De pronto, se abren las puertas del ascensor y aparece Ares, quien se acerca al ver a las mujeres tan nerviosas.
—¿Qué hacen allí? —Pregunta y Adriana temerosa, se queda sin habla, mientras que Aurora, como puede señala en dirección a Vanesa.
—L-la la señorita Vanesa… —Balbucea y Ares se asoma, viendo a su amada que está tirada al final de las escaleras y corre despavorido hacia ella.
—¿Qué paso?, ¿qué le hicieron?, ¡Auxilio!, ¡Vanesa!
—Yo… Yo… —Tartamudea Adriana muy nerviosa sin poder explicar que lo que pasó fue sin intención.
—¿Quién le hizo esto?
Vanesa empieza a reaccionar…
—Amor… Nuestro bebé… —Está adolorida, pero eso no le impide que use su inteligencia. Esa caída era la excusa perfecta para justificar la pérdida del bebé, y de paso vengarse de Aurora, que sentía era una amenaza. Pues no era tan fácil de manejar como ella creía, y un regalo tan costoso de parte de Ares a una mujer que decía no importarle, no era buena señal.
—¿Qué paso?, ¿quién te hizo esto?
Adriana, mientras pide ayuda, intenta aceptar la culpa, pero Vanesa señala a Aurora que está aterrada.
—Fue ella. Ella me empujó. Estaba celosa por qué ya no te casarías con ella sino conmigo, y quiso deshacerse de mí y de nuestro hijo.
Ares no lo puede creer. Aurora podría parecer todo, menos alguien tan déspota y con ese grado de maldad.
—¡No es cierto! —Grita Adriana. —Lo que pasó fue un accidente. Pero no es culpa de Aurora. ¡La culpable soy yo!
Aparece el personal de primeros auxilios para socorrer a Vanesa que está sobre los brazos de Ares. Empiezan a subirla a la camilla, y Ares la acompaña. Cuando la llevan hacia la ambulancia, suben las escaleras para salir del edificio, y Ares los sigue. Al toparse al inicio de las escaleras con las dos hermanas, las mira con odio y les da una última advertencia.
—La que hizo esto, lo pagará muy caro. ¡Si algo le pasa a mi hijo, les juro que a la culpable le haré derramar lágrimas de sangre!
Sale Ares furioso tras los camilleros que transportan a su novia.
—¿Hijo? —Pregunta Adriana sin entender nada.
—Vamos, te explicaré en el camino.
—¿A dónde?
—A ver cómo está Vanesa. Debemos ayudarla en lo que podamos. —Explica Aurora
—¿¡Qué!? Después de lo que te hizo y como te acuso, ¿aún quieres ayudarla?, ¿acaso no escuchaste a Ares?
—Eso es lo de menos. Ella está embarazada y necesita todo el apoyo posible…
—¿E-es de Ares? —Pregunta Adriana sin poder creerlo, y Aurora asiente.
Apenas se giran para ir tras la ambulancia, se dan cuenta de que Daniel, el hijastro de Jazmine, las observa. Aurora no lo conoce, así que lo saluda con cortesía y sigue de largo, sin prestarle mucha atención, mientras Adriana finge no verlo, pues siempre se ha sentido incómoda en su presencia. Lo conoce desde que fueron a la misma universidad, y por alguna razón siempre le ha parecido que tiene un comportamiento extraño cuando ella está cerca. Siempre actúa como si ella no existiera. Es como si la familia Walton estuvieran empeñada en menospreciarla.
Sin embargo, Daniel, no es una mala persona. Él simplemente quiere llevarse bien con el hermano que la vida le regalo, y no puede evitar sentir atracción por una chica tan linda e inteligente como Adriana. No es muy expresivo, y a diferencia de Ares, suele ser menos bravucón y más amigable. Es un joven de buenos sentimientos, que sin querer observo toda la escena, sintiendo miedo por la chica que le gusta al escuchar la amenaza de Ares. Era una situación complicada, que no entendía del todo, pero no podía permitir que el lado vengativo de su hermano se desquitara con Adriana. Corre a la sala de las cámaras de seguridad, donde pide los últimos 10 minutos de la grabación del pasillo de los ascensores en el décimo piso. Amenazando con echar de la empresa a todo aquel que diera información sobre la cinta.
—Mi hermano de seguro vendrá, así que si pregunta, las cámaras fallaron.
Asiente el vigilante, temeroso de perder su empleo.
Seguro de que todo estará bien para Adriana sin el video que compruebe que ella fue quien lanzó a Vanesa por las escaleras, Daniel se retira a su apartamento, con la única intención de guardar muy bien la grabación.
***
Al llegar a la clínica, Vanesa es ingresada a urgencias, donde Ares desesperado pide estar con ella, pues está tan preocupado por su hijo que no quiere despegarse ni un solo segundo de su lado.
Apenas llega la doctora, le explica la situación, y de inmediato procede a revisar a Vanesa.
—¿Cómo te sientes? —Le pregunta, mientras la ausculta.
—Muy adolorida Doctora.
—¿Cuál es tu nombre?
—Vanesa
—¿Cuántos dedos ves aquí? —Le muestra dos de sus dedos.
—Dos…
—¿Está bien? —Pregunta Ares asustado.
—Está consciente y no tiene ninguna fractura. Ahora pasaremos a revisar al bebé.
Toma un ecógrafo y aplica gel sobre el abdomen de Vanesa, que está completamente aterrada, pues teme que la doctora descubra que no está embarazada desde hace unos días. Empieza a revisar, pero no observa nada.
—¿Me dice que está embarazada?
—Si —Responde Ares, sin dejar que Vanesa emita ninguna palabra.
—Pues vamos a realizar más pruebas. Por qué no se observa nada. Aunque el endometrio se ve algo inflamado.
Aurora, viendo sufrir a su hermana, siendo ultrajada por Ares, no imagina el daño que este podría causarle. Pero tiene miedo de que la eche y destruya su carrera.
—No es así… —Interviene de inmediato, Aurora. —Suelte por favor a mi hermana. Usted mismo escuchó a la señorita Vanesa. Yo fui la culpable. Adriana solo intenta protegerme.
Ares afloja el agarre en el brazo de Adriana y mira sorprendido a Aurora, quien tiembla ante el temor que le produce su mirada fría y llena de desprecio. Pues aunque Vanesa la acusó, parece tan ingenua e inocente, que no la creyó capaz de algo así.
—¿Qué dijiste? —Le vuelve a preguntar.
—Que fui yo señor. Yo le hice daño a su hijo. Así que si debe desquitarse con alguien será conmigo. Mi hermana solo se acercó para ver que había pasado.
—¡Aurora, no mientas! —Exclama Adriana, preocupada por la acción de su hermana.
—No miento. El señor Ares quería saber quien lo hizo. Y fui yo. No pienso evadir mi culpabilidad.
Ares parece confundido al ver como las dos hermanas, se culpan a sí mismas buscando salvar a la otra.
—¡Tontas!, creen que de verdad necesito que confiesen. ¡Ja! —Suelta bruscamente el brazo de Adriana. —Yo mismo averiguaré quien es la culpable, y cuando lo sepa, la haré vivir un infierno.
De pronto el teléfono de Ares suena, y al ver que es su madre, intenta pensar con cabeza fría.
—Ahora, ¡largo de aquí! —Echa a las hermanas que salen despavoridas siendo observadas por varias enfermeras.
—No debiste inculparte por mí. —Le reclama Adriana a su hermana, quien apenas y se recupera de las amenazas de Ares.
—No me inculpo. Si yo le hubiera hecho caso a la señorita Vanesa, de seguro nada de esto habría pasado.
—¡Agh…! No puedo creer que seas tan benevolente. Llamándola señorita con tanto respeto después de que te trato como un trapo sucio.
Empieza a caminar Adriana muy enojada por lo buena e insoportable que puede llegar a ser su hermana.
…
Mientras van en el auto de regreso a la empresa, hay algo que le preocupa a Adriana:
—¿No tienes miedo de lo que pueda hacer Ares? —Le pregunta a Aurora quien va rezando un rosario a ojo cerrado por la salud de Vanesa, y el eterno descanso del pequeño bebé que ya no está.
Después de unos segundos, abre los ojos y le sonríe más calmada a su hermana.
—Yo no tengo nada que perder. Si lo piensas bien, tú tienes tu empleo, y tu carrera. Yo, en cambio, no tengo nada, salvo un compromiso para casarme obligada con un hombre que no me ama. Lo peor que me podría hacer a mí, sería cancelar la boda y enviarme de vuelta al convento para tomar los hábitos, lo que realmente no me molesta.
Cierra nuevamente los ojos para continuar con sus oraciones, creyendo ella misma, que lo que le ha dicho a su hermana es lo peor que podría pasarle, pero la verdad es que Adriana no está tan segura, pues Ares puede ser tan despiadado como el verdadero Dios de la guerra, cuando se trata de cobrarse algo.
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