—Oye dormilona —me removí en la cama—. Ya llegamos, flojita —sentí el roce de sus nudillos en mi mejilla y sonreí levemente antes de abrir los ojos.
—¿Dónde nos quedaremos?
—No te preocupes por eso, ya tengo todo planeado. Vístete para que vayamos al hotel —dejó un beso en mi frente, pero no se fue. Alcé mi ceja.
—¿No piensas salir?
—En realidad no —se acostó en la cama con los brazos bajo su cabeza y sonrió con suficiencia—. No te preocupes por mí, puedes vestirte tranquila.
Lo miré con los ojos entrecerrados, pero no dije nada. Me puse de pie y me acerqué a mi maleta para sacar ropa. No me pondría nada muy especial, necesitaba llegar al hotel y darme un buen baño.
Saqué un pantalón de mezclilla negro y una polera roja que usaba sin brasier.
—¿Estás seguro? —miré a Mikkel con mis brazos cruzados.
—Claro, ¿qué puede pasar?
Le di la espalda y Llevé mis manos hacia mi short para deslizarlo por mis piernas, quedando sólo con mis bragas azules. Después, me quité la polera de tiritas escuchando la respiración entrecortada de Hummel.
Me di vuelta para quedar frente a él. Llevé mis manos hacia el broche de mi brasier, y antes de poder desabrocharlo, vi cómo se paró rápido de la cama.
—Bueno, mejor me voy —me dio una sonrisa nerviosa y salió de la habitación.
Al parecer no soy la única que sale arrancando
Terminé de vestirme y salí del jet después de despedirme del piloto. Mikkel estaba afuera apoyado en una gran camioneta negra.
Se acercó a mí para tomar mis maletas y las dejó en los asientos de atrás. Entramos a la camioneta y partió de inmediato sin decir ni una palabra.
Lo miré mientras conducía con la mirada fija en la calle. Vi como tragó en seco, fruncí el ceño.
—¿Estás nervioso?
—¿Nervioso? Claro que no —rió claramente nervioso.
—Ay, mientes taaan mal, Hummel —reí. Prendí la radio y comencé a buscar una canción buena, pero no había nada bueno—. ¡Mikkel! —grité emocionada. Se me había ocurrido una idea fabulosa.
—Dios casi me dejas sordo, mujer.
—Tengo una fantasía y quiero hacerla realidad.
—¿Una fantasía sexual? —me miró coqueto y yo negué con una sonrisita traviesa.
—¿Estás dispuesto a ayudarme? —lo pensó unos segundos pero terminó asintiendo— ¿No importa si es muy ridículo? —negó con el ceño levemente fruncido. Conecté mi celular a la radio vía Bluetooth y busqué la canción de Grease; You're the One That I Want—. Prepárate para ser mi Danny Zuko, cariño.
Me miró con los ojos abiertos cuando escuchó el principio de la canción, pero se acomodó en su asiento preparándose para nuestro momento tonto y a la vez muy lindo.
Bueno, eso creo yo
—I got chills
They're multiplyin'
And I'm losin' control
'Cause the power
You're suplyin'
It's electrifyin'! —cantó con más ánimo del que pensé que tendría. No puedo creer que él esté haciendo esto por mí.
Moví mis hombros esperando que llegara mi momento. Definitivamente no era nada buena cantando, pero eso es lo que menos me importaba ahora. Sólo iba a disfrutar el momento.
—You better shape up
'Cause I need a man
And my heart is set on you
You better shape up
You better understand
To my heart I must be true —lo apunté con una mano y la otra la usé como "micrófono". Me miró por unos segundos con su labio inferior atrapado por sus dientes y volvió a mirar hacia enfrente.
—You're the one that I want
(You are the one I want), oh, oh, oh, honey
The one that I want
(You are the one I want), oh, oh, oh, honey
The one that I want
You, (you are the one I want), oh, oh, oh
The one I need
Oh, yes indeed —cantamos con fuerza el coro, y al terminarlo, nos miramos por unos segundos antes de comenzar a reír.
—Nunca pensé que lo harías —le bajé un poco el volumen a la radio.
—Para que sepas que eres muy especial para mí, porque ni loco hubiese hecho eso con otra mujer.
Mordí el interior de mi mejilla y corrí mi mirada hacia la ventana.
Ustedes saben que no me gusta mucho lo cursi, de hecho me causa náuseas. No obstante, y aunque suene muy estúpido, debo admitir que me siento distinta después de ese momento, que para mí, fue bastante especial.
¿Qué me pasa? Este chico está sacando un lado de mí que ni yo conocía
Estuvimos aproximadamente media hora en la camioneta hasta que llegamos al hotel, que al parecer, estaba clasificado como uno de los hoteles más prestigiosos y lujosos del mundo.
—Esto se ve carísimo, ¿cuánto sale por noche? —entramos y quedé anonadada por las decoraciones doradas que estaban en cada lugar de la recepción.
—¿Eso importa? —lo pensé por unos segundos pero terminé encogiéndome de hombros—. Espérame acá.
Se acercó al recepcionista y dirigí mi mirada hacia las personas que se encontraban sentadas en sofás individuales. Todos tenían un estilo muy elegante, digno de Francia.
—Vamos, bonita —Mikkel entrelazó nuestras manos y caminamos hacia el ascensor con nuestras maletas. En realidad, no eran muchas, así que fácilmente la podíamos llevar nosotros—. Tiene pocos pisos, pero una cantidad enorme de habitaciones así que nos costará un poco encontrar la nuestra.
¿Lune de miel? Oh, no.
Miré a Mikkel con los ojos entrecerrados. Él lo pensó por unos segundos y habló.
—Oui, nous venons de nous marier et sommes arrivés à la conclusion que Paris était le meilleur endroit pour venir en lune de miel (Sí, nos acabamos de casar y llegamos a la conclusión de que París era el mejor lugar para pasar nuestra luna de miel)
El hombre dijo no sé qué cosa y se fue con una gran sonrisa.
—Te mato si le dijiste que habíamos venido a París por nuestra "luna de miel"
—¿Qué? Claro que no, dije que con mi amiga sólo veníamos a conocer —puso cara de niño bueno y yo reí.
—Mientes muy mal, necesitas clases de actuación.
—Y tú necesitas clases de Francés.
—Pues enséñame —apoyé mis codos en la mesa y dejé mi cabeza sobre mi mano derecha.
—Repite conmigo —miró la nada por un segundo y después se acomodó en su puesto con una sonrisa traviesa—. Tu es le plus beau garçon que j'aie jamais rencontré de toute ma vie (Eres el chico más hermoso que he conocido en mi vida)
—Tu e le plu bu gar... —dejé de hacer el ridículo y volví a golpear a Mikkel por debajo de la mesa—. La idea era que me enseñaras algo fácil, pesado.
—Te ves muy linda enojada.
—Tú te ves muy lindo cuando no eres cursi.
—Yo sé que en el fondo te gusta —se encogió de hombros y tomó un poco de su vino.
Terminamos de cenar y nos fuimos caminando hacia el hotel para conocer un poco más de la ciudad.
—¿Alguna vez imaginaste que íbamos a estar juntos en París y sin pelear?
—Claro que no, no nos conocemos hace mucho y ya estamos de viaje juntos... es extraño —subí un poco el cierre de mi chaqueta mientras caminábamos por las calles de París.
Sonreí con ternura al ver a un niño de un año o tal vez un poco más, caminando hacia nosotros con su mamá detrás de él ayudándolo para no caer. Pasamos por el lado y me lo quedé mirando mientras caminaba con dificultad con sus pequeñas piernecitas.
¿Cómo sería mi vida en estos momentos si el resultado de la prueba que me hice hace un tiempo hubiese salido positivo?
—¿Te gustan los niños? —volví a la realidad cuando escuché la pregunta de Hummel. Lo miré y asentí.
—Me gustan los niños de los demás, porque si fuera mío no sé si me gustaría mucho.
—Claro que sí, terminarías acostumbrándote de todas formas.
—¿A ti te gustan?
—Supongo que sí, soy el tío favorito de mis sobrinos.
—Tan creído como siempre, Mikkel.
—Sólo repito lo que ellos me han dicho —se encogió de hombros—. Vamos, está comenzando a hacer frío —entrelazó su mano con la mía causándome una extraña sensación en el estómago. Y aunque no sabía si era lo correcto, no alejé mi mano de él.
Así que éstas son las mariposas que se sienten cuando te gusta alguien...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El CEO y la Bailarina Nocturna (COMPLETA)