Felicidad efímera romance Capítulo 49

Ximena se sintió feliz al escuchar esto, pero aun así fingió preocupación.

—José, ¿le causé algún problema a Jonathan?

A José le empezó a doler la cabeza al ver la mirada falsa en el rostro de la joven. Quería decirle que desistiera de lo que estaba haciendo, pues sabía que era una alborotadora, pero no estaba en posición de expresar ese señalamiento.

—El Señor Landeros se encargará de esto, no se preocupe.

Ximena respiró aliviada, ya que no quería tratar más, con esa difícil mujer. Cuando estaba a punto de terminar la jornada laboral, se fue a la oficina de Jonathan y comprendió que aún estaba en un dilema por la situación con Renata.

Ella no se quedó más tiempo porque tenía miedo de que Jonathan pudiera pedirle que fuera la intérprete. Si la cuidadora no hubiera llegado a tiempo, todos sabrían que ella no podía hablar Astoriano. Después de decirle a Jonathan que tenía que cuidar a su madre, Ximena se fue a prisa.

—Señor Landeros, ahora que la Señorita Garduño se fue, ¿tendremos que llevar a la Señorita Landeros para que se encargue de la traducción? También usted necesita llevar a una acompañante al banquete —le sugirió José, ya que no podía esperar a que Ximena se fuera.

Mientras tanto, Ivonne recibió una llamada de José, cuando estaba recogiendo sus cosas. Casi colapsa cuando se enteró de que tendría que trabajar horas extra. Ella se resignó a su destino y accedió porque pensó que asistiría al evento con José.

Sin embargo, cuando vio a Jonathan parado frente al ascensor, compendió que José la había engañado. Los ojos de este último saltaban de un lado a otro.

—Señorita Ivonne, ¿está lista?

Ella se negaba a entrar al ascensor. «¿Será posible que pueda negarme?».

Sin embargo, Jonathan permaneció indiferente y la ignoró, era como si ella no existiera. En respuesta, Ivonne se aferró a su bolso y le dio la espalda. José se sintió atrapado entre la espada y la pared, cuando un silencio sepulcral se produjo.

Después de salir del ascensor, Ivonne le dijo a José:

—Pediré un taxi y llegaré al banquete ya que sé en donde es.

Como el banquete comenzaría a las ocho de la noche, aún tenía tiempo para cenar, antes de asistir al lugar. Lo que ella no quería, era estar con Jonathan.

—¿Tú qué crees? —se burló con indiferencia el hombre, a pesar de que su corazón comenzó a latir a prisa, cuando Ivonne lo miró de cerca.

—Solo Dios sabe si estás caliente o…

Cuando ella estaba a punto de hacerlo a un lado, el hombre extendió su largo brazo y con rapidez le puso el cinturón de seguridad.

—¡No estoy ciego! —dijo él.

—¡Cómo te atreves! —De inmediato, Ivonne recuperó la compostura—. ¡Tienes razón, apuesto a que solo te gusta alguien como Ximena!

Después de ver el rostro de suficiencia de ella, él encendió el motor del auto y condujo hacia la boutique de moda. Media hora después, ellos llegaron a la mansión de estilo gótico.

Aunque Ivonne nació y creció en Colinas del Valle, nunca había visitado el lugar o visto esa clase de edificio antes.

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