UN VIEJO ENEMIGO.
Aylin estaba sentada en su estudio, nerviosa y preocupada. Su hijo Rowan había desaparecido sin dejar rastro, y ella estaba desesperada por encontrarlo. Así que en cuanto se abrió la puerta, se acercó de inmediato hacia la niñera.
La agarró del brazo y la llevó a una de las sillas, luego presionó sus manos en los reposabrazos y la miró fijamente.
―¿Quién se llevó a mi hijo? ―fue directa.
―Lo siento, señora. Sé que debí…
La mujer estaba visiblemente nerviosa y le pidió disculpas, pero Aylin no quería escucharlas. Lo único que quería saber era quién se había llevado a su hijo.
― No quiero escuchar tus disculpas. Lo único que quiero saber es quien se llevó a mi hijo. Dime, ¿quién era esa mujer? ― preguntó Aylin con voz firme.
La niñera vaciló por un momento, pero luego describió a la mujer
―Se veía joven… ―balbuceo nerviosa ―… quizás en sus veinte.
Aylin no dejó de mirarla.
―¿Qué más? ―la insto ―¿Qué más recuerdas?
La niñera cerró los ojos e hizo todo lo posible por recordar con claridad.
―Eh… tenía el cabello negro y ojos marrones.
El corazón de Aylin comenzó a acelerarse.
―¿Estás segura de lo que dices? ¿No te equivocas?
La niñera asintió con la cabeza.
―Sí, estoy segura. Esa es la descripción de la mujer que se llevó a Rowan.
Aylin tomó a la niñera por los hombros, temblando de miedo y nerviosismo.
―¿Tenía un lunar arriba de la ceja?
La niñera frunció el ceño, sorprendida por la pregunta. Pero luego asintió.
―Sí, tenía un lunar arriba de la ceja.
Aylin miró a Cassian con miedo y sorpresa. Cassian se acercó a ella y acunó su rostro, preocupado.
―¿Qué sucede, mi amor? ¿Por qué tienes esa expresión?
Los ojos de Aylin se llenaron de lágrimas y abrazó a Cassian con fuerza. Entre sollozos, dijo.
―Freya tiene a nuestro hijo, Cassian. ¡Es Freya!
Cassian apartó a Aylin con sorpresa.
―¿Freya? Pero… ¿Es… estás segura?
―Por desgracia sí. ― sus lágrimas continuaron derramándose ― La descripción de la niñera es exactamente ella.
―Pero cielo… muchas personas tienen esa misma descripción.
Aylin negó con la cabeza.
―Pero no todas tienen exactamente ese lunar. ―lo miro con miedo ―Estoy segura de que es ella.
Sebastián, que estaba junto a ellos, preguntó curioso quién era Freya. Pero ambos lo miraron, conscientes de que no podían revelar su verdadera identidad frente a la niñera. Sebastián le ordenó a la niñera que saliera de la habitación.
Tres días pasaron y aún no había noticias de Rowan, Freya o Lestat no se habían comunicado con ellos. Originalmente, Cassian quería regresar al mundo de los lobos, pero Aylin se negó, afirmó que ellos se comunicarían.
―No lo entiendo, ¿para qué llevárselo, si no van a pedir rescate? ―pregunto Lorcan que había regresado en cuanto supo lo sucedido.
―Lestat es un ser metódico, estoy seguro de que está esperando el momento ideal.
Sebastián, que también estaba en el estudio, le respondió al amigo de Cassian.
―A él no le interesa Rowan, o al menos eso quiero creer ―dijo Cassian ―Él a quien de verdad quiere es a Aylin.
Las cejas de Sebastián se fruncieron.
―¿Aylin? No me digas que…
―No. No la quiere para convertirla en su esclava… ―los ojos de Cassian se oscurecieron de repente ―… la quiere por lo que ella significa. La quiere por su sangre.
Ahora Sebastián estaba más confundido.
―¿Su sangre? Bueno, van a tener que ponerme al tanto, porque es claro que hay mucho de lo que no estoy enterado.
Lorcan y Cassian le contaron lo que pasó y como Lestat se volvió aliado de Logan. Para cuando terminaron, el alfa estaba estupefacto.
―Sin duda tu sobrino era un maldito, le hiciste un favor al mundo al matarlo. No te sientas mal.
Cassian asintió.
―El caso es que sospecho que Lestat y Freya están asociados o no sé qué m****a tengan, pero él secuestró a mi hijo para llegar a Aylin a través de él. ―sus manos se apretaron ―Y para mi mala suerte, su maldito castillo es un misterio.
De hecho, nadie en los siete reinos sabía dónde se ubicaba el castillo de Lestat, así que ir a rescatar a Rowan iba a ser una tarea demasiado complicada. O eso pensó Cassian, hasta que Sebastián, le dio una salida.
―Sé quién puede ayudarnos. ―dijo con los ojos brillando ―Y ese alguien que me debe un favor y ha llegado el momento de cobrarlo.
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