Esposa Obligada Del CEO Paralítico romance Capítulo 36

Cada día que pasaba Aria y Lucien estaban mucho más cercanos, el amor de uno por el otro solo crecía y a pesar de que estaban rodeados de personas que los querían lastimar estaban muy felices con su pequeña, se entendían muy bien, como hechos el uno para el otro.

Estos días habían estado especialmente felices porque el avance de las terapias de Lucien iban cada vez mejor, sus piernas mejoraban cada día y ella también estaba muy contenta con la universidad, todo parecía ser perfecto, lo único que les preocupaba eran los peligros externos, Aria se preocupaba aún por su abuela y Lucien porque uno de sus familiares intentara algo contra Luna y Aria.

También le preocupaba que aún no había podido dar con el paradero de Noah, después de su ataque contra Aria, parecía haber desaparecido.

— Abuelo todo está bien por aquí, que bueno que tú también lo estás. — Dijo Lucien al teléfono sin poder dejar de observar a Aria que se estaba arreglando, le encantaba como le quedaba el vestido que él le había comprado sin que ella lo supiera, solo porque ella se había quedado mirándolo y ahora sabía cuánto le gustaba en realidad porque ella tenía una hermosa sonrisa al verse en el espejo con el vestido, lo que a él lo volvía más loco.

— Bueno, ¿Aún tu esposa no queda embarazada? Quiero a ese nieto pronto, si no tendré que enviar a María de nuevo, ¿Qué está sucediendo con ustedes? ¿Ella no tiene ningún problema verdad? — Preguntó Gerard, seguía ansioso porque Lucien tuviera un hijo y pensó que después de lo que hizo María, tendría algún resultado, pero ya había pasado algo de tiempo y no habían dicho nada sobre un embarazo.

— María no vendrá aquí, todo está bien entre nosotros y ella no tiene ningún problema, el bebé llegará cuando sea el momento correcto, hablamos luego. — Se despidió Lucien antes de colgar la llamada, le molestaba que su abuelo se atreviera a preguntar si Aria tenía algún problema de fertilidad, ya que no creía que esto fuera posible, pero ahora que lo pensaba se daba cuenta de que habían estado teniendo sexo sin cuidarse y era un poco extraño que ella aún no quedará embarazada, pero esto era lo mejor porque si se embarazaba sin que él aún resolviera todo, ella podría estar en mucho más peligro.

Ya no faltaba mucho para que sus planes se efectuaran, pero mientras tanto pensó que tal vez debería comenzar a usar protección.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Aria mirándolo confundida y él se levantó de su silla para dar unos pasos hacia ella y luego envolverla en sus brazos.

— No es nada, solo es mi abuelo apresurándonos para que tengamos un bebé, pero eso no va a suceder, así que tranquila. — Respondió él antes de darle un beso en la mejilla y Aria frunció un poco el ceño.

Antes entendía si él no quería tener un hijo con ella porque no eran una pareja real, pero ahora que si lo eran ella quería ser mamá, aunque no ahora, sí lo quería y que él no lo quisiera era una gran preocupación en su corazón.

— ¿Nunca? ¿No quieres tener un bebé conmigo? — Cuestionó Aria en casi un susurró al mismo tiempo que sus ojos se cristalizaban y al verla así Lucien sintió como su corazón se apretaba.

— ¿De que hablas cielito? Me gustaría tener un bebé contigo si es lo que tú quieres, solo que ahora no es el momento, no llores ¿Si? — La consoló Lucien mirándola con ternura y limpiando una lágrima solitaria con su pulgar.

Él no había considerado el hecho de tener otro bebé antes, pensaba que solo quería tener a Luna y a nadie más, pero viendo a Aria sentía que no estaría mal que ella pudiera quedar embarazada más adelante, estaba totalmente seguro de que se vería muy hermosa con una barriga y que él amaría a ese bebé tanto como a Luna.

Le gustaría tener un fruto del amor que se tienen, tener una mini copia de ella seria increíble.

Aria se quedó mirándolo en silencio por un momento, no se sentía muy convencida de sus palabras, no le gustaba el hecho que él le dijera que tendrían un bebé si ella quería, porque quizás no era lo que él quería y solo estaba accediendo por ella.

Recordaba muy bien que no estaba en los planes de él tener otro bebé, ni siquiera por la herencia.

— Esta bien. — Murmuró ella, intentando permanecer calmada, pero con su mente hecha un caos, no sabía que pensar con respecto a esto, pero tenía algo claro y era que le gustaría tener un bebé con él en algún momento, pero no quería obligar a Lucien a nada.

— Señor hay alguien que quiere pasar, los guardaespaldas se lo impidieron, pero insiste en que es importante, por eso fui a ver que sucedía y creo que debería salir a verla. — Anunció y parecía realmente confundida y al mismo tiempo asustada.

— ¿Quién es? No tengo tiempo para nadie en este momento, tengo algo más importante que hacer, recibiré a esa persona después, pero dile a los guardaespaldas que la alejen de aquí, yo no estoy esperando a nadie. — Espetó Lucien sin darle mayor importancia, pero estaba un poco confundido por el estado en que Priscila se veía, pero lo atribuyó que se debía a que seguía preocupada por su hija y la enfermedad que padecía.

— Señor tiene que verla, esto es realmente importante, por favor salga recibirla. — Insistió Priscilla y Lucien frunció el ceño confundido por su reacción, ella nunca había desafiado una de sus órdenes.

— Priscilla, ¿por qué tanta insistencia? ¿Quién es esta persona? ¿Por qué te ves así? — Interrogó totalmente desconcertado, Priscilla siempre mantenía la calma y por eso la había mantenido como su empleada de confianza por tanto tiempo, por esa razón esto le parecía tan extraño.

Aria y Luna también veían a la mujer sin entender lo que estaba ocurriendo, era la primera vez que la veían en ese estado y no entendían quien podría ser esa persona como para que ella actuará de esa manera.

— Ella… ella es… — Tartamudeo Priscilla, pero antes de decir el nombre de la persona se detuvo al mirar a Aria. — Señor es mejor que me acompañe por favor.

— Priscilla dime de una vez quien es, no pienso ir a ver a nadie sin saber de quién se trata, así que dime su nombre.— Exigió él apretando los dientes, cansado de tantos rodeos.

Priscilla se estremeció, le costaba aceptar demasiado lo que estaba ocurriendo y sobre todo le preocupaba que pudiera armarse un gran problema, pero ahora que su jefe le estaba exigiendo una respuesta no podía retrasarlo más.

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