Esposa Obligada Del CEO Paralítico romance Capítulo 26

Cuando Aria despertó al día siguiente un poco adormilada movió su cabeza con suavidad la cual estaba recostada en el pecho de Lucien, haciendo que este sintiera un cosquilleo, pero decidió permanecer quieto y ella al sentir los latidos de un corazón acelerado se levantó un poco sorprendida y abrió los ojos para verlo y de inmediato se sobresaltó al ver que Lucien tenía sangre en su brazo y ella también tenía un poco en su cuerpo.

— ¿Qué te sucedió? — Cuestionó Alarmada tocando su brazo con cuidado.

— Solo es una pequeña herida. — Respondió él mirándola con ternura, él había despertado hace un rato, pero no quiso levantarse para no interrumpir el sueño de ella que parecía estar realmente cansada después de lo que sucedió entre ellos. Además de que le gustaba mucho verla dormir y sentirla tan cerca.

— ¿Cómo es posible? Tú no estabas herido ayer… — Murmuró Aria confundida, antes de recordar que al regresar él parecía estar un poco más calmado y había sentido como un líquido.— ¿Tú te cortaste? — Preguntó mirándolo con los ojos abiertos de par en par y Lucien asintió.

— Solo un poco, necesitaba calmarme para no lastimarte. — Explicó él y Aria sintió como su corazón se calentaba, no podía creer que él aún en ese momento soportando los efectos de esa droga en su cuerpo pensará en su bienestar.

— Gracias. — Susurró Aria bajando la mirada con sus mejillas sonrojadas al recordar las cosas que hicieron anoche.

— De nada. — Dijo él con una sonrisa y la tomó de su mentón para que alzará la cara y lo mirará. — Aunque se que aceptaste hacer esto por las circunstancias, ahora eres oficialmente mi mujer, lo que necesites de mí te lo daré, dime qué quieres y lo tendrás, también te protegeré de todo, solo tienes que quedarte a mi lado y ser buena con Luna como ya lo eres.

Aria se quedó sin palabras al escuchar esto, no sabía que decirle, aún no se sentía totalmente lista para una relación, pero ya había tenido su primera vez con él, además de que estaban casados y cada vez eran más cercanos, ya no había vuelta atrás, lo intentaría, después de todo este hombre frente a ella había despertado su adolorido corazón y ella pensó que no volvería a tener estos sentimientos de nuevo, pero cuando Lucien estaba cerca su corazón latía desesperado.

— Esta bien, aceptó que estemos juntos. — Dijo Aria después de un rato y Lucien beso sus labios con delicadeza, cuando se acostó con ella confirmó que si era virgen como él pensaba y esto lo lleno de mucha más posesividad.

Le encantaba el hecho de que él era el primer hombre, que efectivamente todas las cosas que Noah dijo sobre ella eran una mentira y era tan pura como sus ojos inocentes le decían.

— Luna ya debió despertar, deberíamos bajar. — Susurró Lucien al separarse del beso, no quería dejar de besarla, pero si lo seguía haciendo no podría controlarse y querría hacerle el amor nuevamente y Aria debía estar aún un poco adolorida.

— Si. — Aceptó ella con una pequeña sonrisa y se intentó levantar de la cama envuelta en una sábana y se detuvo frunciendo el ceño al sentir su parte íntima doler.

— ¿Qué sucede? ¿Te duele mucho? Si quieres puedo llamar a una doctora para que te revise. — Ofreció Lucien preocupado de no haber sido lo suficientemente cuidadoso y lastimarla.

Al escuchar la preocupación en su voz Aria negó con la cabeza sonriendo y se levantó finalmente de la cama.

— Estoy bien, solo me duele un poco, pero no es gran cosa, iré a darme una ducha. — Aclaró ella y Lucien asintió aliviado.

— ¿Te sientes mal? — Preguntó Luna frunciendo ligeramente el ceño, observándola con ojos inocentes y confundidos. — Si te duele algo mi papi podría llamar a un doctor.

— Gracias por preocuparte pequeña, pero estoy bien, no me duele nada. — Respondió Aria con sus mejillas ruborizadas por la vergüenza, siempre se sentía cálida con que Luna fuera tan amable y linda, pero hoy era un poco incómodo, porque no podía explicarle lo que pasaba.

— Pero tu cara ahora está roja y parecía que te dolía algo, seguramente estás enferma, si te sientes mal debes decirlo, mi papá siempre dice que hay que ser sincero en cuanto a esto para poder ser curado. — Murmuró Luna sin dejar de mirarla y Aria simplemente no sabía cómo responderle a esto.

— Princesa, ella no necesita un doctor, tienes que creerme, solo necesita un poco más de descanso, no te preocupes. — Intervino Lucien al notar que Aria se había quedado sin palabras y estaba un poco avergonzada.

— Te creo papi. — Aceptó Luna mirando a su padre, si él lo decía ella no seguiría dudando.

Aria miró a Lucien llena de agradecimiento y él le sonrió, lo que aceleró el corazón de ella mucho más.

Esa sonrisa y la intensidad de esa hermosa mirada la llenaban de emoción y aunque aún tenía miedo de salir lastimada, sentía que valía la pena arriesgarse por este hombre y su bella hija, que también se había ganado su corazón con facilidad.

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