UN INTERCAMBIO.
En el tercer piso, Aylin salió de la ducha, su mente no dejaba de pensar en su hijo. Cuando abrió la puerta dispuesta a entrar a la habitación, Aylin se sorprendió al ver al hombre sentado en el sofá.
―¡¿Qui… quien eres?!
Marcus rápidamente se llevó el dedo índice a la boca y le hizo un gesto silencioso.
El hombre, no muy atractivo, sonrió dejando ver sus largos colmillos y sus ojos amarillos se entrecerraron.
―He traído un mensaje de mi maestro.
De inmediato, Aylin supo a quién se refería. Estaba nerviosa, pero se obligó a controlarse.
―¿Qué quiere? ¿Don…?
El vampiro le sonrió de nuevo y sus ojos se deslizaron lascivamente por su cuerpo, Aylin trago un poco y gruñó, para luego advertirle.
―Habla de una vez y deja de mirarme como si tuviera oportunidad de ponerme un dedo encima. ―alzo una ceja ―¿Dónde está mi hijo?
―El maestro quiere un intercambio. ―dijo burlón ―Tu vida… por la de ese molesto niño.
Los ojos de Aylin se abrieron sorprendidos. Por la forma en la que hablaba, parecía que él hubiera estado cerca de su pequeño.
―¿Lo has visto? ¡Dime, has estado con él?!
―Tu hijo es bastante molesto ―torció los labios ―La única razón por la que no lo he matado, es porque el maestro lo necesita para llegar a ti. Pero, créeme, ganas no me faltan.
Ella dio un paso impulsivamente, pero se detuvo. Apretó con fuerza la toalla alrededor de su cuerpo y miro determinada al hombre.
―Dile a tu maestro que si se atreve a lastimarlo, yo…
―Toma una decisión cuanto antes ―la interrumpió ―Cuanto más rápido lo hagas, más rápido sabrás en qué condiciones está. ―se rió.
Aylin iba a decir algo más, pero el vampiro desapareció en una niebla oscura. Una vez que se fue ella dejó caer sus lágrimas, se vistió rápidamente y fue en busca de Cassian.
Aun temblando por la presencia del vampiro, bajó las escaleras en busca de su marido. Su mente estaba llena de preocupación y miedo por la vida de su hijo. Lo encontró analizando un mapa de los siete reinos.
―¡Cassian! ―llamo con voz temblorosa ― ¡Tenemos que ir por nuestro hijo!
El alfa se giró abruptamente solo para encontrarse con los ojos llenos de pánico y lágrimas de su mujer. Fue a ella en unos pasos.
― ¿Qué sucede?
Ella lo miró llena de miedo.
― Acabo de encontrarme con un vampiro en la habitación. Trajo un mensaje de Lestat.
Los ojos de Cassian se abrieron con sorpresa.
―¿Un vampiro? ¡¿Aquí?! ¿Te hizo daño? ―comenzó a revisar su cuerpo, pero Aylin lo apartó y lo obligó a mirarlo.
―Yo estoy bien. Él… quiere un intercambio, Cassian ―dijo con voz temblorosa ― Quiere un intercambio. Mi vida, por la de nuestro hijo.
El alfa se apartó y la furia comenzó a bullir dentro de él.
―¡Maldito infeliz! ¿Cómo se atreve a amenazarnos de esa manera?
Aylin lo abrazó por detrás y descansó su mejilla en la espalda.
― Tengo que tomar una decisión ―murmuro sollozante ―Y ya lo he hecho.
Cassian se giró y la rodeó con sus brazos, sabía lo que ella iba a decirle. No quería escucharlo, era demasiado doloroso. No quería perderla una segunda vez.
― No permitiré que te haga daño ni a ti ni a nuestro hijo. Encontraremos una solución, pero lo haremos juntos.
Freya camino hacia Rowan y extendió su mano con intención de acariciar su sedoso cabello rubio, pero no contó con el niño, aflorara sus colmillos y los clavara en su brazo una segunda vez. La sangre brotó de inmediato.
―¡Ah! ¡Bastardo! ―lo abofeteó con fuerza haciendo que cayera al suelo.
El pequeño gimió de dolor.
Lestat que había estado en silencio, de repente, una ola de lujuria floreció dentro de él. Le sucedía cada vez que olía y probaba la sangre de Freya. No podía controlar su deseo por ella.
―¡Ven aquí! ―le ordenó. Freya obedeció de inmediato, se subió a su regazo e hizo un puchero.
―Mira lo que me hizo. ―dijo con voz agraviada ―Es igual de cruel que su madre.
Lestat extendió sus manos y acunó las nalgas de Freya, presionándola contra su dureza. Y ella llevó el brazo sangrante hacia los labios de él. El rey no podía controlar su hambre, así que tan pronto olfateó el olor de su sangre, sus ojos cambiaron y sus colmillos afloraron y se clavaron en la herida que ya había hecho Rowan.
Como cada vez que Lestat probaba la sangre de Freya, el deseo sexual despertaba dentro de él. De todas las mujeres que conformaban su harén, ella era su preferida y también la que más quería. Desde esa noche, cuando Logan, la regalo a sus hombres, Lestat la dejó para sí mismo, nunca imaginó que llegaría a obsesionarse tanto con ella.
―No te preocupes, yo calmaré tu dolor ―le dijo con sensualidad ―Te haré lo que tanto te gusta.
Freya sonrió ante la promesa de placer que sabría que vendría. El rey se puso de pie y la llevó en sus brazos, pasaron junto a Rowan que aún estaba tirado en el suelo, pero antes de salir, Lestat le ordenó a uno de sus hombres.
―Llévalo a la máquina que está en mi habitación, no comerá y ni beberá agua hasta que yo lo decida.
El subordinado asintió y se puso en marcha. Camino hacia Rowan y comenzó a desatarlo. Pero el pequeño comenzó a luchar.
―¡Déjame! ¡Déjame!
El guerrero no tenía la paciencia para un pequeño, así que lo amenazó. Sin embargo, Rowan continuó luchando.
―¡Suéltame! ¡Déjame ir! ¡Mami!
El vampiro, lo abofeteó con bastante fuerza y esta vez, Rowan perdió la conciencia nuevamente.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX.