El precio de tu Amor romance Capítulo 40

Justo cuando faltaba un poco para las seis de la mañana, ella decidió levantarse y zarandear a Peter que dormía en una silla dando cabezadas a cada rato.

—Peter… —su amigo dio un salto algo asustado tomando su muñeca—. Es mejor que vayas a cambiarte, debes estar aquí antes de la siete.

El chico asintió, se restregó los ojos y se levantó de la silla.

—¿Qué vas a hacer tú? —ella negó.

—Hay unas duchas, y en el cuarto de vestier hay ropa mía del trabajo…

—¿Quieres que te traiga algo?

—No… trataré de salir unos minutos antes para ir a buscar mi otra ropa de trabajo donde Lana, realmente no necesito alguna cosa —su sonrisa se ensanchó dándole confianza a Peter, haciendo que él asintiera y se despidiera de ella.

En cuanto el pasillo estuvo solo, dio una ojeada nuevamente al lugar de Jarol, caminó tres pasos hacia atrás, y se fue en definitiva al cuarto de cambio.

Si había alguien merodeando esa habitación, le iba a ser imposible entrar a verlo, así que solo debía ser paciente, y esperar una oportunidad.

En el momento en que entró a la ducha, sintió que todo el hielo de su cuerpo caía lentamente hasta sus pies. Fue imposible no volver a llorar, tratando de sacar el dolor que calaba en su pecho, pero era inevitable hacerlo desaparecer.

Salió de la ducha, secó su cabello con una toalla y se puso la ropa de trabajo, para luego comprobar su rostro en un espejo.

Se veía peor que nunca, su maquillaje estaba corrido por toda su cara, y tanto sus ojos como su nariz, estaban rojos como una cereza.

Lavó su rostro restregándolo varias veces y luego cepilló sus cabellos húmedos, y aunque ahora su vida no estuviera teniendo sentido alguno, incluso habiendo lo que ella más amaba en este hospital, debía obligarse en salir a su realidad.

Nat envolvió el vestido con cuidado y se cercioró de la hora para salir.

Iba a volver al pasillo antes de que comenzara su turno, pero antes de que pasara la sala de médicos, fue interrumpida por una voz.

—¿Natali? —ella se giró hacia la voz conocida mientras los ojos del doctor Fred se abrieron con impresión—. Dios mío, ¿qué te ha pasado?

—Doctor, Fred…

—Supe lo del doctor White, es una pena…

Nat asintió tratando de pasar por su lado, pero el impacto del toque en su brazo, le hizo abrir mucho los ojos para mirarlo incrédula.

—Estoy aquí para ayudar, sé que Andrew no quiere visitas, y es evidente que tampoco la tuya… tengo más contactos en el hospital que otros, y si necesitas mi ayuda para saber o algo más… solo déjamelo saber.

Ella quería quitar el toque de su cuerpo, pero esta era una oportunidad que no podía dejar pasar. Así que lentamente y con tacto se deshizo del toque, para luego asistir.

—Gracias, doctor Wilson…

El hombre le sonrió con su amplia boca, y luego soltó su brazo sutilmente.

Natali siguió su camino sabiendo que le quedaban pocos minutos antes de entrar a su turno, y en cuanto llegó al pasillo, Jarol seguía de frente mirando la puerta de Andrew sin apartar la cabeza del lugar.

Así que tomando el aire suficiente caminó directo a él.

De forma rápida obtuvo su mirada sería, aunque algo perdida cuando se puso delante. Ella tuvo que meter sus manos en los bolsillos del uniforme de pasante, porque lo que menos quería mostrarle a ese hombre, era miedo.

—¿Qué pasará ahora? —hizo la pregunta con firmeza, pero no obtuvo una respuesta de su parte y esto hizo que pasara un trago para continuar—. ¿Está satisfecho ahora?

Estuvo segura de que el hombre iba a darle una respuesta, sin embargo, un par de pasos retumbaron en el pasillo y ella pensó de inmediato que el resto de familia estaba entrando a continuación. Pero el rostro pálido del hombre que tenía al frente solo hicieron que su estómago se contrajera y que el hecho de girar para ver de quién se trataba, fuera una necesidad…

Una mujer, con rostro pálido y ondas en su cabello castaño. No era alta, tenía unas botas de cuero y un jean ceñido a su figura. Su rostro era precioso, aunque por el momento le pareció algo frío. Debía tener unos 28 o 29 años, pero lo que más llamó su atención es que un hombre que vino detrás de ella, y la detuvo pegándola a la pared sin ningún ápice de suavidad.

—Con calma… —esa voz fue gruesa y dictatorial. Este desconocido era alto y algo corpulento, pero evidentemente mucho mayor que ella y con un aura demasiado oscura para soportar. El agarre que él tuvo en su rostro le dejaron claro a Natali que era como su pareja, porque en este momento la estaba detallando con mucha posesividad.

Con premura, su pecho se agitó, y se giró hacia el rostro demacrado de Jarol para preguntar.

—¿Quiénes son? ¿Los conoce?, ¿ellos son amigos de Andrew?

El hombre no respondió, Natali pudo detallar una mirada oscura como la de su hijo en su rostro, y justo cuando volvió los ojos hacia la pareja, el hombre tomaba la mano de aquella mujer para seguir caminando.

Sin embargo su camino se detuvo al ver que se giraron de golpe cuando la voz de Andrea resonó por el pasillo.

—¿Anaelise? —su cuerpo sufrió un impacto demasiado vasto al escuchar ese nombre.

El estómago se le revolvió sintiendo demasiadas náuseas y en su visión, sintió como si el pasillo se alargara velozmente. En su estado de conmoción, trastabilló dando dos pasos hacia atrás, pero sintió un agarre en su espalda evitando que ella cayera ante su conmoción.

Miró hacia Jarol solo para ver como la detalló, como si estuviera diciéndole que el peor problema para él, también se había convertido en el de ella.

—Andrea… —la voz de esa mujer salió angustiada—. ¿Qué noticias tienen?

La hermana de Andrew negó desde lejos para luego posicionar su mirada en ella y en Jarol.

—Usted… me dijo por la mañana que…

—Recuerdo lo que te dije, ¿necesitas alguna cosa? —ella afirmó rápido.

—¿Usted puede hacer algo, para que pueda entrar a la habitación de Andrew con usted… como si fuese una revisión de rutina? Ahora que estoy de guardia a su disposición…

La mirada de Fred se puso seria, pero luego asintió haciendo que todo su cuerpo sintiera un alivio tremendo.

—Podemos hacer eso… espérame un momento, y traeré lo necesario para que parezca real…

Natali pasó un trago y luego dio dos pasos hacia atrás pegándose a la pared mientras esperaba.

Iban a ser las once de la mañana, y lo más seguro es que esas personas ya se hubieran ido de allí… esperaba que, sí…

De un momento, Fred volvió a salir de su oficina con la bata puesta y algunas cosas en sus manos. Él le mostró el camino con la mano mientras su pulso se aceleró solo de pensar la reacción de Andrew cuando la viera entrar.

En el momento en que llegaron al pasillo, su corazón se detuvo al ver mucha gente alrededor. No solo estaba su familia, también había gente desconocida allí que conversaban en susurro sin detenerse en su presencia.

Su caminar se hizo muy lento buscando aquella pareja, pero su corazón se detuvo cuando vio ese hombre llamado Xavier, que estaba separado del resto totalmente solo.

Ella soltó el aire cuando los ojos del hombre se encontraron con los de ella, pero su rostro le quito la vista de inmediato.

Anaelise estaba dentro, y era evidente que le habían demorado la entrada más de lo esperado.

Natali se juntó más hacia Fred, ni siquiera sabía si Sofía haría un revuelo cuando la viera entrar junto al médico, y solo rezó porque las cosas no se complicaran ante su fatídica idea.

Fred preguntó a una enfermera cerca, y esta le informó que había un visitante solicitado por el mismo doctor White dentro con él, desde hace más de media hora, pero que, si era necesaria su visita médica, que no tenía problema con que entrara a medir su presión, y revisión básica.

El doctor Wilson le dio las gracias a la enfermera y luego se giró hacia Natali.

—¿Estás lista?

Ella tenía que decir no, todas las miradas, la de Sofía, la de Jarol, incluso la de Andrea con los ojos muy abiertos, le gritaban que no hiciera tal cosa, pero ignorando incluso su propia voz mental, respiró profundo y asintió hacia Fred.

—Lo estoy…

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