida y su cuerpo inmóvil. Rowan se asustó de inmediato, sin entender qué estaba sucediendo. Miro a la mujer extraña y le preguntó.
―¿Quién eres? ¿Qué le hiciste?
Sonia sostuvo con fuerza a Rowan y lo cargó en sus brazos, ignorando los gritos desesperados del pequeño.
―¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡No quiero, no quiero!
Ella les dio una sonrisa a las personas que miraban curiosas y bromeó.
―Siempre es lo mismo cuando nos toca irnos. No entiende que regresaremos.
El pequeño luchó por liberarse.
―¡Suéltame, suéltame!
―Shh… ya, ya, cariño. Volveremos otra vez, no hagas berrinches.
Las personas sonrieron ante la actitud del niño. Sonia se giró y le ordenó a la niñera.
Finalmente, abrió los ojos y vio la mirada preocupada de Leila.
―Gracias a la diosa, despertaste. ―tomo un pañuelo de su bolsillo y comenzó a secarle la frente ―Estabas teniendo una pesadilla.
Sin embargo, Aylin solo la miraba en silencio.
―¿Estás bien? ¿Qué soñaste?
―Mi hijo… ―murmuro, sintiendo cómo su pecho se oprimía ―Mi bebe…
―¿El pequeño? ¿Qué pasa? ―Leila, la miró asustada ―Dijiste que estaba con tu amigo.
―Sí… pero… esto que siento… ―sus ojos azules se clavaron en la mujer frente a ella ―… Tengo que volver, ¡tengo que regresar al mundo humano!
Apartó a Leila dispuesta a vestirse e irse, pero esta la detuvo.
―Aylin, mejor espera a que el alfa regrese. ―tomo sus manos ―Es mejor que vayan juntos.
―No. Mi hijo, Leila, sé que me necesita, siento esto aquí dentro. ―su voz estaba ahogada, Aylin sentía que una parte importante de ella se estaba perdiendo ―No puedo esperar, necesito saber que Rowan está bien.
―Cariño. ―la mujer acunó su cara ―Hazme caso, espera al alfa, ustedes son una pareja y deben enfrentar cualquier adversidad juntos.
Aylin la miró en silencio. La razón le decía que eso debía hacer, pero su corazón de madre le decía lo contrario. Cerró los ojos y le pidió a su madre sabiduría.
[…]
Cuando Rowan despertó, estaba en un lugar desconocido y oscuro. Intento moverse, pero se dio cuenta de que estaba atado a una silla. La sensación de pánico comenzó a crecer en su interior.
―Mami… ―susurro con voz temblorosa ―Mami…
De repente la puerta se abrió y un par de botas negras aparecieron. Rowan alzo la mirada llenándose de valor y sus ojos se abrieron cuando vio al hombre de aspecto intimidante frente a él.
―Hola, pequeñín ―dijo burlón ―No tengas miedo, el tío Lestat, no va a hacerte nada doloroso… aún.
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