DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 71

—No lo puedo creer, ¿cómo es posible? Todos dábamos por hecho que eras hija de Octavio.

—Pues ya ves... Ese fue el error. Jazmine se basó en suposiciones, y a veces cuando supones algo, simplemente, asumes las hipótesis como verdades absolutas y ves cosas donde no las hay. La vida nos enseña una vez más, que no hay que dar nada por sentado.

—Es que... Tienes cierto parecido que...

—¿Estás seguro? —Le pregunta, y saca su teléfono, y busca una foto de Octavio que le muestra. —Tengo su mismo color de ojos, ¿y qué? También era el color de ojos de mi madre, y el de más del 20% de personas en el mundo. Tengo su mismo color de piel, que es el mismo que tiene otros miles de personas. Por lo demás, si te fijas bien, tiene rasgos levemente en el rostro que se pueden parecer a los míos, quizás la nariz un poco respingada, y el mentón redondeado, cosas que mi padre Isaías también tiene. A lo que me refiero, es que... A veces vemos lo que queremos ver. —Afirma y de gira nuevamente hacia la ventana.

Ares que entiende lo que su esposa acaba de explicarle. Se acerca a ella y se pone a su lado.

—¿Hubieras preferido ser hija de Octavio? —Le pregunta.

—Que!? No... por qué me preguntas eso?

—Por qué te veo triste.

—Más que triste... conmocionada. Me alegra ser hija, de quien toda la vida he creído que es mi padre, pero admito que no puedo evitar pensar, que ser hija de Octavio, habría justificado, en algo, todo el mal cometido.

—Entonces no te sientas mal, por qué nada justifica lo que hizo Jazmine. —Lo dice con tanta convicción, que Aurora no puede evitar mirarlo a los ojos.

—Lamento que perdieras a tu madre. —Le dice con pena.

—No fue tu culpa, así que deja de cargar ya con la culpa de los demás. —La toma de las manos, y Aurora desea lanzarse a sus brazos y que la abrace con fuerza, pero se contiene y se zafa de su agarre.

—Debería irme, papá debe estar preocupado. —Dice y va a la sala y toma su bolso, y Ares la sigue…

—Así, sin más... te irás... Volverás a esconderte de mí... —Le dice el hombre que ya no sabe cómo lidiar con su actitud.

—No huyó de ti. —Se detiene y afirma de espaldas a él.

—Pues eso parece. —Camina y se acerca a ella. —Después de lo que pasó entre los dos... Para mí fue algo maravilloso y lo único que deseo es estar a tu lado, y pienso que tu igual, pero creo que tienes miedo, y lo entiendo, por eso estoy dispuesto a esperar, pero lo único que necesito escuchar de tus labios, es si tengo una oportunidad...

Aurora, que sabe que si llega a ver de frente a su esposo, puede sucumbir ante sus deseos, después de escucharlo hablar de esa manera, se mantiene de espaldas.

—Quisiera, pero no puedo darte una respuesta ahora...

—¿Y entonces cuándo?

—Cuándo sepa que quiero...

—Está bien. Entonces esperaré...

—¿De verdad lo harás?

—Sí... Solo, ya no me evadas... No lo soporto.

—Está bien... Y tú, no insistas —Afirma la mujer y retoma su camino, pero la mano de su esposo la asusta, al tomarla desprevenida, haciendo que se tambalee y pierda el equilibrio, siendo sostenida por sus brazos.

—Deja que te lleve. —Le dice y Aurora, que lo mira desde la posición en que se encuentra, asiente con el corazón latiéndole muy fuerte.

...

Mientras van en el auto, Ares, intenta romper la tensión del silencio.

—Si quieres, puedes regresar a la casa, después de todo es tuya.

—No. La verdad, si te soy sincera, prefiero quedarme por un tiempo en casa de mi papá, por lo menos mientras tomo una decisión con respecto a todo.

—Entiendo. Creo que yo por ahora sí lo haré. No quiero seguir invadiendo la privacidad de Daniel, ni siendo un mal tercio.

—También puedes mudarte a tu apartamento.

—Sí, pero prefiero la casa, porque a pesar de todo lo malo que pasó allí, me hace sentir que estás allí.

—¡Mhhhnn!... —Carraspea un poco Aurora. —Pensándolo bien, ser bueno que volvieras. Así podrías llevarte a Eva y a Blanca contigo. Llevan mucho viviendo en el hotel, les serviría tener algo de estabilidad.

—¡Jummm! Tienes razón. Además, Blanca necesita retomar su empleo, y junto a Eva me servirían de compañía hasta que mi esposa regrese junto a mí.

—¡¡Ares!!

—Lo siento… No insistiré.

...

Después de dejar a Aurora en casa de Isaías, bastante nervioso por la incertidumbre de la indecisión de su esposa, Ares sabe que debe hacer algo, para demostrarle lo enamorado qué está de ella. Mientras conduce al hotel, para llevar a Eva y a Blanca de regreso a casa, recibe una llamada de Daniel, donde le informa que Jazmine ha sido imputada por cargos graves como asesinato, falsificación, e****a, fraude, lesiones personales, y secuestro. Este último por la denuncia que hizo Eva, quien fue interrogada al igual que los demás implicados.

—¡Dios! Cada vez que sale algo con respecto al proceso, no dejo de sorprenderme. —Le dice Ares a Daniel.

—A mí me pasa igual. Es increíble como no teníamos ni idea de todo esto, hace tan poco tiempo.

—Esperemos que después del juicio, podamos liberarnos de toda la estigmatización que caerá sobre nosotros.

—Será difícil, pero no imposible. Por cierto... Peñaloza me llamó. Ya tiene listo todo para presentar la interdicción y ceder la fortuna a Aurora, solo falta que firmes y será cuestión de días.

—Voy camino al hotel, a buscar a Blanca y a Eva para llevarlas de regreso a casa, luego me paso por el despacho del abogado, y firmo, aunque no sé si antes deba comentarle esto a Aurora, después de todo, el resultado de la prueba de paternidad, para ella supone un gran cambio.

—¿De qué hablas?

—De que Aurora no es hija de Octavio.

—¿¡Qué!? —Reacciona muy sorprendido Daniel, y Adriana, que está aún con él, en la empresa se alerta.

—¿Paso algo? —Le pregunta y él le hace un gesto de que espere un momento, pues quiere escuchar lo que le dirá Ares.

—La prueba de paternidad, demostró que es hija de Isaías, y con todo lo que ha pasado sumado a esto, está algo confundida.

—Entiendo, pero de seguro que Aurora, al saber que heredar ahora es lo mejor para salvar la empresa, sé que no sé negará. Incluso, si no es hija de Octavio Walton. —Comenta Daniel y sorprende a Adriana, que ahora entiende por qué Aurora quería verla, y sin siquiera despedirse de su novio, sale corriendo a ver a su hermana, a quien comienza a llamar con desespero para saber dónde está.

Ares, por su parte, entiende lo que dice Daniel, y accede a firmar hoy mismo, después de ir por Eva y Blanca.

***

Al día siguiente, Aurora, que tiene una charla la noche anterior con Adriana, con respecto a todo lo que habló con Ares, la pone al tanto de lo que piensan hacer los hermanos para que herede y la empresa tenga una posibilidad, sin embargo, no es algo que realmente ocupe su mente, pues le preocupa más, regresar por fin a la empresa y ver a Ares y actuar como si nada pasara, mientras no sabe aún, que decisión tomará.

Adriana, que de inmediato va a la oficina de Daniel, deja a Aurora en el pasillo camino a su oficina.

—¡Magdalena, buenos días! —Saluda a su secretaria, que parece muy concentrada en su computador.

—¡Señora, regresó! —Sale de su cubículo y le da un abrazo con alegría.

Esteban, que justo pasaba por el área de ventas, para hacerle una pregunta a Magdalena, pilla la puerta de la oficina abierta y escucha lo último que dice Simón, a quien se topa cuando sale y saluda de forma cordial, intrigado de quién será el hombre que afirma estar interesado en Aurora.

...

—Señora, ¿está bien? —Le pregunta Magdalena al verla bastante irritada.

—Sí. No te preocupes. ¿Podrías por favor traerme el reporte de ventas de las últimas semanas? Me gustaría revisarlo. —Intenta concentrarse en el trabajo, aunque su indignación no baja, al ver el nivel se descaro de Simón.

—Si señora. —Afirma Magdalena, que mueve de un lado a otro la flor que Ares le dio.

—¿Y esa flor? —Le pregunta Aurora

—Me la dio el señor Ares. Aunque es obvio que no era para mí, pero después de abrir la puerta y verla con ese señor, se fue hecho un demonio...

—¡No!... ¿¡Qué!? ¡Bahhhh! —Enojada toma las flores de Simón y las arroja a la basura, mientras Magdalena asiente y sale de la oficina, dejándola sola.

—¿Debería explicarle a Ares? —Piensa y llama a su oficina, donde Lina responde, y a quien le pide la comunique con su jefe, pero esta afirma que no se atreve a molestarlo, pues entró hecho un demonio a la oficina donde se encerró con Daniel y pidió no ser molestado por nada del mundo.

—Entiendo Lina. ¡No te preocupes! —Cuelga preocupada, sin entender por qué siendo un hombre tan impulsivo, no entró y puso a Simón en su lugar, pues es lo que normalmente haría.

***

Ares, por su parte, manda a llamar a Daniel, quien últimamente se ha convertido en su confidente, muy ofuscado por los celos que lo carcomen por dentro, caminando de un lado a otro.

—Tal vez debería ir, y acabar con ese tipo de una buena vez. —Camina hacia la puerta y Daniel lo detiene.

—¡No lo harás! Me acabas de decir que Aurora te contó que no era alguien grato para ella.

—Sí, pero no sé por qué. Y ese tipo se mostró muy interesado en ella. Hoy incluso le llevó un ramo de flores, mientras yo parecía un estúpido con una pequeña flor en las manos.

—¿Y eso te preocupa? ¿Acaso no eres Ares Walton?

—¿Qué quieres decir?

—Que si el tipo compra 10 ramos de flores, tú puedes comprar mil. Simplemente, digo, que si alguien estuviera compitiendo por el amor de Adriana, mi cielo sería el límite para demostrarle que yo sería mejor para ella que cualquiera que la pretendiera.

Ares, que entiende lo que Daniel le dice, sonríe lleno de esperanza, y abraza a Daniel.

—Tienes razón. Eres un genio... —Toma el teléfono y llama a Lina.

—Señor...

—Lina, llama a la floristería más prestigiosa del país, y pide por favor que traigan 100 ramos a nombre de Aurora Hermsworth y se los lleven a su oficina...

—Si señor...

—¿100 ramos? —Pregunta Daniel...

—¿Debí pedir 200? —Pregunta y se ríen ambos...

—Parece que ya entendiste.

—Sí, hermano... Entendí que debo competir, pero no solo con ese idiota del tal Simón, sino conmigo mismo. Ayer, después de hablar con Aurora, entendí que en el tiempo que me pidió puedo demostrarle que sí puedo ser el hombre de sus sueños.

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