DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 66

—Entonces, de quién recibía dinero mamá era de Jazmine. —Afirma Adriana, desilusionada frente a Daniel, que a pesar de lo mal que aún se siente por la resaca, se acerca para consolarla. —No puedo creer lo que mi madre ha sido capaz de hacer por el dinero. Es vergonzoso y denigrante lo que ha hecho. A veces quisiera que no fuera mi madre. —Afirma la joven, mientras se aferra a su novio, y empieza a llorar.

—Tranquila. Llora... Desahógate. Te entiendo. No es fácil saber que la mujer que admiras, es una criminal. —Habla refiriéndose a su caso en particular.

Adriana, que levanta la mirada, se aparta y limpia sus lágrimas.

—¿Puedo preguntar algo?

—Claro que sí. —La mira con ternura.

—Tu verdadera mamá. ¿Dónde está?

—Murió cuando yo era muy pequeño. La verdad no tengo recuerdos de ella. Siempre estuve solo con papá, y siempre quise tener una mamá. Supongo que, por eso, me aferré tanto a Jazmine.

Parece triste y decepcionado y Adriana, es quien ahora termina abrazándolo y consolándolo.

—¡Gracias!

—¿Por qué?

—Porque gracias a ti, no me siento solo en este momento. —Admite y la mujer se aferra más a él, consiente de que ella se siente igual.

***

Jazmine que apenas se levanta, algo aturdida, por el efecto del medicamento que tomó anoche, y todas las pesadillas que no la dejaron dormir, le ordena a Josué que le dé la tarde libre a todos los empleados.

—Señora, ¿está segura? —Le pregunta a la mujer que parece bastante desencajada, con los ojos desorbitados, como si estuviera perdida, pues la realidad era, que mientras Josué le hablaba, ella no dejaba de escuchar voces en su cabeza, que empezaban a atemorizarla.

—Josué... haz lo que te digo y no preguntes. —Le ordena de mala gana al hombre que, muy preocupado de las órdenes de Jazmine, llama al abogado Urdaneta, para preguntarle cómo le fue con la señora. Al principio el hombre se niega a darle información, alegando que debe mantener la confidencialidad, pero Josué lo convence, asegurándole que le conseguirá más clientes prestigiosos, y finalmente le cuenta la brillante idea de hacer un testamento falso y deshacerse de Aurora. Sin dudarlo, le envía un mensaje a Ares, previniéndolo de la situación, para que evite a toda costa de que su esposa se encuentre con su madre. Pues sospecha que Jazmine planea matar hoy a Aurora, y no se equivoca, pues Jazmine Walton está segura de que morirá, y aunque el abogado Urdaneta fue muy claro en que habría que esperar un tiempo, para deshacerse de la chica, ya que sería muy sospechoso que las fechas del testamento, coincidieran con las de su muerte. Sin embargo, ahora mismo eso no le importaba a Jazmine. Aurora le había traído muchos problemas, y tiempo era lo que no tenía. Al fin de cuentas, moriría y a los muertos, no se les acusa, ni juzga. Se arrepentía, de haber dejado vivir tantos años a la bastarda que ahora no solo se estaba quedando con su fortuna, sino con su hijo.

...

Sentada, mientras se arregla, toma una dosis de su medicamento, y llama a algunos hombres que trabajaron para ella en el pasado, de los cuales no tuvo que prescindir gracias a su lealtad.

Debía estar preparada para todo. su plan, envenenar a Aurora. Hace mucho había mandado a hacer un compuesto de Ricina, con tetrodotoxina, que luego de ser ingerido, o entrar en contacto con la piel, causaba la muerte unas 6 horas después. Era algo que tenía guardado por si algún día lo llegaba a necesitar, y hoy era ese día.

Le había indicado a Josué, que se hiciera cargo de ordenar la mesa, y pedir comida en uno de los mejores restaurantes del país. Sacó una botella de vino. La mejor de su colección, y escondió varias armas en distintos lugares de la casa. La copa de Aurora, y los cubiertos, los unto ligeramente con el compuesto, mientras Josué estaba ausente, ya que apelando a su ego, creyéndose más inteligente y vivaz que todos los demás, ella misma asumía que nunca nadie descubriría sus crímenes.

Desesperada, e irritada por la hora, siente que algo no anda bien, y llama a la chica que apenas contesta, su voz se escucha como si estuviera recién levantada, pero aun así no duda en responderle con cierta agresividad y cinismo que la hacen pensar en la posibilidad de que sepa algo.

—Señora, ¿todo está bien? —Le pregunta Josué que trae algunas cosas para terminar de poner la mesa y ella lo mira con sospecha.

—Josué...

—¿Sí, señora?

—¿Cómo te fue ayer con tu familiar?

—¡Eh!... Bien, si señora... está bien. Ya ha mejorado.

—¡Mmm! Me alegra... ¿Dónde me dijiste que estaba, en la clínica las Américas?

—¡Eh!... Sí... Sí, señora... Justamente allí está

—Mmmm... ¡Ya veo!... Aurora llegará en una hora, cuando llegue, podrías por favor hacerla pasar a ella sola. Algo me dice que vendrá con acompañante.

—Como ordena señora. —Afirma el hombre que da media vuelta y camina hacia la sala, pero Jazmine le dice una última cosa.

—¿Ah? Josué...

—Sí? —Se detiene de inmediato el hombre.

—Creo que tanto trabajo, te está afectando la memoria.

—¿Eh? —Abre los ojos de par en par, confundido, sin entender.

—Por lo de la clínica donde se está quedando tu familia. Jamás me habías dicho en que lugar estaba. —Le dedica una sonrisa con malicia y Josué se marcha aterrado, dándose cuenta de que Jazmine le dijo eso, para advertirlo de que si le está mintiendo, deberá pagar las consecuencias.

***

Aurora, qué se viste rápidamente, no dice una sola palabra, lo que inquieta un poco a Ares que se siente incómodo, pues esperaba que su relación, después de lo que pasó entre ambos, fuera más romántica.

—Aurora, ¿todo está bien? —Le pregunta a la mujer que desenreda su cabello.

—¡Mjum! —Asiente, sin emular palabra alguna, y él quiere creer que es por los nervios de ir a enfrentar a Jazmine.

Casi listos, Ares recibe una llamada de Daniel.

—Ares... ¿Cómo va todo? ¿Cómo está, Aurora? Adriana está preocupada por ella.

—Aurora está bien. Justo ahora, se prepara para ir a casa de Jazmine.

—¿¡Qué!? ¿Dejarás que vaya? Tú sabes el peligro que corre. —Adriana, que escucha a Daniel, acerca su oído al teléfono, muy preocupada.

—Es su decisión, y planeo apoyarla. Es hora de ser justos, y de hacer que nuestra madre pague por todo el daño que ha hecho.

Daniel, que guarda silencio unos segundos al otro lado de la línea, toma una decisión.

—Entiendo. Tienes razón. Nosotros también iremos. A pesar de todo, somos familia. Debemos estar unidos en este momento.

—¡De acuerdo! —Afirma Ares, orgulloso de Daniel, quien ahora más qué nunca lo consideraba su hermano, luego de renegar tantas veces de él, en el pasado.

La respuesta tranquila, de Ares, sorprende un poco a Daniel, que cuelga y ve el rostro de duda de Adriana.

—¿Y esa cara? Parece como si estuvieras satisfecho por algo. —Le dice.

—Es que... Parece que Ares, por fin, está madurando. —Dice en forma de broma, y luego se prepara con Adriana para ir a la casa de Jazmine.

...

Ares y Aurora, que durante todo el trayecto no dicen ni una sola palabra, creando un ambiente tenso entre los dos, finalmente llegan a la mansión Walton, y observan a Josué, frente a la entrada principal.

Aurora, que camina seguida de Josué, escucha atenta, algunas cosas que le susurra el hombre.

—No coma, tome o huela nada de lo que le ofrezca. Intenté ganar tiempo, mientras llega la policía, y luego hágala hablar. Yo intentaré grabar desde algún lugar.

—Señora... La señora Aurora, ha llegado. —La anuncia Josué a Jazmine que espera a Aurora en el comedor, y apenas la ve, le muestra una media sonrisa.

—Querida, pero qué hermosa te ves hoy. —Se levanta de la mesa, y extienden sus brazos para darle un abrazo, que Aurora con todas sus fuerzas acepta. —Toma asiento, por favor. —Le indica, y ella se sienta justo en frente.

—¿Por qué te has sentado tan lejos de mi querida? Pensé que te sentarías a mi lado. Cualquiera pensaría que no quieres estar junto a mí...

—No es eso, señora, es solo que descubrí que últimamente me gusta estar a la cabeza, incluso en el comedor.

—Jajajaja... —Se ríe hipócritamente la mujer. —Ya veo. Parece que últimamente has hecho muchos cambios en tu vida.

—Tuve que... Después de todo lo que me ha pasado en la vida, imposible que no cambiara. —Se nota el sarcasmo en la voz de Aurora.

—Josué. Déjanos solas. —Le ordena al hombre que se va, mirando a Aurora que realmente le preocupa. —¿Hablas como si tu vida hubiera sido una desgracia?

—Eso quiso... más de una persona... pero ya ve, aquí estoy. Casada con el hombre más guapo del país, y siendo dueña de una gran fortuna. —Ese comentario empieza a alterar los nervios de Jazmine, que se tensa un poco, y Aurora se da cuenta de ello.

—¿Dueña? ¡Ja! Ahora te crees dueña de mi fortuna...

—Querrá decir de la fortuna de Ares, quién por cierto me aseguró que todo lo de él, era mío.

—Eso dijo...

—¡Mjumm!

—Pues me alegra... Brindemos entonces, por eso. —Se levanta y acerca una copa hasta Aurora, luego regresa a su asiento, y levanta su copa, la mujer que le ofrece hacer un brindis, convencida de que ahora más que nunca debía morir.

Aurora, que mira la copa con desconfianza, no se atreve a tocarla.

—No, gracias... Es que no tomo alcohol.

—¿Perdón? Acabas de rechazar un brindis ofrecido por mí...

—Pues ya ve señora... No todo en la vida puede salir como uno quiere.

—Ese tontito de sarcasmo. Lo dices por algo en especial mocosa.

—¡Uuu! Vaya... parece que la verdadera Jazmine ya se está mostrando. Y yo que pensé que sería más complicado. Parece que ya está perdiendo su toque, señora...

—¡Insolente! —Tira la copa contra Aurora, pasando justo a su lado, estrellándose contra la pared. Y La chica asustada, no siquiera se inmuta, aparentando entereza y seguridad.

—¿Qué? ¿Este es su método de asesinar? ¿Enojarse, perder el control y atacar?...

—¿Pero de qué estás hablando estúpida? —Pregunta, sorprendidísima, haciéndose la inocente.

—De lo que escuchó. ¿O me va a negar que usted es la psicópata que asesinó a mi madre, a Octavio, a Martín, y a Francisco?

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