Después de haber hablado con su madre, se sentía muy turbada, y con muchos sentimientos luchando por apoderarse de su estado de ánimo así que, no sabía a ciencia cierta como se sentía, no podía comprender esa flaqueza de ánimos, se había jurado no buscarlos nunca más, saber que estaban pasándola tan mal la hacía sentir terrible, ellos no merecían su compasión, pero no podía evitar sentirla.
Poco después llegó un mensaje con los datos bancarios de su madre, y nuevamente palabras de agradecimientos, entró a su cuenta bancaria desde su celular y realizó una rápida transferencia, luego envío un mensaje para notificarle a Lorena que el envío estaba hecho y posiblemente en unas veinticuatro horas tendría disponibilidad del dinero.
Arrojó el celular a un lado en el sofá, mientras se estiró completamente recargando la cabeza, y cerrando los ojos.
—No sé cómo luchar con estás emociones— se dijo en voz alta y sin abrir los ojos— no sé si soy tan fuerte como para mantenerme lejos eternamente sabiendo que la pasan mal, y no sé si soy tan fuerte como para acercarme nuevamente a ellos después de todo lo que viví a su lado. No lo sé. . . — dijo con un largo suspiro.
Su celular comenzó a timbrar, ella abrió los ojos y lo tomó, no reconocía el número, pero no era ruso. . . solo esperaba que su madre mantuviese la promesa, no quería hablar con su padre.
—Hola— dijo serenamente.
—Señora Violeta, soy Jarvis.
—Oh Jarvis, que alegría que me llames— se sentó cómodamente y sonrió, al fin tendría noticias de su querida Olivia— ya tenía días sin saber de ustedes.
—Nada está bien ahora— dijo con esfuerzo.
—¿Estás enfermo?, ¿Qué ocurre?— le preguntó preocupada, sintiendo que una repentina angustia la cubría.
—Bellancinni nos encontró— dijo yendo directo al grano, Violeta sintió como si alguien le hubiese golpeado el abdomen con fuerza arrancándole todo el aliento.
—¿Qué?— sus ojos rápidamente se llenaron de lágrimas, mientras luchaba por respirar.
—Llegó a nuestra casa de noche y nos dispararon.
—¡Santo Dios, Jarvis, no puede ser!— Sollozó poniéndose en pie, mientras se pasaba las temblorosas manos por el cabello—¿Cómo. . . cómo está Olivia?, ¿Tú estás bien?
—Olivia recibió la peor parte— dijo con dolor— sus heridas son graves, yo estoy mejorando pero Olivia está en terapia intensiva, Señora Violeta, ayúdenos, ayúdenos por favor, Olivia puede morir en cualquier momento.
—No, no, eso no va a suceder— dijo en medio de sollozos.
—Ella necesita atención especializada, estamos en una isla que no. . . no tiene buenos recuerdos tecnológicos, ni médicos. . . Olivia está muriendo de a poco.
—No, ya te he dicho que no va a suceder— dijo entre gemidos— ha ocurrido lo que tanto me temía— luchó por respirar— no debes preocuparte, hablaré con Mikhail y nos encargaremos de todo.
—Se los agradezco, yo puedo esperar mi suerte aquí en la isla, pero no dejen morir a Olivia.
—Por supuesto que no, ninguno morirá, nosotros nos haremos cargo de ambos— Jarvis rápidamente le dió su ubicación, el nombre del hospital, y le recomendó asistir con personal médico o al menos en su propio avión, Olivia necesitaba ser trasladada de emergencia y con asistencia médica. Violeta le aseguró que se encargarían de todo, que no debía preocuparse.
—Voy a matar al maldito de Bellancinni.
—No debe ponerlo en sobreaviso, él no sabe que sobrevivimos, estará pensando que morimos desangrados en nuestra casa.
—Tranquilo, todo estará bien
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Después de hablar con Violeta, Jarvis cortó la comunicación y le tendió el teléfono celular a la enfermera, quién lo tomó y le miró con ceño fruncido, era obvio que estaba confundida.
Su celular comenzó a timbrar, sin prestarle atención respondió.
—Bellancinni— dijo sin más.
—¡ERES UN MALDITO DESGRACIADO SIN CORAZÓN!—cerró los ojos y presionó con fuerza la mandíbula ante los gritos de Violeta— ¿COMO PUDISTE?, ¿CÓMO PUDISTE, ESTEBAN?—era obvio que estaba ahogada en llanto, le sorprendió que demorara tanto en enterarse de la muerte del único familiar que amaba— ERES UN INFELIZ,¡NUNCA LA AMASTE, NUNCA!
—Violeta. . . no estoy de ánimos así que deja de joder mi paciencia.
—ME IMPORTA UN CARAJO TU ÁNIMO—lloró— ¿COMO TUVISTE LA SANGRE TAN FRÍA COMO PARA DISPARARLE, PARA ARRANCARLE LA VIDA CUANDO ME HABÍAS JURADO QUE LA ADORABAS?, ¿CÓMO, CÓMO DIABLOS PUDISTE?
—Esa era una deuda que Olivia debía saldar, irse con el desgraciado traidor de Jarvis Fenton, fue el mayor de sus errores.
—¿QUÉ QUERÍAS?, ¿QUE SIGUIERA A TU LADO SOPORTANDO TUS INFIDELIDADES Y MALOS TRATOS, MALDITO ENFERMO?, ¡ ELLA NO MERECÍA ESO, NO LO MERECÍA!— Sollozó la mujer— NUNCA TE PERDONARÉ ÉSTO ESTEBAN, NUNCA, CRUZASTE UN LÍMITE PELIGROSO.
—Despues de quitarle la vida a Olivia, me importa muy poco todo, eres libre de venir por mi cabeza si así lo deseas— y sin más cortó la comunicación, cerró los ojos para ahuyentar las lágrimas que bailaban en ellos—Es un hecho, la llamada de Violeta lo confirma. . . Mi dulce Olivia, está muerta.
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Violeta, observó el celular ahogada en llanto. Desgraciado, ya se ocuparía de él, haría que Mikhail le arrancará la piel, ahora debía asegurar la vida de Olivia. Tomó nuevamente el celular para llamar a Mikhail pero fue interrumpida cuando la puerta se abrió, dando paso a la voz de su amado.
—Me han dicho que estabas aquí, he decidido volver temprano, mi am. . . — Violeta se giró hacia él y corrió desesperadamente hacía sus brazos, cegada por las lágrimas— ¿Qué sucede, Violeta?— preguntó el ruso lleno de un profundo terror al verla en aquel estado, la abrazó con fuerza, sintiendo su pequeño y delgado cuerpo convulsionar entre sus fuertes brazos, la escuchaba gimotear con desconsuelo— ¿Qué sucede, Violeta?, por Dios mujer, háblame— la alejó un poco para mirarle a la cara.
—Los encontró Mikhail, Esteban los encontró.
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