El precio de tu Amor romance Capítulo 12

Escuchando todas las indicaciones de su tutor, junto con varios mensajes que estaba leyendo apresuradamente en su celular, Nat se dio cuenta de que, Jarol había metido la mano hasta el fondo para que ella estuviese en este hospital durante sus pasantías.

“Buenos días, Natali, espero que te haya gustado tu pequeño hogar, y que hoy sea un mejor día que ayer”

Ella soltó el aire negando y sabiendo que por supuesto él se había enterado del día de ayer. «¿Qué ojos la estaban vigilando?», no lo sabía, pero de seguro ese hombre tendría gente para ello.

“Has como si nada, eres una estudiante de medicina, y solo es una coincidencia en que te haya tocado en ese hospital”

Era otro mensaje de White.

—¿Entendido? —la voz de John Garesche, el encargado de su pequeño grupo, preguntó en todas las direcciones y ella levantó la cabeza guardando el teléfono, y no sabiendo de las últimas palabras que había dicho.

Apretó sus labios e intentó hacerse la tonta.

—La jornada termina a la una de la tarde, deben cambiarse, habrá un cubículo para ustedes y deberán obedecer a las autoridades del hospital todo el tiempo. No quiero quejas… y si hay alguna duda, deben preguntármela en privado.

Nat vio como Liam, un compañero, levantó las manos y su tutor le permitió hablar.

—¿Estaremos con usted durante los días que vengamos al hospital?

El hombre negó.

—Hoy se establecerán sus horarios para la entrada al hospital, y también le darán unos cuadros de turnos. Conocerán a varios médicos, tanto de planta como residentes, ellos los guiarán durante todo el lapso de pasantías en estos meses. Algunos días no tendrán que venir, todo depende de cómo se ajusten los horarios a sus clases. Por supuesto, los reportes de sus notas dependerán de su desempeño aquí, y de los análisis que nos den las áreas de trabajo que ustedes desarrollarán… por favor, no olviden que vienen a trabajar y a demostrar si esto es lo que quieren para su vida profesional.

Un calor comenzó a emerger por el cuerpo de Nat al escuchar a su tutor, que, todo el mundo conocía como una lija.

No entendía cómo un hombre como él hubiese dejado modificar sus listas, para que ella estuviera aquí, porque para su sorpresa, ni Lana, ni Peter, habían sido seleccionados a este hospital…

Sin embargo, unas pisadas rápidas y un aliento entre cortado, hizo que todos se dieran vuelta en su grupo.

Allí estaba Peter corriendo hacia ellos.

—¡Señor, Garesche!, por favor discúlpeme… mi auto se accidentó…

El tutor achicó sus ojos y los llevó a la carpeta que tenía en sus manos, haciendo algún garabato.

—Es la última vez, señor Warren…

Nat le sonrió a Peter sintiendo un alivio tremendo al saber que tendría a alguien conocido cerca, y al instante su amigo se puso de su lado mientras todos seguía a la marcha.

El hospital era maravilloso, grande y amplio. El recorrido fue corto, mientras el señor Garesche daba advertencias en vez de consejos. Todo transcurrió a la normalidad hasta que se detuvieron y Nat pudo evidenciar que, desde lo lejos, venían varios médicos hacia ellos.

No fue imposible que su mirada solo se centrara en ese cuerpo esbelto, alto, caminando con tanta seguridad, como solo ese hombre solía hacerlo, parecía ensimismado en su teléfono, pero de un momento a otro, su mirada se alzó y fue a reparar exactamente en ella.

Allí estaba todo de nuevo. Ahora mismo sabía que todo era producto de su plan, ayer por la noche lo pensó por mucho tiempo, y reflexionó. Todo esto que le pasaba cuando se encontraba con Andrew, era solo miedo, un cosquilleo repentino porque todo estaba haciéndolo mal, pues estaba trabajando para su padre, y porque sabía que a pesar de las buenas intensiones de Jarol o de ella, esto iba a dar como resultado un fracaso rotundo.

Aunque tampoco podía negar lo guapo que se veía.

Sin embargo, su pánico aumentó cuando vio que Andrew soltó el teléfono, se lo dio a una mujer a su lado, y en grandes zancadas comenzó a caminar totalmente furioso hacia ella.

«¡Por Dios del cielo!», gritó Nat en su cabeza dando dos pasos para atrás, hasta que se estrelló con Peter. Ese hombre quería asesinarla, y por la forma en como venía hacia ella, sabía que no iba a detenerse.

La humillaría delante de todos.

A Andrew no le importó el grupo, ni sus colegas a sus espaldas, en cuanto llegó al lugar donde estaba Natali, le tomó del brazo duramente y estrelló sus palabras en su cara.

—¿Qué haces aquí? —todos y cada uno de los presentes pudo escucharlo, incluso Nat pudo ver por el rabillo del ojo, como su tutor se puso alerta profundizando su ceño, pero no le dio tiempo de ver nada más cuando escuchó que Peter intervino.

—Oye… —el chico intentó decir, pero su profesor John ya estaba encima de ellos también.

—¿Doctor, White…?, ¿Hay algún problema? —la mirada de Andrew recorrió a Natali para posicionarse en John Garesche.

—Esta chica, no debe estar aquí —respondió sin soltar su brazo con la misma mirada dura. Pero parecía que ambos hombres se conocían.

El tutor miró a Natali con extrañeza para luego volver la mirada en Andrew.

—¿Puedo saber por qué?, ella es mi alumna, y yo mismo la escogí para este hospital por sus excelentes notas. Esta es mi lista, doctor, firmada por la dirección de la universidad, puede revisarla si desea comprobar algún dato.

La fuerza del agarre en su brazo se debilitó, Nat pudo ver que Andrew quedó perplejo ante la información, incluso ella misma estaba perpleja.

«¿Había sido escogida por Garesche, el viejo más frío y rudo de la universidad en medicina?»

—¿Es estudiante de medicina? —la pregunta del cretino la hizo parpadear para ver que su tutor asintió.

Así que Andrew se repuso rápidamente y luego se ajustó la bata, sin mirarla siquiera.

—Debí confundirla con alguien más…

—No se preocupe, doctor White… Estamos listos para que usted y sus colegas repartan a mis estudiantes y comencemos la jornada.

Andrew asintió y luego giró dando la espalda.

—Hay alguien encargado para dirigirlos, esperaré mi grupo en el cubículo, debo ir a ver algunos pacientes que requieren mi atención.

John Garesche asintió, pero Andrew ya estaba en camino dándole la espalda al grupo, mientras Nat trataba de acompasar su respiración.

Se sentía salvada y hundida al mismo tiempo.

—¿Qué le hiciste a ese hombre? —susurró Peter cerca de ella, pero la mirada penetrante de Garesche impidió que ella respondiera.

—Les repito, no quiero problemas con el hospital. Confío en este grupo, y en sus habilidades, no me hagan arrepentirme porque ustedes son mi responsabilidad.

Todos y cada uno bajaron la cabeza aceptando la instrucción de su profesor, mientras Nat reprimía sus ojos, un tanto preocupada sabiendo que esa amenaza había sido más para ella que para ningún otro.

En cuanto vio que Garesche se fue hacia los médicos al frente para hablar con ellos, soltó el aire. Necesitaba pedirle que no la dejara con ese tipo, al menos hasta que ideara un plan mejor para metérsele en la piel a ese engreído de mierda.

—Peter… —ella susurró apretando la palabra y dándole un golpe, pero el chico solo se rio abriendo las cortinas como si estuviese en su casa.

Andrew estaba de pie junto con una enfermera, dos hombres, uno menor que otro y una señora de mediana edad sentada en una camilla.

Todos, y cada uno de ellos los miraba, como si…

«No», pensó Nat. Esperaba que no hubiese escuchado.

—¿Podemos continuar? —preguntó Andrew con su cara de perro rabioso—. ¿O tenemos que seguir escuchando como le queda el traje quirúrgico, pasantes?

Los hombres que acompañaban a la paciente quisieron reír, pero la mirada de ese hombre solo hizo que las mejillas de Natali se encendieran de la vergüenza.

—Estamos listos… —dijo a pesar de su humillación dando un paso hacia delante, odiando a Peter y tomando la tableta que Garesche les dio para anotar todo lo correspondiente.

Por unos largos segundos, Andrew la miró fijo, ella no sabía qué estaba pensando en este momento, pero al siguiente segundo, volvió la mirada en la mujer que estaba sentada en la camilla.

—Ella se llama Rachael… 43 años, hay un tumor en la silla turca…

Natali pasó un trago forzado y en ese momento pudo evidenciar que la mujer tenía el ojo derecho muy inflamado, y casi cerrado, parte de su cara no tenía movilidad, mientras Andrew revisaba sus ojos y oídos con un ORL.

La mujer le sonrió a Natali, mientras ella pudo ver el ceño preocupado en sus acompañantes.

—Ha mejorado con el medicamento, pero, el tumor seguirá creciendo, afectará su vista y parte de la movilidad de la cara… Eso sumado a todo lo que les expliqué anteriormente —Anunció Andrew—. Debemos operar…

Sus acompañantes asintieron, entre tanto Nat aprovechó el momento de anotar todo lo que Andrew les decía, sin parar.

Después de unos minutos todos se despidieron del cubículo dejando a la paciente en el lugar. Andrew y la enfermera caminaron adelante, y Peter y ella detrás siguiendo su paso hasta que, en un punto, el doctor se detuvo, y dijo algo a la enfermera que ella no pudo entender.

La mujer se separó enseguida de su distancia y se giró hacia ellos.

—¿Puede acompañarme? —con una sonrisa la enfermera se dirigió a Peter.

—Claro, ¿A dónde vamos?

—A suturas…

—Bien… —Peter señaló a Nat para que pasara delante de él, pero Andrew le detuvo el paso.

—Ella va conmigo ahora…

Los ojos de ambos se abrieron, pero la enfermera comenzó a caminar rápido sin dejar reaccionar a ninguno de los dos. Natali quería gritar, pedir ayuda, pero aquí y en este momento, ella estaba a merced de este hombre.

Así que vio como Peter se giró de vez en cuando observándola con preocupación, hasta que desapareció del pasillo. Su brazo fue halado y de un momento a otro, se vio metida en otro cubículo.

No pudo hacer otra cosa que retroceder, porque ese hombre literalmente estaba encima de ella, como si fuese a comérsela viva…

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