—Cuéntame, como te fue con tu ex? —Le pregunta Valeria a Simón, que acababa de salir de Walton's Car, bastante decidido a reconquistar a Aurora.
—Me fue mal... Aurora no quiere ni verme—Dice con gracia y una expresión tranquila.
—¿Y lo dices así? ¿Tan tranquilo? Puedo asegurar que casi estás feliz...
—Lo estoy. Debo admitir, que Aurora, no es la misma chica que conocí, ahora es fuerte, segura de sí misma, y más hermosa. Ahora me encanta más, y haré todo lo que está a mi alcance para reconquistarla.
—¡Vaya! Parece que la flacucha esa te ha dejado asombrado.
—¿¡Qué!? ¿Celosa?
—Para nada... Esa tonta no me llega ni a los talones. Lo único que confirmo con esto, es que tienes mal gusto. Pero bueno, lo importante, es que tú te ocupes de esa tonta, y así yo tengo el camino libre con el bombón de Ares.
—¡Y según tú, soy yo el que tiene malos gustos!
—Ay... No nos hagamos tontos. Tú tienes lo tuyo Simón, no lo niego. Pero Ares Walton es un Adonis
—Sí... un Adonis con muchos problemas...
—¿Y qué? A mí me interesa él, no sus problemas. Además, también tiene cosas buenas...
—Sí... déjame adivinar... sus músculos, su cara... su expresión fría y calculadora... —Comenta con sarcasmo Simón
—Jajajajaja... Cualquiera diría que el celoso eres tú. —Se burla con descaro. —Sí... todo eso que acabas de mencionar son cosas muy buenas que tiene Ares, además de un apellido y mucho dinero con todo y sus problemas... Eso y su hermanastro...
—¿Es en serio, Valeria?
—Bueno... ¿Qué te puedo decir? ... Confío en que haré que Ares se fije en mí, pero una distracción no me vendría mal.
—Eres una zorra! —Afirma con enojo el hombre, qué siente vergüenza de que esa mujer sea su prometida.
—No, cariño. Soy una médico que necesita un auto nuevo.
—¿Eh? —Sonríe Vanesa con malicia y Simón se demora un poco en captar la idea… —Eres terrible...
—Sí... Terrible e inteligente. Te acabo de dar la excusa para volver a ver a esa tonta, así qué no lo arruines.
***
—Señor, hice lo que me pidió, pero me acaban
de informar de la floristería que no pueden tener listo esa cantidad de ramos para hoy —Le informa Lina a Ares.
—¿Y para cuándo pueden?
—Para mañana antes del medio día.
—¡Muy bien! Entonces para mañana será. —Afirma el hombre y Lina se retira.
Un par de minutos después, Daniel regresa a su oficina, y Esteban pide verlo para unas autorizaciones.
Ares, que las firma de inmediato intentando adelantar trabajo, le entrega las carpetas a Esteban que está frente a él.
—¿Es todo? —Le pregunta
—Sí, con esto podré pedir algunas cosas que me hacen falta para terminar el primer prototipo.
—¿Tan rápido? —Pregunta con asombro
—Sí. En tu ausencia he trabajado duro.
—Pues que grato saber eso. Me gustaría entonces ver qué tanto has adelantado, Esteban.
—Seguro. —Sonríe y simula irse, pero se gira, para hacer lo que realmente fue a hacer.
—Por cierto, me alegra que Aurora también regresara. Es una persona muy importante en la empresa, los empleados la quieren mucho, y los clientes también. Deberías tener cuidado. —Le dice de forma jocosa, aparentando hablar sin ningún tipo de malicia, lo que es suficiente para llamar la atención de Ares.
—Espera... —Lo llama Ares, al ver que pretende seguir su camino. —¿Qué quieres decir?
—Nada… Solo qué, es obvio que tu esposa es una mujer muy hermosa, y varios clientes la asedian.
—¿Tal y como tú lo hiciste?
—Eso fue un malentendido.
—malentendido o no, espero y no vuelvas a coquetear con ella.
—Ya te dije que fue un malentendido, y con todo respeto, pero en vez de vigilarme a mí, deberías vigilar a otros, a los que ella no parece rechazar del todo.
—¿¡Qué insinúas!?—Se pone de pie furioso y golpea el escritorio.
—No insinuó nada. Yo escuché cuando un hombre que estaba en su oficina esta mañana, le decía que estaba muy interesado en ella y no vi que le disgustara.
—Cuidado con lo que dices... —Le advierte Ares, que recuerda que él vio esta mañana a Simón en la oficina de Aurora, muy cerca de ella.
—Discúlpame. Yo solo intentaba prevenirte por qué eres mi amigo. Pero está bien, nunca volveré a hablar del tema. Me disculpo por ello. —Afirma y se retira, saliendo de allí con una amplia sonrisa en el rostro. Conocía a Ares, y la duda ya estaba sembrada, lo que él no sabía es que Ares sí estaba celoso, pero su orgullo era nada, cuando lo que más le preocupaba era perder a Aurora para siempre. Ahora, más que nunca, debía esforzarse para ganarse su corazón.
...
Esa noche, Ares pensó en lo sensible que era su esposa, y aunque el romanticismo no era su fuerte, había cosas que podía usar a su favor, como su gusto por la lectura. En este caso del género poético. Se le había ocurrido una idea, y pasó varias horas, transcribiendo lo que sentía, explotando un lado romántico que no sabía que tenía.
***
Todos los empleados se detienen para observar al personal de la floristería, llevar ramos al área de ventas, específicamente a la oficina de Aurora, que no tiene suficiente espacio para acomodar los 100 ramos qué su esposo le ha enviado, cada uno con una tarjeta que contenía frases célebres de amor, que citaban a Pablo Neruda y su libro 20 poemas de amor y una canción desesperada, escritas con su puño y letra, transcribiendo el poema 8, el 12 y la canción desesperada, usando 99 tarjetas para ello, y número 100 la llenó con "Para que quede claro, no estoy siendo insistente, solo recursivo, te ayudo a tomar una decisión".
Adriana qué corre a ver que pasa en la oficina de su hermana. Pega un grito de alegría al ver el regalo de su cuñado...
—¡Oh por Dios! ¡Me encanta! —Grita de emoción, y Aurora muestra una leve sonrisa, intentando disimular su alegría.
—Me las envió Ares. Están hermosas... ¿Cierto?
—Sí... Hermosísimas. No me puedes negar que ahora, sí, el Dios de la guerra está sacando todas sus armas para ganar esta batalla.
—¿Tú crees?
—Buenas... ¿Interrumpo algo?
—¡Para nada! —Contesta Daniel, que se aparta firmemente de la mujer, qué lo estaba poniendo bastante incómodo.
—Ella es Valeria. Me estaba preguntando por mi hermano, parece que tiene una petición especial para comprar un auto.
—¡Ah!... ¿Y si quiere comprar un auto, que hace buscando a Ares, o incomodándote a ti, por qué no va al área de ventas?
—Eso le estaba explicando, pero... —Lo interrumpe Valeria.
—¡Pero nada! Yo le pregunto a quién quiera. ¿Quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer? —Se dirige a Adriana, que está a punto de perder la paciencia, pero Valeria empieza a armar un escándalo. —Me parece increíble que en esta empresa, los clientes no seamos atendidos como se debe. Yo vine por un artículo qué deseo adquirir, pero parece que mi dinero vale menos que el de los demás.
—Señorita Valeria, no es así. Adriana solamente sugería que en ventas podía agilizar la compra de su auto.
—Pero es que yo no quiero un auto cualquiera, Daniel. —Le habla en un tono bajo y seductor que le revuelve el estómago a Adriana. —Yo quiero uno diseñado por Ares. Sé que es el mejor y yo quiero un auto único que nadie más pueda tener.
—Entiendo, pero como le explicaba hace un momento, Ares hace mucho no diseña, ya que últimamente está muy ocupado, y en este momento no puede atenderla.
—¿Y qué? Eso no debería ser impedimento para cumplir los deseos de un cliente, además, tú lo puedes ayudar.
—Si fuera por cumplir los deseos de mujeres locas que se obsesionan con Ares Walton, el director ejecutivo de esta empresa, tendría que diseñar más de 100 autos diarios. —Comenta Adriana de muy mala gana. —Por qué mejor no va a ventas, allá de seguro le ofrecerán un buen auto, y no tendrá que gastar una fortuna por un diseño del señor Walton qué tardará mucho en estar listo.
—¿Quién te pidió tu opinión? Para tu información el dinero no es un problema para mí, y no gracias. Me han dicho que la gerente de ventas, no es muy competente, así que prefiero que entenderme directamente con Ares, o con Daniel... —Le sonríe y le guiña un ojo que descontrola Adriana.
—Ahora sí, la mato... —Exclama entre dientes y Daniel la detiene.
—Adriana por favor. Todos nos miran. Lo que menos necesitamos ahora es un escándalo.
—Pero si la señorita ya ha armado un tropel...
—Sigue siendo una cliente.
Valeria la mira con cara de satisfacción y Adriana se enfada con Daniel.
—¿Qué está pasando aquí? —Pregunta Aurora que es avisada por Magdalena del escándalo, y Adriana aprovecha para irse, mientras Daniel la sigue.
—Una cliente exige hablar con Ares, pero él está muy ocupado hablando con unos posibles inversionistas.
—No te preocupes, yo me encargo. —Le asegura Aurora, qué ve a Valeria, haciéndosele muy conocida.
—Señorita, como está. Soy Aurora Walton, la gerente de ventas, puedo ayudarla en algo? —Se sorprende la misma Aurora de usar el apellido de su esposo de forma inconsciente.
—Lo que me faltaba... Que llegara la tonta mayor…—Murmura entre dientes.
—¿Perdón?
—Nada... ¿No me recuerdas? Soy Valeria, la prometida de Simón. Nos conocimos el día del accidente de Ares, cuando lo socorrí...
—Ah... Si es cierto... ¿Puedo ayudarte en algo?
—Más de lo que te imaginas. —Afirma la mujer con malicia.
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