Jazmine que junto a Josué preparaba una rueda de prensa para promocionar su gala benéfica para recaudar fondos para los niños huérfanos, es interrumpida por una llamada que esperaba con ansias, pues en casa, intentaba no toparse con Vanesa, para no crear discordia y darle motivos para que se victimizara frente a Ares. Aunque siempre la vigilaba, ¿a donde iba?, ¿con quién se veía?, ¿qué compraba?, ¿dónde comía?, ¿a qué horas llegaba?; expectante de que muy pronto los hombres de Joseph por fin la encontrarán.
En su viaje, no tuvo un grato encuentro con ese hombre, pues ambos tenían un carácter demasiado explosivo para llegar a un acuerdo. Al tipo solo le interesaba saber dónde encontrar a Vanesa, y aunque los planes de Jazmine, no salieron exactamente como ella lo había planeado, darle información suficiente para que muy pronto encontrara a su flamante esposa, era mejor que nada.
Sin embargo, Joseph no contaba con que la muy m*****a no solo lo había denunciado a la policía, sino que también había dado evidencia que lo incriminaba, haciendo que su situación se complicara y estaba seguro de que había sido su esposa, porque nadie más que ella conocía todo su prontuario.
Sin embargo, aunque le costó varias semanas localizarla desde la cárcel, lo hizo, y estaba dispuesto a todo por esa m*****a.
Su plan inicial era asustarla, luego acorralarla como una rata, y luego escapar y destruirla con sus propias manos.
...
—Vanesa… —Menciona su nombre Jazmine al descolgar la llamada con un tono burlón.
—¡Maldita bruja! Seguramente fuiste tú. Tú le dijiste a Joseph donde encontrarme, juro que acabaré de una buena vez contigo. Ya no tendré contemplaciones.
—Haz lo que quieras. Crees¿ que aún puedes amenazarme? Ahora Joseph está de mi lado. —Miente la mujer. —Y yo tal vez esté en boca de todos por algún tiempo, pero al menos mi vida no corre el peligro que corre la tuya. Imagina lo que sería que yo sacara a Joseph de la cárcel y él mismo viniera a buscarte… ¡Uhhh! No, no, no… No puedo imaginarlo siquiera.
—¡Maldita!… ¿De seguro eso pudiste hacerlo, lo que no entiendo es por qué no lo has hecho aún? ¿Qué quieres?
—¡Quiero que te largues de mi casa cuanto antes!
—¿Solo eso? ¿No piensas contarle a Ares sobre Joseph?
—Mañana, cuando despierte, no quiero ver tu feo rostro pasear por mi casa.
Esto último lo dice Jazmine y cuelga el teléfono dejando a Vanesa echa una furia. Jazmine piensa que debe retrasar que Ares sepa sobre Joseph todo lo que pueda, por lo menos hasta que él mismo desprecie a Vanesa y se enamore de Aurora. No puede permitirse dejar que su hijo se enfrente a un tipo de la calaña de Joseph, y conociendo a Ares todo lo querrá resolver solo.
De pronto, se queja de un fuerte dolor de cabeza, que por un breve momento hace que la mujer pierda la vista. Intenta levantarse, pero cae sobre su escritorio, y el estruendo que suena sobre cosas rompiéndose en el estudio alertan a algunas empleadas que corren hacia la sala a avisarle a Josué, quien hablaba por teléfono con algunos reporteros.
Corre hacia el estudio y se encuentra con una Jazmine, completamente inconsciente sobre el piso, después de batallar por sostenerse como fuera del escritorio.
—¡Señora! —Exclama preocupado y corre a socorrerla con ayuda de algunas empleadas. Sin dudarlo pide un poco de alcohol para hacerla reaccionar y entre una vista borrosa, y un abrumador dolor de cabeza, escuchar la voz de su fiel empleado, la hace sentir segura.
—Señora, ¿está bien? ¿Qué le pasó?
—No es nada… —La ayuda a recomponerse
—Estaba inconsciente. Deberíamos ir a la clínica a que la revisen.
—Iré, pero no hoy. Aún tenemos la rueda de prensa y no pienso cancelarla.
—Discúlpeme señora, pero no creo que sea correcto. No se ve bien.
—¡Dije que no la cancelaré!, solo necesito unos minutos antes de irnos. —Comenta mientras toma asiento, y se recompone, como si nada hubiera pasado.
—Está bien, señora. Como usted diga; sin embargo, quiero que sepa que yo mismo me encargaré de llamar al Dr. Reginald para que mañana mismo la revise. Además, piense en el señor Ares, si sabe que está enferma, se preocupará.
—Ares menos que nadie debe saber este pequeño incidente. ¿Queda claro?
—Pero señora…
—¿Queda claro?
—Si señora.
Afirma Josué que es la primera vez en 10 años a su servicio que ve a Jazmine Walton enfermarse.
***
Aurora, que sale furiosa de su oficina, confirmando que Ares es el mayor imbécil que existe en el mundo, se encuentra con Adriana, que quería despedirse de Daniel antes de ir por ella, pues últimamente han creado una buena amistad, pero al ver a su hermana tan ofuscada con las lágrimas a punto de desbordarse de sus ojos, se queda con ella.
—¿Aurora que ha pasado?, ¿por qué estás tan enojada?
—¡Ese estúpido de Ares! ¡¡¡Ay!!! ¿Dime de qué me sirve verme como una diva inalcanzable si por dentro sigo siendo la misma ingenua que se deja engatusar por un simple beso?
—¿¡Qué!? —Exclama muy sorprendida Adriana, que se lleva a su hermana fuera de la empresa.
…
Apenas se suben al auto, Adriana maneja sin rumbo, varios minutos, hasta que se detiene abruptamente en medio de una calle.
—¿Ares Walton te besó? —Finalmente pregunta la muchacha, algo confundida.
—Sí. Me besó, y fue un beso casi perfecto. Al principio, lleno de pasión y después tan dulce y tierno, que hizo que me sintiera feliz… —Derrama un par de lágrimas Aurora. —Pero, el muy idiota, lo hizo para burlarse otra vez de mí. Me humilló y yo como estúpida dejé que otra vez se burlara de mí en mi cara.
—Aurora, mírame a los ojos y responde algo que ya te he preguntado antes… —Mira a su hermana expectante.
—¿Tú estás enamorada de tu esposo? —La chica que niega y guarda silencio, sin saber qué decir, desespera un poco a su hermana. —¡¡Aurora!!
—No lo sé… Ok. No lo sé…
—Y tú, ¿a qué horas vienes? ¿Por qué no trajiste tus maletas?
—Tú fuiste quien decidió mudarse, no yo.
—¿¡Qué!? ¿Hablas en serio? ¿De verdad piensas dejarme sola? ¡No te importo!
Ares, que respira muy hondo ante la irritabilidad de Vanesa, intenta controlarse.
—Vanesa, ¿podrías por favor dejar de hacer tanto drama? ¡No es para tanto! Decidiste que te irías de casa de mi madre y te complací, ¿qué más quieres?
—¡Te quiero a ti! Pero últimamente actúas como si tú ya no me quisieras a mí…
—Vanesa, no pienso discutir, debo irme.
—Pues no pienso moverme de aquí. —Se atraviesa en la puerta, impidiendo el paso de Ares.
—¿Es en serio?
—Yo siempre hablo en serio. Estoy harta de que me ignores. Antes vivías rendido a mis pies, pero ahora es como si quisieras alejarme a propósito.
—Pues si eso es lo que crees, quizás es porque es cierto. Últimamente no te soporto. Hablas de que antes me desvivía por ti, pero quizás es porque antes me habías mostrado otra cara de tu ser. Ahora mírate, solo te importa salir de compras, gastar todo lo que puedas, darte los lujos que no te importaban antes, y joderme la vida. Tienes un carácter de m****a Vanesa, y últimamente, sí, prefiero evitarte, porque no te soporto.
Vanesa, en un intento desesperado por calmar a Ares que jamás pensó, le hablaría así, se deja caer sentada en el suelo, y se echa a llorar con desespero, pero Ares simplemente la rodea y sale, dejándola allí con su drama.
Bastante irritado llega a la empresa, en busca de su esposa, quien es informado por Magdalena, de que avisó que llegaría un poco tarde.
Minutos después, sentado en su oficina, firmando algunos papeles, entra Lina, con un sobre en sus manos.
—¡Señor!
—¿Qué pasa Lina?
—Es que, el investigador acaba de enviar la información que recolectó sobre la señorita Vanesa
Ares, intrigado, presta toda su atención a su secretaria, en especial al sobre que sostiene en sus manos. Toma un poco de aire, y luego con su mano le indica que se acerque.
La mujer pone él sobre en el escritorio y se marcha en silencio, dejando a su jefe sin saber, con una verdad que lo haría sentirse como el hombre más miserable del mundo.
—Bueno, ¿por qué dudo? —Se pregunta así mismo, después de un par de minutos y toma el sobre que abre sin seguir pensándolo para no darle largas a lo inevitable, y lo primero que observa es la partida de matrimonio de Vanesa Ramírez y Joseph Grint
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