CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX. romance Capítulo 91

SENTIMIENTO DE CULPA.

El alfa apenas y había puesto un pie en la gran casa, cuando Aylin lo abordó.

―¡Tenemos que ir con Sebastián! ¡Tenemos que regresar!

Cassian fue tomado por sorpresa, se acercó a su esposa y la tomó por los hombros.

―¡Aylin! ¿Qué ha pasado? Estás muy alterada. ¿Por qué tenemos que regresar al mundo humano?

― Tuve un sueño con Rowan. Presiento que algo no anda bien. Tenemos que ir y asegurarnos de que esté a salvo. ―dijo entre lágrimas ―Mi corazón de madre no se equivoca… tenemos que regresar.

El alfa se volvió ansioso y la preocupación se apoderó de él.

―¿Qué le ha sucedido a nuestro hijo? Por favor, dime.

― No lo sé, Cassian. No tengo respuestas. ―respondió entre lágrimas ― Solo sé que algo está mal y necesitamos irnos.

Al ver la ansiedad y el nerviosismo de Aylin, Cassian no dudo un segundo. Le entregó el antídoto a Lorcan y le ordenó que lo llevara a las sanadoras. Él y su mujer regresaría inmediatamente por su hijo. Sin embargo, el beta, también estaba preocupado por la situación y deseaba acompañarlos.

―Por lo pronto quédate aquí, te informaré si te necesito. Pero ahora mismo, quiero que te encargues de la manada, ¿de acuerdo?

―Pero, Cassian… quiero ayudar, el cachorro…

―Te llamaré si te necesito ―el alfa trato de hacerle entender ―Tampoco quiero dejar la manada desprotegida y tú eres en quien más confió para cuidarlos. Tienes que quedarte, Lorcan.

El beta asintió y le dio a su amigo una mirada alentadora.

―El cachorro estará bien, él debe estar bien.

Mientras tanto, en la mansión de Sebastián, el alfa, se estaba hecho una furia y destrozó todo a su paso. Sus ojos ahora completamente miraron con hostilidad a la niñera.

―¡¿Cómo que se lo llevaron?! ¡¿Quién era esa mujer?! ―el alfa caminaba de un lado al otro como un león enjaulado ―Te ordene que no saliera de la casa y ¿qué es lo que haces? ¡¿Llevarlo a un puto parque?!

La niñera estaba muerta de miedo, jamás en el tiempo que llevaba trabajando con Sebastián, lo había visto de tal manera. Era como una bestia enjaulada que esperaba cualquier momento para atacar.

―Lo… lo siento… yo… yo no lo lleve al parque… ―la chica se limpió las lágrimas con su blusa ―… el señorito se escapó. Entre a dejar unas cosas y ya no estaba.

Las manos de Sebastián se volvieron puños, estaba preocupado, asustado y muy pronto avergonzado. No tenía idea de cómo decírselo a Aylin. Ella había confiado en él, le había confiado a su hijo y ahora había sido robado por alguien que desconocían.

―Solo tenías que cuidarlo, Marta. No puedo creer que un niño de cuatro años sea más inteligente que tú. ¡Con un demonio, tenías que cuidar de él!

―¡Lo siento! ―la chica lloro ―De verdad lo siento… sé que fui descuidada… por favor…

El hombre respiró profundo, calmando la ira que fluía por sus venas y le preguntó de nuevo.

―¿Cómo dices que se llamaba?

―So… Sonia ―balbuceo la chica ―Cuando llegue al parque ella tenía a Rowan en sus brazos y se lo quite. ―cerro los ojos y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas ―Ella después se ofreció a traernos, pero me negué y… y ya no recuerdo qué más pasó.

La niñera rompió a llorar.

―Se lo juro ―los sollozos llenaron la habitación ―No quería que nada de esto pasara. Fue como una especie de trance… ¡No lo sé! Lo único que puedo decirle es que estaba aquí y ella se había llevado al niño.

Sebastián analizó su versión nuevamente y llegó a la misma conclusión. La persona que se había llevado a Rowan no era humano. La pregunta era: ¿Trataba de hacerle daño a él… o Aylin? ¿O quizás… a Cassian?

Viendo su cara pálida y los ojos hinchados de tanto llorar, la despidió.

―Ve a tu habitación y no salgas ―le ordenó ―Pronto tendrás que decirle todo nuevamente a Aylin.

La chica palideció aún más. Si Sebastián estaba en ese estado, no quería imaginar a Aylin. Seguramente la culparía, pero no era su culpa, ella no quería que nada de lo que pasó, pasará. Sin nada más que decir, asintió y se puso de pie para irse.

Una vez que lo hizo, Sebastián se apretó el puente de la nariz.

―Te fallé Aylin… ―murmuro y abrió los ojos ―¡Maldita sea, te falle!

Sin embargo, tenía que hacer lo correcto, debía informarles a ambos, incluso si se arriesgaba a que Cassian le diera una paliza. No le importaba, lo único importante, es que Rowan volviera, no se perdonaría que algo le sucediera por su culpa.

―¿Una mujer?

―Sí. Marta se lo quitó y ella se ofreció a llevarlos; sin embargo, ella se volvió a negar y… ―Sebastián apretó los labios ―… ella estaba hipnotizada.

Las cejas de Cassian se crisparon. El corazón de Aylin tembló de miedo.

―Por eso sé que… quien tiene a Rowan… no es humano.

De repente, los labios de Cassian se apretaron y ya no pudo seguir conteniéndose. Caminó unos pasos y se abalanzó sobre Sebastián.

―¡¿Se escapó de tu casa?! ¿Qué m*****a seguridad tienes? ¡Aylin confió en ti, incluso yo lo hice!

Su puño conectó con el rostro de Sebastián y él no hizo nada para defenderse. Sabía que merecía que Cassian lo castigara, le había fallado a su amiga y al niño. Solo imaginar que estuviera siendo lastimado en ese momento, lo hizo querer desaparecer de la faz de la tierra. Cassian también estaba lleno de dolor, apenas y había descubierto que tenía un hijo y ahora podría perderlo. No se perdonaría que algo le sucediera a su pequeño.

―Lo sé. Mereces golpearme por lo que he hecho.

Cassian estaba a punto de golpear nuevamente a Sebastián, cuando Aylin le gritó que se detuviera.

― ¡Basta! ¡No resolvemos nada con violencia! Necesitamos trabajar juntos para encontrar a mi hijo. ―se secó las lágrimas.

Cassian respiró profundamente y se alejó de Sebastián.

―Tienes razón, mi amor. Lo siento.

Sebastián se limpió la sangre de la nariz y miró a su amiga y a Cassian. Sus ojos estaban llenos de determinación.

―Haré todo lo que esté en mi poder para encontrar a tu hijo, Aylin. Te lo prometo.

Ella asintió levemente.

―Bien, entonces comienza con llamar a la niñera. Quiero saber quién es la mujer que tiene a mi pequeño.

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