DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 41

Daniel que mira a Ares deduciendo que él también sabe algo. Le pregunta:

—¿A qué te refieres?

—Mamá es una persona extraña. Con nosotros siempre ha sido muy fría y estricta, a pesar de que nos ama, pero con Aurora, desde que regresó, se muestra muy amable y feliz. De pequeño no recuerdo que fuera así con ella.

—¡Es cierto! Es por la primera persona que veo que se interesa tanto. No es algo común. Es como si… —Asiente Ares como si supiera lo que piensa su hermanastro.

—Como si necesitara a Aurora o algo de ella.

—¿Pero por qué actuar así? Es Jazmine Walton, ella cuando quiere algo simplemente lo toma. —Dice Daniel haciendo caer en cuenta a Ares de algo muy importante.

—¡Exacto! ¡Eso significa que no lo puede tomar! ¡Aurora se lo tiene que dar!

—¿Ares que insinúas?… No sé, quizás estamos imaginando cosas.

—¡Claro que no! Y ahora que se dé la relación que existe entre Eloise y ella, más me convenzo de ello.

—Es qué…

—¿Qué? ¿No te parece extraño que primero quisiera casarme con Adriana, y luego aceptara que me casara con Aurora? A quien trata con tanto cariño y aprecio, cediéndole incluso sus acciones. ¿Mamá? Que cuida la fortuna Walton como si fuera lo más importante de la vida… ¿Qué Insista en que Aurora me enamore? ¿Que demuestre odiar a Eloise, pero le da dinero? Todo esto estoy seguro de que es porque esconde algo muy grande. Y no sé tú, pero yo planeo descubrirlo…

Daniel, que relaciona todo lo que le dice Ares con las peticiones de su madre, de ayudar a Aurora, y buscar la manera de acercarse para llamar la atención de Ares sin contarle toda la verdad, incitándola siempre a interesarse en él, como forma de venganza, ahora que lo pensaba era algo extraño.

—¿Y bien? ¿Qué planeas hacer?

—Primero, me gustaría que me mostraras el testamento de tu padre.

—¡Claro! Ya sabía yo que aún no confías en mí. No hay problema, esta misma noche te lo haré llegar.

—¡Prefiero que no! No aquí. Mañana llévalo a la empresa.

—¡De acuerdo! Y luego…

—Luego de estar seguro de que puedo confiar en ti. Revisaré el testamento con lupa, quizás encuentre algo que nos pueda de alguna manera mostrar el camino…

—¿Y qué esperas encontrar?

—No sé… solo déjame revisarlo…

—Está bien. Entonces hoy lo buscaré, y mañana lo revisaremos con calma.

—¡No! Yo lo revisaré, tú debes viajar a París. ¿Lo recuerdas?

—¡Mierda! Lo había olvidado. Pero eso será el domingo…

—Sí, pero recuerda que debes preparar el catálogo de los autos, y las presentaciones que se mostrarán junto a los modelos que estarán como muestra en el festival.

—Supongo que no podemos dejar de lado nuestras obligaciones

—¡Exacto!

—Señor Ares, Daniel. Su madre ha despertado, y pide verlos. —Les dice Josué a los hombres que parecen estar unidos nuevamente.

—Mamá, ¿cómo te sientes? —Pregunta Ares y Daniel permanece callado después de lo que pasó.

—¡Muy bien! Solo fue un desmayo. Algo así jamás me afectará. —Simula fortaleza la mujer.

—¡Qué bueno! Me alegra.

—A mí también. —Dice Daniel.

—¿Me gustaría saber cómo va la empresa?

—Bien. Daniel viajará a París al Car Festival y yo iré a la gala de Roar Trip’s, pronto será el lanzamiento de nuestros nuevos modelos y necesitamos ver que tal va la competencia y como está el mercado internacional.

—¡Ya veo! Parece que mis hijos están resolviendo todo muy bien… ¿Y tu esposa, Ares?

—¡Supongo que bien, mamá!

—Hay algo que quiero pedirles. Es obvio que ya soy mayor. Parece que después de cierta edad todo pasa factura, es por eso que me gustaría saber que mis hijos estarán bien cuando yo falte.

—¿De qué hablas mamá? ¡No seas tan extremista!

—¿Lo soy? Tal vez… pero es mi deseo. No lo sé… nunca se sabe. Solo quiero la felicidad de mis hijos. Deseo que tú Daniel, encuentres a quién amar. Alguien de buena familia, con una buena dote. Digna de uno de mis hijos.

—¿Alguien como Aurora? —Comenta adrede Daniel, para ver la respuesta de su madre.

—¡No! ¡Por supuesto que no! Me refiero a otro tipo de mujer.

—¿Pensé que adorabas a Aurora, mamá?—Le pregunta Ares.

—Eso no le quita que sea una mujer débil de carácter. Es por eso que quiero que hagas que firme un documento en blanco.

—¿¡Qué!? ¿Por qué? —Ares mira a su madre con sorpresa.

—Por tu bienestar. Cuando se separen, ella deberá devolverte todo lo que adquirió con este matrimonio.

—Mamá... De verdad que no te entiendo. ¿Por qué hiciste ese acuerdo prenupcial dónde ella se quedaba con la mitad de todo y le cediste tus acciones si ahora quieres dejarla sin nada?

—Ares, deja de ser tan desconfiado y simplemente has lo que te pido.

—¿Y si Aurora no quiere?

—Usa tus encantos...

—¡Jajajajaja! —Ares a modo de burla. —Ahora entiendo, ¿por eso tanto interés en que la chica se interese en mí, con la excusa de que enamorarme sería una venganza?

—Es obvio. No puedes tener una esposa que no puedes manejar.

—Entonces no es tan débil de carácter. Y te recuerdo que tú fuiste quién la convirtió en algo que no puedo manejar, madre.

—Era necesario. No podía permitir que se supiera de cómo tú y Vanesa la maltrataban. Eso habría sido perjudicial.

Ares, que entiende menos a su madre, se pregunta: ¿por qué si siempre alegaba que defendería a Aurora, sabía todo lo que él y Vanesa le hacían, conociendo la verdad, y, aun así, jamás la defendió? ¿Acaso eso era lo que quería? ¿Que fuera maltratada?

Quiere preguntarle, pero su teléfono suena.

—¡Aló...!

—Señor, que pena que lo moleste. —Le dice Lina. —Pero es que no lo encuentro en la empresa y el señor Esteban Brown lleva bastante rato esperándolo.

—¡Ay Lina! Me había olvidado por completo de Esteban. Ya voy para allá. Atiéndelo como se debe.

—¡Si señor!

Cuelga y se dirige a Daniel y a Jazmine.

—Debo irme. Hay un cliente importante que debo atender.

—¡No se te olvide mi pedido! —Le dice Jazmine a su hijo que la escucha, pero no le confirma nada.

Daniel, que se queda allí, se despide también.

—Hijo... —Intenta hablarle Jazmine

—Yo también tengo que irme mamá. Espero te mejores. —Se gira y ve a Josué. —Por favor cuídala. —Sale y se despide de forma muy formal y Jazmine sabe que es por lo que dijo antes de desmayarse.

—¡Josué!

—¿Sí, señora?

—Necesito tener un plan B, así que quiero que vayas con Eva, para que le entregue un mensaje a nuestro huésped.

—Si señora...

—Después de todo, si la muy tonta no firma voluntariamente, ya no tendré más contemplaciones. No puede morir, tampoco cede, y la verdad pensé que todo sería más fácil. No me queda más remedio, la obligaré y destruiré su vida de tal manera que no tendrá ánimos de pelear por nada. —Piensa en voz alta Jazmine revelando sus pensamientos a su empleado, por qué es hora de poner a prueba su lealtad.

Josué, que escucha a su jefa, sabe que habla de Aurora, y según la orden que acaba de darle, empieza a entender por qué ha escondido a Oliver todo este tiempo.

***

Isaías, que despierta de una larga siesta, observa a sus hijas frente a él, y recuerda cada una de las palabras de Jazmine que laceran su corazón.

—¿Mi papá dejo un testamento? ¿Y yo por qué no sabía?

—Supongo que hay cosas de las que tu madre no quiere que te enteres.

—¿Podría por favor ver ese testamento?

—Claro que puedes. Tu padre dejó algunas cláusulas que te incumben, pero lastimosamente no podrá ser hoy.

—¿El lunes entonces?

—No. Luego de mi reunión, saldré de viaje y regresaré el sábado de la próxima semana.

—¿En 8 días?

—Sé que son varios días, pero me gustaría que este tema se tratara personal y que tu madre no se enterara. El hombre se sube rápidamente al auto. —Por favor búscame cuando regrese. Si ya te interesaste, supongo que es por qué tienes que saberlo todo, tal y como tu padre lo quería.

El hombre arranca el auto dejando a Ares que queda con un mar de dudas que no puede resolver por sí mismo. Un par de veces se siente tentado a llamar a su madre, pero se contiene y recibe una llamada de Joseph que atiende para saber cómo va ese asunto.

—¿Qué pasa?

—Mira niño bonito. No soy tu niñero. Dime rápidamente que quieres que haga con Vanesa para largarme de aquí lo más rápido que pueda.

—Espérame en el apartamento, voy para allá. —Afirma Ares que está tan frustrado consigo mismo que va tan rápido como puede en su auto.

Encontrando a Vanesa que discute con Joseph.

—¡Maldito! ¡Te odio! —Le gritaba con desespero. —¡Mi peor error fue casarme contigo!

—¿Qué acabas de decir? —Se deja ver Ares que se hace el sorprendido.

—Ares... mi amor...

—¿Mi amor? ¿En serio, Vanesa, estás siendo tan descarada? —Le reclama Joseph y la mujer traga saliva al sentir que está siendo descubierta.

—¿Qué pasa Vanesa? ¿Por qué le dijiste a Joseph que tu peor error fue casarte con él?

—No... —Niega la chica, temblando. —Escuchaste mal... Yo no dije eso …

—¡O sí! … ¡Claro que lo dijo! —Comenta Joseph mirándola con odio.

—No... yo puedo explicarlo... Eh... eh … Eh... —En un acto de desespero se echa a llorar frente a los hombres quienes se ríen.

—¿No te parece esto patético? —Le pregunta Ares a Joseph que asiente de brazos cruzados mientras mira a su esposa, dedicándole una mirada de asco.

—¿Qué?, ¿qué pasa? —Pregunta sin entender Vanesa.

—¿De verdad pensabas que contraté a Joseph sin saber quién era? Yo lo saqué de la cárcel. —Se acerca Ares a la mujer que detestaba con su alma.

—¿¡Qué!?

—¿Creías que jamás me enteraría de que eres una m*****a mentirosa, que es capaz de asesinar a su propio hijo y culpar a una inocente?

—Ares... cariño... —Lo agarra de la mano Vanesa y él se suelta de forma brusca

—Yo mismo traje a Joseph. Y le conté que nos viste la cara de estúpidos. —Se aleja Ares y luego se acerca Joseph.

—¿De quién era el hijo que esperabas? —Le pregunta a la mujer que se deja caer al suelo por el temblor de sus piernas al saber la verdad. —¡Responde! —Le grita al no obtener una respuesta.

—No... no sé. —Dice la mujer que siente cómo se rompe a su lado una porcelana que tira Joseph furioso. —¿Q- que planean hacerme?

—¡Nada que no merezcas! Planeo hacerte vivir cada cosa por la que pasó Aurora, y luego te entregaré por completo a tu esposo para que él se haga cargo de ti.

De rodillas se arrastra Vanesa hacia Ares, aferrándose de sus piernas sin importar que allí este Joseph

—Ares... por favor, no puedes hacerme esto. Joseph de seguro me matará. ¡No lo conoces! Algo de cariño aún debes tener por los momentos que pasamos... Por favor… Haré lo que me pidas... —Ares que mira a Joseph ante la petición de la mujer, observa el dolor en los ojos del hombre que observa a su esposa tirada a los pies de otro. Sintiendo su dolor, y con la seguridad de que aún la quiere y ni sería capaz de matarla, aunque tampoco está seguro de lo que la hará pasar. Sin embargo, sin poder perdonar a la mujer que no midió sus actos, la aparta de mala gana de sus piernas.

—Es tu esposo, él es quien debe hacerse cargo de ti. —Mira a Joseph. —Cumple tu promesa durante el mes siguiente y luego márchate con tu mujer. —Le dice Ares al hombre que permanece callado con sus ojos llenos de ira y dolor.

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