Aurora, que lo mira con sorpresa, intenta controlar sus nervios y se zafa de su agarre de forma un poco brusca.
—¿Hablar?... Tú y yo de lo único que tenemos que hablar es del 25% de las acciones que me pertenecen. Y no me vuelvas a tocar, me molesta. —Le dice la joven con tanta rabia en sus palabras que Ares tarda en reaccionar por la altivez de aquella mujer que, para él, era irreconocible.
—¡Nada es tuyo! Así que no te atrevas a reclamar nada. ¿Crees que por qué mi madre te ha vestido con ropa de diseñador, has cambiado en algo? Pues no. —Se acerca a la joven casi susurrándole al oído. —Quizás deslumbrarás a aquellos que no te conocen, pero a mis ojos, sigues siendo la asesina de mi hijo. Incluso con todo ese maquillaje, sigues siendo repulsiva para mí.
Aurora, que controla con todas sus fuerzas las ganas de llorar, al escuchar las palabras de su esposo, que seguía siendo un indolente. Respira profundo, y gira un poco su cabeza mirándolo a los ojos, quedando tan cerca que al mínimo movimiento podrían besarse.
—¿Y si soy tan repulsiva?, ¿por qué me miras como si me desearas? —Le arroja una media sonrisa, que perturba a Ares, haciéndolo apartarse por instinto al sentirse intimidado.
—¿Qué?, ¿el gran Ares tiene miedo, de tener tan cerca a esta mujer repulsiva?
Aurora da un paso en dirección a él, acercándose cada vez más, desestabilizando a Ares, al sentirse contrariado por sus confusos sentimientos.
Aurora se acerca cada vez más, y saca del bolsillo de la chaqueta de Ares el pañuelo rojo que sobresalía.
—Tanto desprecio, pero no para llevar mi obsequio. —Menea el pañuelo en el aire.
—Entonces quédatelo. ¡¡Es igual de repulsivo que tú!! —La mujer sonríe con picardía y lo vuelve a poner en su bolsillo.
—¿Por qué? Sí, combina a juego con mi vestido. —Le dice y Ares parece hipnotizado por el azul de sus ojos.
De pronto, la voz de Vanesa, se escucha…
—Ares… ¿Qué crees que haces? —Pregunta muy enojada al verlos tan cerca, y por alguna razón que ni el mismo entiende, salta como si fuera un niño pequeño regañado por su madre, haciendo que Aurora suelte una risita burlona.
—¡Jajajajaja! —Aurora se aparta, viendo a Vanesa colgarse del brazo de Ares, y detrás de ellos aparece Adriana y Daniel que se acercan a ella con intención de brindarle su apoyo.
—¿Pasa algo, hermana? —Le pregunta Adriana a su hermana, dispuesta a defenderla de quien sea.
—No. No pasa nada. Ares solo estaba algo desinformado sobre mis derechos, pero creo que ya se lo he dejado claro.
—¿Derechos? ¿Acaso eres sorda? Te dije claramente, que no puedes reclamar nada.
—No es necesario que lo haga, no pienso reclamar lo que por derecho me pertenece. De eso se hará cargo mi abogado.
—¡Ja! ¡Eres una interesada! —Comenta Vanesa.
—¡Y tú, una imprudente! Acaso no te enseñaron que las amantes deben permanecer escondidas. —Le dice Adriana, que aviva la furia de Vanesa, quien se acerca y levanta la mano para darle una bofetada, pero Daniel que se atraviesa recibiendo él la bofetada, se lo impide.
—¡¡¡Daniel!!! —Se sorprende Adriana, al ver su acción y de inmediato intenta atacar a Vanesa, pero Daniel la detiene.
—¡Tranquila! !No te rebajes! —Le dice y Vanesa exhala un par de veces muy ofendida.
—Por lo que veo, no solo mamá está ayudando a las hermanas Hermswort —Comenta Ares a Daniel, que le dedica una mirada de desaprobación.
—Por lo menos él está en el bando correcto —Termina de decir Aurora, indicándole a Daniel y a su hermana que es hora de irse, dejando a Ares furioso por su actitud tan prepotente, que aunque no quisiera reconocerlo, lo amedrentaba un poco.
…
Aurora que está muy distraída, en el auto, pensando en todo lo que pasó esta noche, se siente muy insegura.
—¿Te pasa algo?, te noto algo callada. —Le pregunta Adriana, preocupada.
—Es que… No se si esto sea lo correcto. Pensé que quizás, todo esto me haría sentir mejor, pero por alguna razón siento que la más lastimada podría ser yo.
—Es lo normal. Tú nunca has querido hacerle daño a nadie, así que si quieres parar.
—¡No! —Afirma con convicción.
—¿Eh?, pero acabas de decirme que…
Aurora la interrumpe.
—Tal vez no esté segura de nada, tal vez sienta que puedo salir lastimada, pero si en el camino también lastimo a Ares y a Vanesa, me daré por bien servida. Hoy con la mirada de odio de ambos hacia mi, entendí que o son ellos o soy yo, así que ya no puedo simplemente parar.
—Entonces, ¿seguirás con el plan?
—Si. Y mi siguiente paso, será mañana entrar a Walton’s car como la nueva gerente de ventas.
Daniel que observa a las hermanas por el retrovisor, no interviene en la conversación pero escucha atentamente, con la intención de apoyarlas hasta el final, aunque eso implicara enemistarse con Ares, después de todo, por acciones pasadas de su padre, su hermanastro ya lo consideraba un enemigo en potencia, entonces no tenía nada que perder.
...
Aurora es dejada en su casa, y se encuentra con Blanca, la empleada que había contratado, quien la esperaba para servirle la cena.
—¿Qué haces aquí? —Le pregunta Ares, observando las miradas lascivas de varios miembros de la junta hacía su esposa.
—¿No es obvio? Vine a trabajar. Soy la nueva gerente de ventas. —Sonríe la joven a varios de los hombres que la miran embobados y eso hace enfurecer a Ares que la toma del brazo y la saca inmediatamente de la sala llevándola a su oficina.
—¿Que creés que haces? Tú no tienes idea de nada del negocio de autos.
—Eso crees tú.
—Aunque así fuera, no quiero que estés aquí.
—No es tu decisión.
—Soy el presidente y mayor accionista de esta empresa. Yo decido si te quedas o no.
—Error querido. Yo soy la mayor accionista de esta empresa, así que no puedes echarme.
—¡Ja! Ahora sí, el maquillaje te fundió el cerebro. —Se burla Ares.
—No. Te recuerdo que del 50% de tus acciones 25% son mías.
—¡Ja! Ya te dije anoche ya que no puedes reclamar nada.
—No tengo que hacerlo, el contrato prenupcial es muy específico. Una vez se reciba la herencia todo sera repartido en partes iguales.
Ares respira un par de veces, intentando controlarse.
—Si es así, ¿aún no sabes contar? Tú y yo estaríamos en igual de condiciones, y sigo siendo el presidente, así que puedo echarte.
—¡Uuuu!... Otro error. No puedes echarme, por qué tu madre también me cedió el 20% de sus acciones, así que el que no sabe contar eres tú. Por qué yo tengo el 45 % de las acciones de esta empresa y tú solo el 25%, así que no solo no me puedes despedir, sino que tampoco puedes tomar una decisión con la junta sin mi aprobación. ¡UPS! ¿Qué se siente ser presidente tan solo con el título? Porque prácticamente no tienes mayor poder
Aurora se burla descaradamente, mientras Ares, furioso, asimila todo lo que ella le acaba de decir, encontrando como principal culpable a su madre que decide ir a buscar, no sin antes dedicarle unas palabras a su esposa.
—No creas que has ganado. Y por lo menos, mientras estés en esta empresa, vístete decente, para bien o para mal, todos saben que eres mi esposa; sin embargo, parece que te da gusto acaparar las miradas.
Dice y sale, dejando a Aurora que observa su vestido.
—A mí no me parece que me vea mal, ni indecente. ¡Me veo linda! —Comenta para sí misma la chica que tiene una sonrisa de triunfo al saber que está batalla la ha ganado ella.
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