Felicidad efímera romance Capítulo 41

«No me extraña que sea un bicho raro», María entró corriendo para encontrar su herida que casi tenía costras de tanta sangre derramada. Le untó con gel antiséptico a la herida con ternura.

—Antes estabas bien. ¿Cómo se agravo tanto tu herida?

—Todo fue por culpa de este hombre que no sabía cómo actuar y me confundió con un ladrón, casi me cuesta la vida.

—Creo que esto va a dejar una cicatriz, Señora Landeros...

La forma más fácil de que quedara una cicatriz era que la piel se abriera cuando estaba casi curada.

—No hay problema. No pasa nada. —A Ivonne no le importó mucho. Después de todo, no podía ver su espalda.

Su mirada se posó en Jonathan, que quería entrar, entonces de inmediato le bajó la camisa.

—¡Señor Landeros! —María miró a Jonathan antes de tomar rápido el material médico y salir corriendo, dejando a los dos solos en la habitación una vez más un instante después.

Ivonne se enderezó la camisa y miró hacia afuera, al cielo oscuro como la tinta. «Parece que se avecina una tormenta. Debo volver a casa rápido».

Tomó su bolso y se apresuró a salir.

—¿Te vas a ir, así como así? —preguntó Jonathan cuando pasó a su lado, ella de pronto se paralizó al escuchar sus palabras y lo miró perpleja.

Jonathan sonrió.

—Tu ropa. —Ivonne bajó la mirada hacia su camisa, de forma inicial era blanca, pero la camisa se había manchado de sangre a causa de la grave herida, sin embargo, ella no tenía un juego fresco en la Residencia Landeros.

«Huele bien, como... No, no es posible. Tiene fobia a los gérmenes». Ivonne se durmió entre sus pensamientos antes de ser despertada por punzadas de hambre en mitad de la noche.

Se tumbó en la cama, escuchó el ruido de su barriga y se la tocó con cuidado. «Me lo merezco por no comer más antes». Era una sensación horrible, después de debatir consigo misma durante varios segundos, Ivonne al final cedió a su hambre.

Miró la hora. Los sirvientes de la mansión ya estaban durmiendo, bajó las escaleras, en sus dormitorios, Ivonne estaba muy familiarizada con todo, ya que, durante los últimos tres años, casi había tocado todos los rincones de la mansión.

Encontró pasta en un rincón de la cocina, tomates cherry y varios huevos en la nevera, Ivonne reunió los ingredientes y se dispuso a prepararse una pasta.

De repente, el teléfono del salón empezó a sonar, resultaba inquietante escuchar el teléfono sonar incesante en mitad de la noche. Ivonne dejó caer los ingredientes y corrió a contestar el teléfono.

—Hola, ¿podría molestarle para localizar a Jonathan? Lo estoy buscando urgente. —La mujer sonaba como si estuviera sollozando, entonces Ivonne sintió que se le ponía la piel de gallina al escuchar la voz, pues la reconoció enseguida como la de Ximena.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Felicidad efímera