Capítulo veintidós
Pov Irina
Yo me considero una persona un poco sentimental, pero jamás creí que Brianna lo fuera a tal extremo.
Hace exactamente un mes ella murió y Amir no se ha cansado de buscar a la tal bruja del oeste, cada día come menos y toma más de cuatro de botellas de whisky por día. Las cosas en la casa han cambiado mucho, la señora Sara ha quedado traumada, el señor Wade ni siquiera aparece y cuando lo hace trae con él cientos de papeles en las manos y bueno, luego de todo eso estoy yo con mi enorme panza que al parecer tendré gemelos.
Aún no lo sé con seguridad, pero creo que no es una panza normal para una embarazada.
Suspiro e inicio mi día rutinario otra vez sin ojos azules a mi lado —Debo observarlo más cuando llega a dormir a las tres de la mañana—digo para mí y me levanto de la cama, tomo una ducha corta y me pongo mi ropa para bajar a comer—estoy lista para otro día —beso el espejo frente a mí, salgo del armario y antes de llegar a la puerta esta se abre abruptamente.
—La encontré, por fin la encontré —Amir jala mi brazo haciéndome correr por los pasillos hasta llegar abajo—creí que era imposible, pero la encontré —se detiene antes de llegar a la sala y toma mi mano, calmo mi agitado corazón, lo veo y entramos.
—Buenos días, futuro Alpha —una señora detrás de un arrugado traje negro nos mira expectante a los dos—Me adelante a todo lo que supuse que preguntaría y la primera respuesta es sí, el alma de su hermana está en el mundo de los demonios, tiene suerte de que el rey no haya querido torturarla hasta hacerla desaparecer, pero el gran problema es que él se anticipa a que usted la vaya a buscar así que triplicó la seguridad, no quiere ni una abertura del mundo humano con el de los demonios; la segunda es que una misión suicida para los más débiles, pero para los más fuertes no, y lo último se lo tengo que decir en privado —junto mis cejas—es fundamental que realmente lo diga—ruedo los ojos y trato de soltarme de las manos de Amir para salir de ahí, pero mientras más trato de jalar este presiona mi mano más fuerte—Si así usted lo quiere —nos observa fijamente—un omega llamado Omar Gettiov Sandoval, hijo de Marino Gettiov y Juana Sandoval, está ahorita mismo tratando de salvarla, antes de usted él me pidió ayuda y gustosa dije que le sería imposible, sin embargo esto no lo detuvo y se aventuró a esa travesía a muerte —hace una pausa y ladea la cabeza hacia mí brevemente—que bonitos bebés, me imagino que el parto de cuatrillizos para ti no será muy fácil —dejo de respirar.
Cuatrillizos.
Cuatro bebés.
Abro mi boca y ella desaparece frente a nosotros—¿Cuatrillizos? —mi voz se apaga y observo a el mastodonte sin moverse.
Creo que la sorpresa lo tomo desprevenido.
Lo muevo un poco y él parece reaccionar—con que cuatrillizos, eh —sonríe de lado—Seré padre de cuatro niños —me carga de brazos y pega su nariz con la mía.
—Al parecer sí —sonrío.
—Sé que es un poco traumante para ti, pero te traeré a los mejores doctores y a mi abuela que también sabe de esto y todo saldrá perfecto y... —lo jalo hacia mí.
—Todo lo que tu digas amor, ahora enfoquémonos en tu hermana —asiente y camina hacia el cuarto conmigo aún en los brazos, me deposita en la cama —Por cierto ¿qué harás con lo de tu hermana? Dudo mucho que tengas un plan —me cruzo de brazos.
¿Él me está diciendo gorda?
Junto mis cejas y me levanto de la cama—¿Me estás diciendo que por esta panza que me hace ver obesa no iré contigo?
—No es por eso, es que no eres muy fuerte y al ver a una mujer todos irán contra ti y pensarán cosas repulsivas.
—¿Y crees que no puedo escapar? —Amir tira de su cabello hacia atrás y me agarra de los brazos.
—No es por nada de lo que piensa esa loca cabeza tuya. Yo no soportaría perderte —cae en mi hombro y me rodea con sus brazos.
—Está bien. Si tú dices que aquí estoy segura, desde casa te animaré —meto mis manos por debajo de su camisa y recorro su amplia espalda. Ojos azules se separa de mí y tiro de su camisa hacia arriba, mis manos viajan a su abdomen y él toma mi barbilla demandante, pega sus carnosos y húmedos labios a mi cuello y camina conmigo hasta caer en la cama, abre mis piernas y muerde sus labios, sonríe y se posiciona en ellas, quita los cabellos sueltos en mi rostro y sin previo aviso choca sus labios con los míos en una sincronía perfecta, por mi cuerpo pasa una calentura tremenda y él se levanta sin separarse de mí—¿Por qué te vas? —trato de agarrarlo y Amir coloca mis brazos a mis costados.
—Si no vuelvo, quiero ver una última vez así a mi mujer —lo observo fijamente y él suelta mis manos, alza mi vestido y vuelve a besarme, una de sus manos va a mis pechos y masajea debajo de la camisilla, cierro los ojos disfrutando del tacto y mis caderas comienzan a moverse solas, reparte besos de mi boca a mi oído —tranquila, lobita. Yo sé que tú lo quieres rápido y sin compasión para calmar esas ganas, pero yo lo quiero lento y suave para disfrutar cada vez que te penetro —sonrío traviesa y deslizo una de mis manos dentro de su pantalón, el contacto es de inmediato y agarro su miembro palpitante.
Hoy él es mío.
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