ENTRÉGATE romance Capítulo 39

Mikahil, Violeta y Olivia, acompañaron a Jarvis al aeropuerto para tomar su vuelo con escala a Estados Unidos, Olivia se sentía un poco sensible, pero se negaba rotundamente a echarse a llorar, sólo serían unos días, una breve separación para poder encontrar la paz que necesitaban.

Se aferró a él, diciéndole que todo estaría bien, que se cuidara, que volviera pronto, que iba a estarlo esperando, y que lo amaba sin medidas.

—Voy a extrañarte mucho, Olivia— la miró a los ojos— no habrá minuto que no piense en ti, mi amor. Te llamaré siempre y quizás haya un momento en el que no pueda llamarte, debes conservar la calma— le advirtió — y esperar a que me comunique.

—Entendido—asintió ella— Te amo— volvió a besarlo.

—Yo te amo muchísimo más — respondió a su beso— cuiden de ella — les pedía a Violeta y Mikahil que en ese momento se acercaban a ellos, se habían alejado para darles un momento de intimidad.

—Por supuesto que sí — dijo Violeta.

—No debes preocuparte por eso, tu ocúpate de tu misión. Olivia, estará bien— dijo Mikhail. Por parlante se anunció el vuelo de Jarvis, y la invitación a los pasajeros de dicho vuelo a abordar el avión. Jarvis se despidió de Mikahil con una apretón de manos, de Violeta iba a ser lo mismo, pero ella lo abrazó deseándole bien viaje. Luego volvió a besar a Olivia.

—Cuidate, amor mío.

—Igual tú, avisame en cuánto llegues, sin importar la hora que sea, estaré pendiente de ti.

—Por supuesto, mi amor— la besó de nuevo. Una advertencia de un último llamado, los obligó a separarse, Jarvis se encaminó a la puerta para abordar, jurándose realizar pronto su misión para poder volver junto a su amada Olivia.

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Violeta, al llegar a casa decidió llamar a su madre, necesitaba saber si realmente había asistido al médico.

—¿Violeta?

—Hola, madre. ¿Cómo estás?

—Siempre que te escucho estoy mejor— dijo con alegría— es bueno que me llames.

—Si, lo hago para saber si asististe a la consulta.

—Si, si lo hice.

—¿Y bien?, ¿Qué te dijo?— preguntó ocultando sus nervios.

—El médico no ha quedado muy contento. Me remitió a un especialista, mañana debo ir a verme con él, me realizarán algunos exámenes para asegurarse de lo que tengo.

—¿Pero a dicho de que puede tratarse?— la angustia se apoderó de ella.

—Al parecer, puedo estar padeciendo del corazón, debo esperar los resultados, en cuanto los tenga te los enviaré, debes estar tranquila Violeta.

—Pero. . . ¿El corazón?, puede ser muy grave.

—Estaré bien, no nos apresuremos, esperemos mejor a tener los resultados de los exámenes y ya podremos pensar en distintas opciones, pero por ahora, mantengamos la calma.

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Alonso, estaba cansado, los últimos tres meses habían sido de arduo trabajo y sentía que necesitaba un merecido descanso. Rogaba internamente porque el jefe no se lo negara.

—Alonso— Esteban lo miró con una sonrisa — adelante, pasa.

—Muchas gracias, señor.

—Siéntate— le dijo Esteban, indicándole una silla.

—Gracias— respondió él obedeciendo.

—Bien, y dime, ¿Qué se te ofrece?— quiso saber Esteban.

—Bien, la verdad es que quería pedirle un permiso.

—¿Permiso?— preguntó Esteban frunciendo el ceño.

—Si, hace más de tres meses, que no tomo un día de descanso, quisiera poder hacer unas diligencias personales, descansar un poco, quizás.ir de compras o beber a alguna discoteca

—Me parece justo— sonrió Esteban— te lo mereces, tomate algunos días, hoy es. . . Jueves..Ve descansa un poco y te espero el lunes, eso sí, a primera hora.

—Por supuesto que sí, señor, aquí estaré. Muchas gracias.

—Entonces, soy de piedra — dijo Olivia llevándose un trozo de carne a la boca, furiosa.

—Es algo que deberías manejar con cuidado, mi amor. Con cabeza fría y no por emociones.

—Les digo que ella ha cambiado.

—¿Y el tío también?

—No lo sé, con el no he querido hablar, de él no he querido saber — bajó la mirada a su plato— sé que mi madre se portó muy mal, pero mucha culpa pertenece a mi padre, además, era el quién nos golpeaba y quitaba nuestro dinero.

—Y tu madre lo permitía — dijo Olivia enojada. Mikahil miró a Olivia y luego a Violeta, sin saber qué decir.

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—Si, soy yo— dijo Jarvis secamente.

—Pero. . . me dijeron que estabas Muerto — hizo además de bajar las manos pero Jarvis le gritó.

—Mantén las manos arriba, donde pueda verlas.

—De acuerdo, de acuerdo — dijo él elevando nuevamente sus manos— no sabes cuánto me alegra saber que estás bien.

—¿Seguro?, yo no lo estaría, considerando que trabajas para Bellancinni y Esteban me quiere muerto, y es mejor si sigue pensando que lo estoy.

—Pie supuesto, no le diré nada, lo juro.

—¿Cómo podría confiar en ti?— le preguntó entrecerrado los ojos.

—Por que siempre hemos Sido amigos, porque hemos confiado el uno en el otro, porque por años fuimos pareja de misiones, porque yo no te disparé, porque me alegra que estés con vida, y porque te conozco, si regresaste es porque estás planeando algo grande, y de una vez te digo; es una tontería, no te arriesgues, estás con vida, no te reveles ante Bellancinni, has tu vida lejos y no vuelvas jamás.

—No puedo hacerlo— dijo seriamente — ¿Realmente puedo confiar en ti, Alonso?, ¿ puedo confiar en que no me echarás de cabeza con Bellancinni?, ¿puedo confiar en que no me dispararás?.

—Puedes confiar hermano, te juro por la memoria de mi madre, que puedes confiar.

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