El precio de tu Amor romance Capítulo 27

Sonrisas…

Calma y agonía…

Euforia, felicidad, y adrenalina…

Y mucho sexo…

Todas estas palabras iban y venían en la mente de Nat cada momento, mientras sus mejillas adolecían sin dejar de sonreír hacia Andrew porque en esto, se habían resumido sus días anteriores.

Estaban bajando por el ascensor de su edificio, ella arreglaba el cuello de la camisa del hombre mientras él recorría sus caderas con intensidad.

—Estás muy guapo… —Andrew tomó sus mejillas y llevó su boca a los labios, si algo debía destacar en Natali era lo extremamente cariñosa que era. Su polo opuesto.

—No más que tú… pero, hay miedo en tus ojos, ¿Qué ocurre?

Las puertas del ascensor se abrieron y los dedos de Andrew se unieron con los de ella para comenzar a caminar a su automóvil.

Aunque era imposible de creer, él tenía toda una semana quedándose en su apartamento junto con una maleta de ropa que usaba para el hospital cada mañana. Sus comidas había sido las peores de toda su vida, pura chatarra y en horas no habituales, pero después desde el primer día en que ambos se conectaron íntimamente, les fue imposible darse un respiro.

Ahora mismo, Andrew tenía un traje negro perfecto, mientras que Nat cargaba un vestido rojo que se ceñía a su silueta. Por la petición de la chica, estaban por asistir al gran cumpleaños de Sofía, y a pesar de que fue ella quien pidió asistir, había un pánico en su pecho solo pensar que vería a Jarol.

No sabía qué iba a pasar, ni como sería presentada por Andrew, eso sumado a que conocería a su madre, su hermana, y su familia entera. Natali estaba aterrada, aunque tuviese una sonrisa ridícula en su rostro porque no podía negar que estaba viviendo la mejor etapa de su vida junto a este hombre que la dejaba exhausta, su cuerpo era un manojo de nervios al no saber qué se iba a encontrar en tal reunión.

—Bueno, no conozco a tu familia —respondió a la pregunta de Andrew—. Y la última vez que vi a un integrante de ella, fue cuando nos encontraron durmiendo en tu sofá… Y tu padre no se veía nada feliz…

Ambos se acomodaron el cinturón de seguridad, y luego la mano de Andrew se deslizó por su muslo desnudo. El vestido fue comprado por él por supuesto, y tenía una abertura exquisita en su pierna izquierda que la hacía ver más alta y estilizada.

Nat no pudo evitar retorcerse de placer, unos minutos atrás habían hecho el amor como unos desesperados, y en este momento deseaba estar con él de nuevo mandando a la mierda esa fulana fiesta.

Llevando su palma hacia la suya, la apretó tanto como pudo para descargar sus nervios.

—No te preocupes por él, mi padre no es quién para juzgarnos —lo escuchó después de unos segundos. Miró hacia delante entre tanto Andrew comenzaba a conducir sin despegar la mano de ella.

—Andrew…

Él se giró con el ceño profundo y la interrumpió.

—Ya no me gusta Andrew en tu boca…

Ambos sonrieron ante la situación.

—Andy… —el hombre asintió y luego posicionó la mirada en la carretera—. Ammm ¿crees que tu madre se enojará por…?

—Nadie debe enojarse, Nat, y si llego a ver que alguien te mira mal, nos vamos de ese lugar de inmediato, ¿de acuerdo? —ella asintió de nuevo—. Además, si no te sientes cómoda, no iremos, y si quieres irte al minuto en que llegamos, lo haremos.

La sonrisa de Natali se amplió mientras tomaba un respiro entre tanta angustia y veía fijamente a la carretera obligándose a no pensar en lo absoluto.

En unos minutos después, ella observó como un gran portón de rejas, se abría en cuanto Andrew se detuvo. Un hombre le dio un asentimiento con la cabeza, pero los ojos de Natali solo se abrieron cuando vio que había un camino en medio de árboles, palmeras y un sinfín de decoración que le abrieron paso a una inmensidad de mansión.

—Es la casa de mis padres… —escuchó a Andrew de forma baja mientras tragaba duro.

Había un montón de autos de lujo aparcados de forma ordenada, y algunas personas alrededor, más que todo hombres de seguridad dirigiendo la llegada.

Andrew estacionó muy cerca de unas camionetas blancas, y luego de apagar el motor, se giró hacia ella.

—¿Lista?

Ella asintió sin palabras y luego recordó que hace unos días, puso el detalle que le había comprado a la madre de Andrew en el asiento trasero. Era una pequeña cajita, que contenía una cadena de oro fina, con las iniciales de sus hijos como colgantes diminutos.

Metió la mano en el bolsillo del sillón y sacó la caja roja que cabía perfectamente en su mano.

—¿Qué es? —preguntó Andrew con interés.

—Un… regalo para tu madre.

De inmediato lo vio sonreír, pero a ella no le causó ninguna gracia.

Prácticamente el depósito de Jarol, fue a parar en ese regalo.

Andrew rodeó el auto y abrió su puerta. Tomó su mano de nuevo y comenzó a caminar en dirección de una puerta que estaba abierta de par en par.

Ella tuvo que contener el aliento. Todo era un lujo en este lugar, pero en cada sitio donde colocaba sus ojos, no podía lograr siquiera ver a un invitado.

—¿Dónde están todos?

—En la parte trasera de la casa…

«¿De la casa?, ¡esto no era una casa!», pensó con frustración.

Y en cuanto pasaron varios espacios, solo pudo ver “esa parte trasera” con absoluto asombro.

«¡Esto era una locura!», pensó Nat. Parecía más bien un campo de golf por lo extenso que era. Recordaba un poco la casa de Andrew, también era lujosa, pero los detalles no estaban guardados en su memoria porque estaba ebria. Y al día siguiente en que se fueron del hospital, ni siquiera tuvo tiempo de reparar en algo.

El sitio contaba con una piscina que se dividía en varias partes, pero que ninguno estaba usando. Todo estaba decorado a la perfección con rosas rojas y manteles de color crema. Había mesas por todo el lugar y un pequeño sitio donde decía “Feliz cumpleaños Sofía”

El número de su cumpleaños no estaba, pero era de saber que una mujer como ella, no lo revelaría fácilmente.

En ese momento, el impacto del ruido, las voces y una música en vivo inundó la cabeza de Nat, y aunque pensaba que todo estaba en su mente, sintió que todas y cada una de las miradas del lugar, estaban justamente en ella en este momento.

—Siento que todos me observan ahora —no pudo evitar decir juntándose a Andrew para tomarlo del brazo.

—No es que lo sientas, es que todos están viéndote… —sus ojos fueron a su vestido recorriéndole entera y luego le asomó una sonrisa para que se tranquilizara—. Pero es inevitable, estás hermosa… Nada va a pasarte, confía en mí.

Nat asintió con una semi sonrisa, Andrew enredó sus dedos en ella y no dieron más de cinco pasos cuando una mujer muy hermosa que tenía los mismos ojos de Andrew, se detuvo frente a ellos.

—¡Cariño!, ¡no puedo creer que estés aquí! —Nat soltó la mano de su compañero cuando la mujer muy maquillada y arreglada tomó a Andrew de las mejillas y lo besó desesperadamente para terminar por abrazarlo—. ¡No te he visto desde hace semanas, Andrew!, ¿Cómo me haces esto?

—Mamá… —ella se despegó despacio y de un tiró posicionó los ojos en Nat achicando sus ojos.

—¿Una estudiante de medicina? ¡Que maravilla! —todos se giraron cuando Sofía intervino—. Bueno Natali, si Andrew te trajo aquí… es porque… eres bienvenida a nuestra familia. Por favor, pasa… puedes tomar lo que quieras y…

Andrew puso un brazo cuando Sofía fue a tomarla del brazo.

Él conocía bien a su madre, si dejaba a Natali con ella la apabullaría, la amenazaría para que desapareciera de su vida, eso sin contar que esculcaría en su vida privada.

Él no era una snob, pero su familia si… y mucho.

A estas alturas, ni siquiera sabía cómo habían aceptado a Ana en su vida, tal vez porque siempre supieron que ella nunca sería parte de él como hombre.

—Natali se queda conmigo, madre, le enseñaré la casa —y antes de que la halara para caminar, ella se resistió.

—Lo siento… yo, tengo un presente para usted… —todos se quedaron viendo como Natali le asomó la caja roja y diminuta, mientras la cara de Sofía era escandalosa.

—Gra… gracias… Natali

La chica formó una sonrisa, y luego entrelazó los dedos con Andrew que rápidamente la sacó de ese círculo pesado.

Jarol y Sofía soltaron el aire cuando vieron que su hijo caminaba con sutileza junto a aquella chica, señalándole las partes de la casa, mientras ella asentía.

—Los gustos de Andrew han mejorado, no puedo negarlo —la pareja se giró hacia Adam que miraba de forma burlesca a su hermano.

—¿Cómo es que no sabía de esto?, ella parece una chica simple…

—Se cansará rápido, no creo que sea nada serio —intervino Jarol tomando los hombros de su esposa, y pidiéndole a Adam con los ojos que se retirara.

—¿Lo crees?, no sé… parecía defenderla de nosotros mismos —la mujer volvió los ojos a su marido.

—Lo creo, confía en mí. Quizás quiera hacerla sentir a gusto por el momento, conozco a mi hijo.

Sofía resopló volviendo la mirada hacia Andrew y Nat, mientras vio como ella le sonrió y su hijo le picoteó la nariz haciendo que soltara la risa naturalmente. Se veían genuinos, y… felices…

—¿Crees que le importe más que a Ana? —preguntó con un nudo en la garganta.

—No menciones a esa perra ingrata en mi presencia… es bueno que Andrew tome otros aires, y ya veremos en un futuro cuando se case con alguien que valga la pena. Hay muchas chicas en nuestro círculo, alguna le llamará la atención, por lo menos hoy está aquí, y…

—Jarol… —Sofía recalcó llamando su atención mientras el hombre frunció el ceño ante la molestia de su mujer—. Deja a mi hijo en paz, espero que no estés detrás de esto, porque yo también te conozco.

—¡Exageras, mujer!

—Mírame… te lo advierto, si algo le pasa a mi hijo por tu causa, te juro que no me vuelves a ver en tu vida.

Sofía se retiró de su lugar des pues de su sentencia, yendo hacia otra mesa de invitados donde llegaron nuevas personas para darles la bienvenida, mientras Jarol metía la mano en sus bolsillos, y sacaba un puro girándolo en sus dedos.

—No me importa nada, no permitiré que mi hijo comparta su vida con una mujer que aceptó dinero por acostarse con él… no lo permitiré…

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