Sin poder encontrar mayor información por su cuenta, y sintiéndose un idiota usado por Vanesa, empieza a creer que es verdad lo que le dijo. Sin embargo, no podía creerlo del todo, pues algo de amor debía sentir por él. No todo podía ser falso, aunque eso implicaría jamás perdonarla por lo que le hizo. Había tomado una decisión, se vengaría de las mujeres de su vida. Aquella quien consideraba el amor de su vida y sin reparo lo dejó, y aquella con la que se casaría y era la culpable de la muerte de su hijo. Ella, más que nadie, no merecía su perdón.
Al llegar a casa de su madre, encuentra a todos a la mesa, listos para empezar a comer.
—¡Estás aquí! Pensé que no vendrías… Me alegra saber que aún tengo algo de autoridad en tu vida. —Le dice Jazmine delante de todos dedicándole una mirada de frialdad.
—No he venido para jugar a la familia feliz madre. Simplemente, vine a hablar con Oliver acerca de la sede de Inglaterra y su nuevo empleo.
Oliver, quien lo saluda sonriente, simulando gusto de ver a Ares nuevamente después de que los recogió en el aeropuerto. Por dentro no soporta la actitud prepotente, de un hombre que, a su parecer, todo le ha sido dado en bandeja de plata sin ningún tipo de esfuerzo, mientras que él y su hermana se tienen que conformar con las minucias de los Walton. ¿De qué le servía pertenecer a esa familia, si al final, por no llevar el apellido Walton, era despreciado?
Daniel, que mira a su hermano con inquietud, pensando en la grabación que guardó, se percata de como su primo, aunque sonríe, mira a Ares con envidia, y eso le genera desconfianza. Mientras que Eva, la hermana de Oliver, se levanta de inmediato para abrazar a Ares, ya que desde pequeña está completamente enamorada de él, y su gran sueño es convertirse en su esposa. Después de todo, no eran más que familia política.
—Me alegra que estés aquí, creí que no vendrías. —Le dice la chica que se cuelga del cuello de Ares, que la aparta con sus manos, mostrando disgusto por la acción.
—No estoy aquí para quedarme, solo he venido porque quiero hablar con Oliver con respecto a su nuevo puesto.
—Pero eso podrán hacerlo mañana en la oficina, ¿no? —Eva mira a Jazmine como suplicándole que la apoye, pero esta ni se inmuta.
—No lo creo, Eva. —Ares observa a Oliver. —¿Vamos? —Le pregunta y este asiente.
Aún no se han retirado, cuando Jazmine, se dirige a su hijo una última vez.
—Solo quiero que tengas presente que pasado mañana te casaras, y quiero que todo sea perfecto, algo digno de la familia Walton. La boda será a las 5:00 pm, así que no quiero errores…
Ares mira a su madre de reojo, que le da un sorbo a su vino muy tranquilamente y sigue su camino, seguido de Oliver, mientras que Eva por poco y se cae de la sorpresa, al enterarse de que el único hombre del que ha estado enamorada durante toda su vida se casará en dos días.
—Tía… ¿Es cierto lo que has dicho?
—¿Que pasa querida?, ¿acaso eres sorda?… deberías comer, te veo delgada, quizás es la falta de vitamina la que no te deja escuchar bien. —Le responde crudamente Jazmine, quien sabe de los sentimientos de Eva por Ares, pero jamás podría permitir un matrimonio entre ellos. Pues habían sido prácticamente exiliados, debido a los tratos del padre de los chicos con algunos mafiosos en las casas de apuestas, dando en esa época mucho de que hablar, y Jazmine no quería ni malos entendidos, ni chismes, que pudieran afectar la reputación de su familia.
…
En el estudio de la casa de Jazmine, Ares le propone a Oliver ser el jefe del departamento de ventas, y este no muy convencido acepta.
—¡Muy bien!, entonces mañana mismo podrás empezar.
Ares se va, sin siquiera despedirse de su madre, directo a su apartamento a ahogar las penas que Aurora y Vanesa le han causado. Botella tras botella, fue tomándose hasta terminar tendido en el suelo de la borrachera. Casi dos días bebió sin descanso, y omitió las llamadas de su madre y del trabajo. Antes de efectuar su venganza contra Aurora, estaba decidido a olvidar a Vanesa, y para eso, el alcohol era su aliado.
…
El día de la boda, Jazmine cita a varios reporteros, con la intención de explicar el compromiso y a su vez la premura de la boda ante la prensa, convirtiendo la noticia en un acontecimiento nacional.
A la prensa, era fácil controlarla, pero a quien no era fácil controlar era a su hijo, que desde el día de la cena, había faltado a la empresa, y no contestaba su teléfono ignorándola por completo.
—Josué, por favor, busca a Ares. En unas cuantas horas se casará y no tengo idea de dónde está. Ya suficiente tengo con una boda que organizar como para que mi hijo me siga dando problemas. —Le dice frustrada a su fiel secretario, quien asiente y sale de inmediato hacia el apartamento de Ares, donde cree que puede estar.
Al llegar al lujoso Penthouse, Josué toca varias veces a la puerta, seguro de que Ares está allí, ya que el vigilante del edificio aseguró que desde antes de ayer no se le ha visto salir del edificio. Sin embargo, jamás le es abierta la puerta. Ante esta situación, Josué decide intervenir por la fuerza, mandando a forzar la puerta con algunos de los guardaespaldas de Jazmine.
Apenas ingresa al lugar, se encuentra con un caos total. Cada mueble y artículo del apartamento, está completamente destruido o patas arriba, a medida que se adentra, se va dando cuenta del panorama al encontrar al hijo de su jefa, tirado en el suelo, sobre varias de las botellas de licor que se tomó.
—¡Santo cielo! ¿Pero cuánto ha bebido señor?
Inmediatamente, pide ayuda, para levantarlo, mientras prohíbe a los guardaespaldas decir o hacer algún comentario sobre lo que están viendo.
Lo lleva a la ducha, después de asegurarse que aún respira, y que simplemente está alcoholizado hasta las pestañas. Apenas el agua fría toca el rostro de Ares, este empieza a despertar lentamente.
—¿Qué haces aquí? —Le pregunta cómo puede a Josué…
—¡Salvarle la vida! Si no se ahoga en alcohol, su madre de seguro lo matará. Se casa en menos de 8 horas, y mírese.
—¿Casarme?… ¿Con esa monja que en vez de ángel resultó ser un demonio?
—¡Parece que no le agrada la señorita Aurora! —Josué envía a uno de los guardaespaldas a comprar un café negro bien cargado.
—¿Agradarme? ¿Cómo podría?… si me engaño con esa mirada y esa cara que parecía no matar ni una mosca… Aunque no sé quién es peor, si ella o Vanesa… ¡Maldita ingrata! ¡Mentirosa de m****a! —Ares empieza a llorar unos segundos y luego se recompone.
El guardaespaldas vuelve con el café, y Josué se lo da a beber, y apenas siente lo amargo de la bebida, se empieza a sentir más despierto y un poco menos ebrio.
Como puede se levanta y se aferra a la puerta de cristal de la ducha. Empieza a desvestirse…
—¡Largo! —Ordena, y todos salen, pero Josué antes de cerrar la puerta le dice una última cosa.
—Señor, recuerde que estaré muy cerca, por si me necesita —Y por muy cerca se refería ahí mismo en el apartamento, donde planeaba vigilarlo y asegurarse de llevarlo así seas a rastras a la iglesia. Ares sabe que él se queda para vigilarlo, pero la verdad es que jamás pensó escapar, el mismo orquestó este plan, y Ares Walton no es un hombre que falte a su palabra. Antes el matrimonio había sido orquestado por su madre, y no le importaba nada con tal de estar con Vanesa, pero ahora había descubierto que Vanesa era una mentirosa, y Aurora una criminal. Esta vez el matrimonio había sido orquestado por él, y no podía faltar a su palabra de una venganza y un sufrimiento bien merecido para la asesina de su hijo. Es por eso que la noche anterior, a pesar de su embriaguez, había decidido dejar de tomar y dormir. No podía controlar que fuera en la cama, debido a su alto estado de alicoramiento, pero eso no importaba. Lo único que necesitaba era descansar y llegar como fuera a darle el “Sí” en el altar a Aurora Hermswort.
Luego de una larga ducha, aun con resaca, Ares se echa en su cómoda cama y cae profundo, pensando que su vida no es más que una m****a. De que le servía tener tanto dinero, si la mujer que amaba lo había abandonado, el hijo con el que se había ilusionado, había muerto y la mujer con que se casaría, era la culpable de esa muerte.
…
Abre los ojos, sin saber cuánto durmió, un dolor de cabeza, lo irrita, y al levantarse de la cama, observa a Josué parado frente a él, como un perfecto maniquí, vestido de esmoquin, sosteniendo un gran porta vestidos de color negro, que le ofrece.
—¿Qué es eso?
—¡Su traje señor!
—¿Mi traje?
—Si… Es que… Papá… —Por un momento piensa en contarle todo a su padre, pero de inmediato recuerda la amenaza de Ares.
—¿Si…?
Niega con la cabeza…
—¡Nada!… —Baja del auto, y su padre empieza a ayudarla con el vestido. La toma de la mano, y nota como está temblando.
—Aurora, cariño… No estés tan nerviosa… ¡Todo saldrá bien! —Sonríe Isaías a su hija, que está aterrada, y la guía hacia la puerta de la iglesia, mientras Adriana va camino a anunciar que la novia ha llegado y así iniciar la marcha nupcial.
Esperan frente a la puerta de la iglesia, a que estas se abran para que el cortejo de pajes y damas empiece a caminar por la deslumbrante iglesia, que está decorada desde las escaleras, hasta la última silla con flores y velas, obra de Jazmine que no esperaba menos para la boda de su hijo.
Sin embargo, con los más de 200 invitados ya sentados en sus asientos que esperan a que inicie la boda, que ya tiene más de media hora de retraso, Jazmine, sale a darle la cara a Aurora y a su padre, acompañada de Adriana quien se acaba de enterar, por boca de la misma Jazmine que Ares aún no ha llegado.
—¡Aurora, te ves hermosa! —Le dice apenas, la ve…
—¿Qué pasa Jazmine?, ¿por qué estás aquí?, ya es hora de que entremos, no deberíamos hacer esperar más a los invitados… —Comenta Isaías que no entiende el porqué Jazmine salió de la iglesia para ir a verlos.
—Si… sobre eso… Tal vez deberíamos esperar un poco más…
—¿Más?… Son casi las 6:00 pm… Ares debe estar desesperado…
—Es que él es precisamente la causa del retraso…
—¿A qué te refieres?
—Mi hijo… —Toma aire. —Mi hijo aún no ha llegado…
Aurora, al escuchar esta noticia, relaja los hombros, liberando toda la tensión que tenía acumulada, pensando que quizás él es quien se había arrepentido. Agradecía a Dios mentalmente, por el milagro que acababa de hacer en su vida.
—¿Eso significa que no se casara conmigo? —Pregunta la joven, con un aire de emoción en su voz, que Adriana nota.
—¡Por supuesto que se casara!, Es un Walton, y los Walton siempre cumplimos nuestra palabra. —Responde con altivez Jazmine, que no estaba dispuesta a aceptar que su hijo la hiciera pasar semejante vergüenza.
El ambiente se vuelve tenso, entre los Hermswort y Jazmine que intenta comunicarse con Josué, quien no le responde el telefono desde hace un par de horas. Adriana y Eloise, se toman el trabajo de calmar a los invitados y después de una media hora más, Aurora, cansada de estar de pie, por llevar los tacones que Eloise la había obligado a usar, y segura de que Ares Walton no llegará, decide no esperar más.
—Señora Jazmine, es obvio que el señor Ares no vendrá. Es mejor que hable con los invitados. Discúlpeme, pero ya no puedo esperar más. —Le dice Aurora, tímidamente, se quita el velo que la tiene acalorada, y empieza a caminar hacia el auto, apenas y ha bajado los primeros escalones, cuando siente como alguien la toma fuertemente del brazo… Se gira, y no puede creer quien es…
—¿A dónde vas monjita?, que yo sepa, primero debes darme el “Sí”, para salir de aquí…
—¡¡¡Ares!!!
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