ENTRE MIEDOS Y PROMESAS.
El sol se ocultaba lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, mientras Cassian y Aylin se encontraban inmersos en una intensa discusión en la sala de estar.
― Aylin, por favor, debes entender que es peligroso. Necesito que te quedes aquí, en casa de Sebastián, mientras nosotros rescatamos a Rowan.
―No puedo quedarme de brazos cruzados, Cassian. Rowan es nuestro hijo y no puedo permitir que esté en peligro sin hacer nada al respecto.
El alfa estaba a punto de perder la paciencia.
―Aylin…no compliques las cosas. Piensa en Rowan. Si vas con nosotros, solo complicarás aún más la situación.
Ella lo miró como si tuviera dos cabezas. No entendía el porqué de su negativa, además, Lestat la quería a ella, y si fuera necesario se cambiaría por la vida de su pequeño.
―¿Cuál es la verdadera razón por la que no quieres que vaya? Dímelo, Cassian.
El alfa guardó silencio por un momento, sus ojos reflejaban un temor profundo y genuino. Hablo con voz entrecortada.
―Temo que te pase algo, Aylin. Tu transformación no está completa y no tienes la fuerza suficiente para defenderte. Sería demasiado peligroso para ti.
Al comprender finalmente, la vergüenza afloro. Bajo la cabeza, sintiendo cómo las palabras de Cassian resonaban en su interior.
―Lo entiendo. Solo seré una carga para todos.
Cassian abrió los ojos y se apresuró a sacarla de su error.
―No es eso, cariño. ―acuno su rostro y murmuró ― Solo tengo miedo de perderte. Te amo y no puedo soportar la idea de algo malo sucediéndote.
Los ojos de Aylin se llenaron de lágrimas mientras se acercaba a Cassian y lo abrazaba con fuerza.
―También tengo miedo, Cassian. Pero no puedo quedarme sin hacer nada. Prometo mantenerme lejos del peligro y ser cautelosa, pero déjame ir… te lo ruego.
El alfa permaneció en silencio por un momento, contemplando los ojos llenos de determinación de su esposa y sintiendo el amor que emanaba de ella.
No podía dejarla, no podía negárselo.
―Está bien. Acompáñanos en esta misión. Pero debes prometerme que te mantendrás a salvo en todo momento. No puedo soportar perderte.
Aylin asintió con determinación, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y valentía.
― Te lo prometo, mi amor. Haré todo lo posible para mantenerme a salvo y ayudar en lo que pueda.
Con un suspiro resignado, y, aun así, lleno de amor, Cassian aceptó la decisión de Aylin. Sabía que no podía detenerla cuando su corazón estaba tan decidido.
Más tarde, los preparativos para la misión comenzaron rápidamente. Cassian, Aylin y el resto del grupo se reunieron en el patio trasero de la mansión, listos para embarcarse en la peligrosa tarea de rescatar a Rowan.
―¿Ya están todos listos? ―pregunto Sebastián.
―Sí. Todos listos. ―dijo demasiado ansioso, Lorcan ―¿A dónde vamos? No has dicho nada todavía.
El alfa terminó de acomodarse las botas y luego respondió.
―Iremos al aquelarre nórdico.
―¿Nórdico? ―Lorcan frunció las cejas ―¿Quiere decir que habrá frío?
―Mucho frío, así que te recomiendo que busques abrigarte, o se te congelaran las pelotas.
Aylin y Cassian se miraron.
―¿Qué vamos a hacer allá?
―Tengo una vieja amiga, ella nos dirá cómo llegar al castillo de Lestat… ―el alfa sonrió ―… después de todo es su hermana.
Todos parpadearon cuando lo escucharon. Lorcan fue el primero en quejarse.
―Genial, se me congelarán las pelotas y de paso iremos con más chupasangres.
―¿Estás seguro de que podemos confiar en ella? ―Cassian preguntó y dio un paso adelante. ―No voy a…
―Ella odia a Lestat, incluso más que tú, su problema personal viene desde mil años. No dudará en ayudar si eso significa que podremos acabarlo.
Cassian no estaba muy convencido.
―¿Qué sucedió entre ellos?
Sebastián se apretó el puente de la nariz.
―¿Podemos hablarlo en el camino? Debemos llegar cuanto antes.
―No. Quiero que lo digas ahora ―sentencio Cassian.
―Bien. ―el otro suspiro resignado ―Ella y Lestat son medios hermanos, sin embargo, Lestat fue criado por la madre de Morana. Hasta donde sé, el asesino a su madre y a su padre, luego intentó hacerlo con ella, pero escapó antes de que tuviera éxito. Después de eso, Morana unió a varios vampiros y se hacen llamar Cazadores.
―¿Nos cazan a nosotros? ―pregunto Lorcan estúpidamente.
―Cierra la boca, Lorcan. ―dijo Aylin insatisfecha y miró nuevamente a Sebastián. ―¿Cazadores de qué?
―De vampiros, ellos cazan a aquellos vampiros que hacen daños a los humanos. Son buenos en combate y también tienen armas especiales que son muy efectivas contra ellos.
Cassian miró a Aylin, era como si estuviera buscando una aprobación.
―Debemos ir, si es la única salida para traer de regreso a Rowan… que así sea.
―Bien. Pongámonos en marcha.
―¿Iremos con los chupasangre? ―se quejó Lorcan.
―Sí, pero no estaremos solos. Ya escuchaste a Sebastián, su media hermana, también lo quiere muerto.
El beta no estaba muy seguro.
―No lo sé… son de la misma especie, ¿qué pasa si es una trampa?
―Entonces oremos a la diosa porque no lo sea, Lorcan. ―el alfa miró a su amigo ―No hay otra manera, llegar al castillo de Lestat no es fácil, nadie sabe cómo llegar… ―apretó las manos ―… es nuestra única opción.
Sebastián se adentró en el sombrío bosque que rodeaba el aquelarre nórdico, donde los vampiros cazadores se reunían en secreto. Su corazón latía con fuerza mientras buscaba a su amiga, la líder Morana. Sabía que necesitaba su ayuda desesperadamente para rescatar al hijo de Aylin, el niño debía ser rescatado cuanto antes.
Finalmente, Sebastián encontró a Morana en el centro del aquelarre, rodeada por sus seguidores.
Morana era una criatura de la noche envuelta en un aura de seducción y misterio. Su piel pálida y suave parecía brillar a la luz de la luna, contrastando con su cabello oscuro y sedoso que caía en cascada sobre sus hombros. Sus ojos, profundos y penetrantes, brillaban con un resplandor hipnótico. Su figura era esbelta y elegante, con curvas sutiles. Cada movimiento suyo era grácil y seductor, como si danzara en la oscuridad. Vestía ropas ajustadas que resaltaban su silueta, revelando solo lo suficiente para dejar lugar a la imaginación y despertar los deseos más profundos.
―Y por él tuve que separarme de lo que más amo. Espero que esté bien, Sebastián.
El alfa asintió.
―Lo está. Puedes estar seguro de que lo está.
Morana sonrió a medias y suspiró para evitar parecer débil, los guió hacia un rincón apartado del aquelarre y les reveló un antiguo secreto.
―El castillo de Lestat se encuentra en la montaña más alta de Rumania. Pero para llegar a él, deberán atravesar el espejo mágico que se encuentra dentro del castillo del antiguo Rey Nórdico ―les dio una mirada seria ―El castillo está custodiado por sus hombres.
Sebastián frunció el ceño, intrigado por esta revelación.
―¿Un espejo mágico? ¿Cómo podemos atravesarlo?
―El espejo solo permite el paso a aquellos que están dispuestos a enfrentar sus mayores temores y superarlos. Deben estar preparados para enfrentar las pruebas que les esperan una vez entren al castillo de Lestat.
Cassian y Aylin intercambiaron miradas determinadas. Estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío con tal de recuperar a su hijo.
―Está bien, lo haremos. Pero tendrás que darnos un mapa para guiarnos.
Morana negó levemente.
―No te preocupes, le pediré a dos de mis hombres que los guíen.
―¿Son de fiar? ―finalmente Lorcan pregunto dando un paso adelante.
Morana alzó una ceja y torció los labios.
―No te van a morder si eso es lo que te preocupa.
―No les daré oportunidad.
―¿Es tu amigo? ―pregunto mirando a Sebastián.
El alfa negó con la cabeza e hizo un gesto hacia Cassian.
―Viene con él.
―Entonces dile que no le conviene ser tan… hablador. Conoces a mi gente, son de paciencia limitada.
Lorcan frunció las cejas y estaba a punto de dar un paso hacia ella para replicar. Pero Cassian lo detuvo.
―Lorcan.
El beta retrocedió y fue con su amigo.
―¿Qué demonios te pasa? ¿No puedes quedarte callado? ―le advirtió susurrante.
―Es que… esa mujer… ―Lorcan no entendía lo que sentía, no era su alma gemela, puesto que la única persona que amaba era a Daphne. ―Olvídalo.
―Es lo mejor.
Tanto Aylin como Cassian se pusieron en marcha, cuando Morana dijo una cosa más.
―Hay algo que deben saber… ―camino hacia ellos ―Una vez que encuentren al niño, deben salir lo más rápido que puedan… ―hizo una pausa ―… la fortaleza se cierra al amanecer, si no logran salir… entonces no hay posibilidades de que sobrevivan.
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