DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 24

Aurora, completamente desolada, llora sobre las piernas de su hermana sin descanso, aterrada y asustada por la situación que ha vivido está noche, siente asco y temor, pero lo que más le duele, es que Ares, después de ver por lo que había pasado la tratara como una mujer sin valor.

Adriana, llora junto a su hermana, culpándose por no haberla acompañado, mientras Daniel maneja viendo la dura situación por la que atraviesan dispuesto a convertirse en su protector si es necesario, pues estaba interesado en Adriana y conocer la situación de Aurora le causaba pesar. Siempre supo que su hermano podía ser muy cruel con sus enemigos, pero jamás imaginó que fuera tan tonto como para dejarse engañar de Vanesa. «¡No! Ares siempre solía ser muy analítico con todo. ¿De verdad estaba tan perdidamente enamorado de esa mujer como para asumir que la verdad que ella le muestra es la única que importa?»

Daniel detiene el auto frente a la casa Hermswort.

—¡Hemos llegado! —Comenta y se baja para abrirle la puerta a las hermanas. Aurora parece pérdida y triste, mientras que Adriana le muestra una pequeña sonrisa de agradecimiento y antes de entrar a la casa se despide.

—Gracias por todo, Daniel. Hoy fuiste un gran apoyo, jamás tendré cómo pagarte lo que hiciste por nosotras y por mi padre.

Daniel, que la mira con ternura, sintiéndose un poco nervioso, con un tierno beso en la mejilla, sonroja a la chica que queda en shock, a quién ya no le parecía tan engreído.

—Siempre que me necesites estaré para ti. —Le dice y se va, dejando a Adriana con el corazón a mil, pensando en que nunca antes se había fijado en lo sexi que era Daniel. De pronto reacciona al escuchar a Esther.

—Señorita, ¿le pasó algo a la señorita Aurora?, subió las escaleras llorando, y ni siquiera me saludó. —De inmediato cierra la puerta y sube corriendo a la habitación de su hermana, donde la encuentra en el baño, tirada en el suelo de la ducha, completamente desnuda, dejando caer el agua, limpiando con movimientos bruscos su piel, como si quisiera arrancar algo.

—Aurora… ¿Qué haces?

—Quiero quitarme el olor de ese hombre, pero no sale… —Desesperada sigue limpiándose, mientras recuerda cómo fue ultrajada y golpeada.

Adriana abraza a su hermana, con desespero, sin importar que se moje.

—Escúchame bien… Yo te ayudaré a que este momento pase. No lo olvidarás, pero lo superarás y te harás fuerte para que nadie vuelva a intentar propasarse contigo. —Aurora se relaja en los brazos de su hermana, llorando desconsolada. —Piensa que, por suerte, Ares le dio su merecido y no permitió que ese asqueroso cumpliera su cometido.

Aurora se separa de Adriana y la mira triste y cabizbaja.

—¿Su merecido? Pero no por defenderme. Él más que nadie me humilló y me trató como si yo no valiera la pena. Jamás perdonaré a Oliver, pero a Ares tampoco. Todo este tiempo desde que me casé fue un suplicio. Al principio me humilló haciéndome sentir como una basura, responsabilizándome de la muerte de su hijo.

—Lo siento tanto. Por cubrirme a mí, asumiste la culpa. —Llora la joven, apenada con su hermana.

—No Adriana. Yo misma me sentí culpable, pero resultó que esa mujer, Vanesa, había abortado unos días antes…

—¿¡Qué!? Es una m*****a… ¿Cómo pudo hacerle eso a su hijo? ¿Y Ares lo sabe?

—¿Crees que estaría con ella si lo supiera?

—Pero entonces hay que decírselo…

—No nos creerá. Para él no hay palabra que valga más que la de Vanesa.

—¿Y entonces? No entiendo nada… ¿Y tú cómo te enteraste?

—Por Jazmine, ella sabe todo, pero ni yo misma sé cómo se enteró, o por qué no le dijo nada a su hijo…

—¡¡¡Puaffff!!! —Adriana suelta un largo suspiro. —Todo esto es muy complicado. Quizás deberíamos alejarnos y no involucrarnos más con esa familia…

—¿Qué no me involucre? Soy la esposa de Ares Walton. Ya estoy involucrada. Además, es la primera vez que mi corazón está lleno de ira. Jamás me había sentido así, y ni siquiera las oraciones, ni Dios han podido aplacar esto que siento. Durante días aguanté mil cosas que si te cuento sentirías rabia y odio por Ares. Luego pensé que todo mejoraría, la inocente Aurora siempre positiva, porque me deje engañar por los ojos de mi esposo que a pesar de sus palabras reflejaban algo de preocupación e interés por mí. Por un tiempo decidió alejarse, y lo vi sufrir noche tras noche, y me interesé en él. Lo veía tan frágil, tan triste… Sin que me lo pidiera velaba su sueño y cuidada sus borracheras, mi vida ya no me parecía tan mala hasta que apareció nuevamente Vanesa, y me trato como si fuera menos que una humana, convirtiéndome en su prisionera. De lejos veía que mi esposo no hacía nada, por mí. ¿Por qué tenía esperanzas en él? No lo sé… Pero mi corazón anhelaba que un día me defendiera como la vez que lo hizo cuando esa mujer apareció. Por eso cuando Jazmine ofreció que la ayudara a vengarse, dije que no. Porque no quería, ni era capaz de hacerle daño a ese hombre que me despreció día tras día. Pero ahora incumplió su promesa y dejo que le hicieran daño a mi familia, y cuando pensé que me había salvado de Oliver, no hizo más que culparme, y tratarme como la peor de las mujeres.

Adriana, que escucha atenta a su hermana observando fijamente sus ojos, se pone de pie sorprendida.

—Aurora, respóndeme algo con sinceridad.

—¿¡Qué!?

—Tu esposo… ¿Te enamoraste de él?

—¡¡¡¿Eh?!!! ¿¡Qué!? No… Claro que no. Yo… Yo… ¿Cómo podría? Solo he estado casada un par de meses. A mi esposo lo volví a ver desde hace tres… Y ha sido malo conmigo… No, no puedo ser tan tonta.

—No eres tonta. Eres la persona más buena que he conocido, hermana.

—¿Y de qué me ha servido? Mira cómo me trata todo el mundo, como si pudieran hacer conmigo lo que se les da la gana. —Aurora sigue limpiándose y se acurruca entre sus piernas, abrazándose a sí misma.

Adriana, que mira a su hermana muy preocupada, no imagina por todo lo que ha pasado para que alguien tan buena como ella, esté tan llena de rencor. Se acerca nuevamente a ella y suelta su cabello, que llega al suelo, el cual le ayuda a lavar con sumo cuidado.

—Solo quiero que sepas una cosa Aurora. No estás sola, me tienes a mí, y de ahora en adelante cualquier cosa que decidas hacer, cuentas conmigo.

Abraza a su hermana, hasta que estuvo más tranquila, y luego le prestó algo de ropa, la acompañó a la cama, y se quedó con ella velando su sueño toda la noche. De vez en cuando Aurora se despertaba llorando, asustada por lo que pasó, pero Adriana siempre estuvo ahí para ella.

...

En el hospital, el informe médico muestra que Isaías no tiene ningún tipo de mejoría, y el médico informa que se debe pagar una cuota de ingreso para pasar a Isaías a una habitación especial con todas las comodidades que necesita.

Las mujeres se dirigen a caja, dónde se encuentran con Daniel.

—¿Qué haces aquí? —Le pregunta Adriana

—Hola para ti también... —La saluda con una sonrisa que la pone un poco nerviosa.

—Hola. Pero, aún no me has respondido...

—Vino a cancelar la cuenta del hospital... —Dice una voz muy conocida que llama la atención de las mujeres.

—¡Sra., Jazmine! —Comenta Aurora apenas la ve. —Regresó...

—Así es querida, y he regresado para poner orden, ya Daniel me contó todo, lo que hizo Oliver, y me disculpo por ello. También quise venir a ver a Isaías, pero Eloise me llamó hace unos minutos y me contó sobre la deuda del hospital, y es por eso que le pedí el favor a mi hijo de que me hiciera el favor de pagar.

Aurora y Adriana, muy molestas por la acción de Eloise, se muestran avergonzadas con Jazmine.

—No es necesario, señora, nosotras pensábamos resolverlo. De alguna manera encontraríamos el dinero. —Le dice Aurora.

—Nena, no tienes nada que encontrar. Daniel está pagando la cuenta de tu padre con tu dinero. Recuerda que eres la esposa de Ares Walton, y la mitad de todo lo que él tenga, te pertenece...

—Pero es que... no puedo aceptarlo...

—Aceptaste vengarte, y deberías empezar por dejarte de niñerías y tomar posesión de lo que por derecho te pertenece.

—Sí, señora, pero...

—Pero nada... Hoy aprenderás tu primera lección, Aurora. No le vas a dejar a la amante de tu esposo lo que es tuyo por derecho.

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