QUERIDO LECTOR, ESTA ES UNA ADVERTENCIA, ÉSTE CAPÍTULO TIENE CONTENIDO SENSIBLE, DE VIOLENCIA, TORTURA Y MALTRATOS TANTO FÍSICOS COMO PSICOLÓGICOS, DE MANERA QUE, SI ERES SENSIBLE A ESTOS TEMAS, TE DESAGRADAN O NO TE GUSTA LEERLOS, TE SUGIERO Y TE PIDO, QUE POR FAVOR LO SALTES Y NO LO LEAS, YA QUE NO SERÁ NADA AGRADABLE.
RECORDEMOS QUE ÉSTA ES UNA HISTORIA DE MAFIAS Y QUE ESTEBAN ES UN PERSONAJE PSICOLÓGICAMENTE PERTURBADO, EMOCIONALMENTE DESEQUILIBRADO, NARCISISTA Y PARA NADA EMPÁTICO.
****************
Esteban caminó en silencio, guiado por Cadáver y un par de hombres más, seguido por Bernardo y Ricardo, quienes no dejaban de intercambiar silenciosas miradas, sabían que aquel hombre no lo había pasado nada bien, y que ahora, que Esteban Bellancinni, llegaba para encontrarse con él, le iría muchísimo peor.
Ojalá y muriese pronto, de esa manera se evitaría mucho dolor.
Entraron a una especie de cuarto que olía muy mal, el hombre ni siquiera había sido movido para hacer sus necesidades fisiológicas, en consecuencia había tenido que hacerlas así, sin más. Tenía la cabeza cubierta por un saco negro, lo cual le impedía tener visión del lugar, estaba atado por las muñecas a unas gruesas cadenas que colgaban del techo, no tenía camisa, su torso estaba al descubierto, mostrando moretones y la piel abierta en uno que otro lugar, estaba descalzo y mojado.
—¿Quién está ahí?— preguntó con voz asustada— No de nuevo, por favor, ya deténganse. ¡DETÉNGANSE!— se movía nerviosamente, y Esteban sonrió, era obvio que estaba muy asustado y tal cómo cadáver había dicho, con el sistema nervioso al borde del quiebre.
—MAURIZIO, MAURIZIO, MAURIZIO— dijo Esteban en tono cantarín.
—¿Quién eres?. . .¿Quién?, ¿Quién está allí?— movía su cabeza de una lado a otro en un inútil intento de obtener algo de visión.
—Te has portado muy mal, Maurizio— le dijo de la misma manera.
—¿Diablo?— preguntó con una mezcla de miedo e incredulidad— ¿Eres tú?. . . ¿Eres. . . tú?
—De carne y hueso— dijo alegre— ya me han contado un par de cosas sobre ti.
—Mátame — suplicó — te ruego que me mates, no me sigan torturando.
—¿No súplicas por tu vida?— dijo asombrado.
—No. . . sé que. . . que no saldré de aquí con vida. . . jamás me perdonarás — Sollozó— mátame de una vez por todas, acaba con mi sufrimiento.
—No he venido para acabar con él, sino para multiplicarlo, para agrandarlo, para hacer que sufras tanto, como jamás llegaste a pensar que sería posible.— Hizo una seña a los hombres, quienes retiraron la bolsa de tela negra de su cabeza, el hombre estaba desorientado, sus ojos se movían sin reconocer el lugar, como ajustándose a la luz, después de tanta oscuridad, su rostro inflamado de tantos golpes, la nariz rota, la ceja abierta, el labio partido, sin lugar a dudas, cadáver realmente se había ocupado del hombre. . . aquello hizo sonreír a Esteban. — ¡Que mal te ves!
—Por favor, mátame, mátame de una vez— decía mientras luchaba por enfocarlo.
—Dime algo, Maurizio. ¿Qué te llevó a traicionarme?
—No quería hacerlo— lloró — no quería hacerlo, la policía me obligó.
—¿Con qué?— quiso saber.
—Con mi familia— lloró.
—Es lo malo de tener puntos débiles — dijo con ironía — la familia casi siempre es un estorbo. ¿Qué te prometieron?
—Yo. . . yo. . .
—¿TÚ?— elevó la voz y las cejas.
—No diré nada— lloró — igual me matarás, no pondré en riesgo a mi familia.
—Tu familia ya está en riesgo, ¡idiota!— dijo riendo— si no los encuentra la policía, los encontraré yo. . .
—Tienes toda la razón, era una perra mi madre, pero a ella, solo la ofendo yo, nadie más— dicho aquello lo golpeó con fuerza en la pierna, se escuchó un sonido estridente, seguido de los dolorosos gritos del hombre. Esteban le había roto la pierna, mientras seguía sonriendo, el cuerpo de Maurizio seguía suspendido por las cadenas, que lo ayudaban a no desplomarse en el suelo.
—Yo. . . les dije desde. . . donde saldría la carga. . .por eso. . .pudieron llegar.
—Eso ya lo sé, pero Cadáver inteligentemente cambió los planes. ¿Tu contacto era con la policía o con el cuerpo especial antidrogas?— Maurizio presionó los labios con fuerza— responde— exigió, y al no tener respuestas la barra se estrelló con menos fuerza contra su costado, haciéndole dar alaridos de dolor— Creo que ahora sí te he roto una costilla— sonrió viendo cómo Maurizio parecía no encontrar oxígeno para llevar a sus pulmones— me obligas a ser malo, Maurizio, y yo solo quería una conversación amigable, quiero saber con quién contactabas. . .
—Es. . .pe. . .cial— dijo sin aire, lloraba, las abundantes lágrimas bajaban por sus mejillas sin control.
—Bien, muy bien pequeño Maurizio, me gusta cuando cantan, ahora. . . dame un nombre, quiero un nombre.
—¡te supli. . . co que. . . me mates!, ¡ por favor!
—Hay cosas peores que estar muertos. ¡Esto me ha dado hambre!— arrojó la barra de metal al piso lo cual generó un estridente sonido— Cadáver.
—Si, señor.
—Envía a alguien que traiga pizza para todos y cerveza fría, necesito comer algo— caminó hasta una silla, que estaba junto a un pequeño escritorio, lejos de Maurizio que no dejaba de llorar y quejarse de dolor.
—Si señor, enseguida.
—Mejor que vaya Bernardo—se giró hacia su hombre— trae variedad, para que pueda satisfacer todos los gustos de los que aquí estamos.
—Si, señor.— Bernardo asintió.
—¿Tú quieres algo de comer, Maurizio?. . . creo que no— el hombre casi ni podía emitir palabras—Bien, apresúrate Bernardo, comeré algo antes de continuar con esto— y mientras Bernardo se fue a toda prisa, Esteban se quedó allí, con la mirada fija en Maurizio, que parecía pronto a desmayarse de dolor en cualquier momento.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ENTRÉGATE