— ¿Todo lo que dices es cierto? — Preguntó Maya y Victor asintió. — ¿De verdad tenemos niños? Necesito verlos. — Dijo ella un poco ansiosa, no podía creer haber olvidado algo tan importante como lo eran sus hijos y unos años con el amor de su vida, era demasiado injusto.
Había anhelado mucho estar con Víctor, tener una vida con él, pero aunque la había conseguido, no la podía recordar y eso la estaba atormentando.
Victor rápidamente saco el teléfono de su bolsillo y buscó una foto de los gemelos y se la mostró. En ese instante las lágrimas de Maya empezaron a caer, sus hijos eran tan hermosos y tan parecidos a Víctor, le dolía mucho el hecho de no poder recordarlos, de sentir que le habían arrebatado una parte muy importante de su vida.
— Muñequita cálmate por favor, no llores. — Susurró Victor con su corazón desgarrándose al verla tan triste.
— ¿Cómo pude olvidarme de ellos? ¿Cómo pude olvidarme de lo que pasó entre nosotros? — Cuestionó Maya con su voz llena de dolor.
Quería poder recordarlo todo, cuando ellos habían nacido, cuando dieron sus primeros pasos, cuando pronunciaron su primera palabra, también cuando tuvo su primera cita con Víctor y como el amor se desarrollo entre ellos, pero nada de esto estaba en su memoria, no podía recordar ni una sola de estás cosas y eso la estaba desgarrando.
Al verla así, el psicólogo y el doctor salieron de la habitación y Victor se acercó para abrazarla, con cuidado de no lastimarla.
— Muñequita esto no es tu culpa, además estoy seguro que pronto comenzarás a recordar, solo mantén la calma por favor, los niños y yo te vamos a ayudar con lo que necesites. — Dijo él acariciando su cabello, mientras la rodeaba con su otro brazo.
— Quiero verlos. — Murmuró Maya con voz temblorosa, muriéndose de ganas por ver a sus niños en persona, para ella esto era como conocerlos, ya que no albergaba ningún recuerdo en su memoria de ellos, pero aún así con solo haber visto la foto sentía que los quería.
— Esta bien mi cielo, haré que los traigan aquí, pero tienes que estar calmada y no preocuparte, ellos te van a entender, sus nombres son Marcus y Jake, aunque son idénticos, sus personalidades no son iguales y estoy seguro que al verlos podrás distinguirlos, igual yo te ayudaré con eso, no te preocupes. — Dijo Victor antes de besar su frente y Maya asintió intentando calmarse.
Él la soltó e hizo una llamada para que le trajeran a los niños, él sabía que ellos también estaban ansiosos por ver a su madre y aunque no quería que la vieran tan lastimada, no podía negarle a Maya verlos y tampoco podía seguírselos negando a ellos, que ya estaban muy preocupados.
Victor comenzó a mostrarle otras fotos y a contarle algunas cosas sobre ellos, como eran, lo mucho que se preocupaban por ella, cuánto la amaban, lo que les gustaba y demás, así pasaron el tiempo conversando, ella con su corazón encogido por no poder recordar estás cosas, hasta que finalmente los niños llegaron y entraron ansiosos, pero al mirar a su madre ambos fruncieron el ceño, con sus caritas llenas de preocupación.
— Mami, ¿Cómo estás? ¿Te duele mucho? — Preguntó Marcus acercándose a la cama sin atreverse a abrazarla cuando era lo que más quería, pero tenia miedo a lastimarla, su pequeño corazoncito estaba muy apretado al ver a su mamá con una pierna enyesada y su carita con leves raspones.
Él cargo a Jake y lo sentó al lado de ella con mucho cuidado y luego se dispuso a hacer lo mismo con Marcus, que no parecía contento con esto.
Maya de inmediato movió sus brazos con cuidado para abrazar a ambos y aunque sintió como su cuerpo dolía con este movimiento, simplemente ignoró el dolor porque podía tener a sus hijos cerca.
— Mami es mejor si bajamos, te puedes lastimar. — Murmuró Marcus sin dejar de fruncir el ceño.
— Si mami, no queremos que te lastimes más. — Dijo Jake y Maya les sonrió.
— Estoy bien, solo déjenme abrazarlos un poco más. — Susurró ella sin dejar de sonreír.
Victor miró la escena con una pequeña sonrisa, al verla así con ellos muchas de sus preocupaciones se disiparon, sabía que así ella no pudiera recordar se podría adaptar muy bien a la vida que tenían, porque ya había aceptado a los gemelos totalmente, no parecía tener ningún problema con ser madre.
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