—Mamá, ¿puedes explicarme por qué carajos le cediste tus acciones a Aurora?
Entra Gritando Ares furioso a la sala de juntas, delante de todos.
—Precisamente les estaba informando a los miembros de la junta, que he cedido mis acciones a tu esposa, y como te he entregado mi puesto de presidente, en la empresa de ahora adelante no seré mas que una asesora personal para tu esposa, que es actualmente la mayor accionista de Walton's car.
Le dice Jazmine, muy calmada, haciéndole gestos con sus ojos, para que se comporte delante de todos los presentes, pero a Ares poco le importa.
—¿Enloqueciste? Aurora no tiene ninguna experiencia.
—No estés tan seguro, te podrías sorprender.
—¡Ja!, supongamos, que tengas razón. Aun así, Walton's Car es una empresa sería, dónde una hoja de vida es fundamental para contratar al personal.
—¡jajajaja! —Se ríe con descaro Jazmine. —Hijo, no seas tonto. Es dueña de casi la mitad de la empresa, ¿crees que puedes negarle un puesto? —Lo mira y luego mira a los miembros de la junta. —¿Ustedes se unirían, todos para no ver a mi hermosa nuera en esta empresa?
—¡No!, ¡claro que no!... —Dice la mayoría, en especial los jóvenes accionistas que habían quedado encantados con la belleza y gran personalidad de la joven, que había sigo aconsejada por Jazmine, sobre como actuar frente a los miembros para ganarse la aprobación de ellos.
—Pues soy el presidente y me opongo. —Exclama Ares furioso.
—Cariño, ¿por qué dices eso? Van a pensar que no me quieres aquí. —Dice Aurora que acaba de llegar a la sala, luego de escuchar lo que acaba de decir Ares, a quien se le acerca. — No me digas que estás celoso, y por eso no quieres que trabaje aquí, con todos estos hombres tan guapos. —Sonrie ampliamente a todos los miembros de la junta que eran hombres, a excepción de ella y Jazmine. Daniel que también era uno de los miembros, disimuladamente grababa a la pareja para luego mostrárselo a Adriana, que le había pedido ver la cara de poema de Ares cuando supiera que su hermana trabajaría en la empresa.
Ares muy disgustado, por el comentario coqueto de su esposa, frente a todos esos hombres, la saca nuevamente del brazo, llevándola nuevamente a su oficina.
—¿Qué quieres? ¿Dejarme en ridículo? ¿Por eso te comportas como una ramera? —Le reclama furioso, llevándose como respuesta un fuerte bofetón de parte de su esposa, que no estaba dispuesta a soportar más sus groserías.
Ares la mira lleno de rabia.
—No se te ocurra volverme a pegar. —Le exige
—Y a ti no se te ocurra volverme a ofender.
—¡Ja! ¿Te crees con mucho poder, ahora? Aunque intentes mostrarte fuerte, a mí no me engañas. No sé cuál sea tu intención, pero yo llevo 28 años siendo Ares Walton, y tú hasta hace unas semanas no eras nadie. A crees que voy a permitir que me sigas jodiendo la vida, estás muy equivocada.
—No te equivoques Ares Walton, ya no soy la tonta monja con la que te casaste y veía lo bueno de las personas. Aquella que aguantaba humillaciones y maltratos, haciéndose cargo de un delito que no cometió.
—¿Ahora incluso tienes el descaro de negarlo? Mataste a un ser inocente, a un bebé... ¡A mi bebé!
—Es mejor que te calles, por qué se nota que no tienes ni idea de lo que estás diciendo.
Ares la toma fuertemente del brazo.
—¡Asesina! Eso es lo que siempre serás…
Una asesina.
—¡No lo soy!
—¡No lo niegues! —La toma del otro brazo, mirándola fijamente a los ojos.
—¡No lo niego! ¡Y suéltame! —Lo empuja liberándose de su agarre. —No tengo nada que negar, porque yo no maté a tu hijo, así que no te desgastes gritándome que soy una asesina, cuando deberías gritárselo a la mujer con la que te acuestas todas las noches.
Aurora intenta irse, pero Ares la detiene.
—¿Con quién? —Pregunta la mujer que sigue comiendo muy tranquila.
—Con la doctora que te atendió el día que Aurora te empujó por las escaleras, ¿la recuerdas?
Vanesa que empieza a toser. —¡Cof-Cof! —atragantándose un poco pro la comida que masticaba en ese momento.
—¿Todo bien?
—Sí. Perdón. —Se toma de un solo sorbo el vaso de agua que tenía junto a su plato. —Ya pasó. Creo que me he llenado. —Afirma intentando levantarse de la mesa.
—¿Escuchaste lo que te dije? —Insiste Ares.
—¿Qué?
—Sobre la doctora, hoy la vi, y me reconoció y me preguntó por ti.
—¿Y qué? Es lógico que lo haga fui una de sus pacientes. ¿Por qué tanto interés en hablar de esa doctora? Te espero arriba. —Dice marchándose del comedor, pero Ares, al verla tan nerviosa y evasiva, lanza un dardo como carnada para confirmar si lo que le dijo Aurora es o no cierto.
—Mencionó que ese día no observó rastros del bebé, como si hubieras tenido un abortó días antes. —Vanesa se detiene en seco, al escuchar la afirmación de Ares, y se gira para ver al hombre que está de pie frente a ella.
Siendo astuta al darse cuenta de que Ares le está tendiendo una trampa, pues esa doctora, no pudo decir eso, simplemente por qué ella supo lo que pasó de su boca, nunca terminó de realizar los exámenes para detectar su había o no bebé.
—Cariño, creo que esa doctora con la que te encontraste debió confundirse de paciente, pues es imposible que te dijera eso. Nuestro bebé murió a causa de la caída que tuve por culpa de Aurora. —Se acerca y le da un beso de pico en los labios, y luego le sonríe con tristeza, para irse a la habitación.
Ares, confundido por el nerviosismo inicial de Vanesa y luego la tranquilidad y seguridad de sus respuestas, decide investigar más a fondo, pues ya la duda la tiene, y también quiere estar seguro de que Aurora esa la asesina de su hijo, para restregárselo en la cara y no permitir nunca más que lo haga dudar. Sin embargo, Vanesa ya está sobre aviso y hará hasta lo imposible por qué su secreto no se descubra.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DE MONJA A ESPOSA