—¿Estás enferma? ¿Qué te apetece? Te cocinaré, ¿sí? No hagas berrinches. Los bebés te escucharán a pesar de lo pequeños que son ahora. Decidirán no acercarse a ti la próxima vez.
Wendy recordó sus fuertes náuseas matutinas del pasado y supuso que a Ivonne le pasaba lo mismo. De ahí que sus cambios de humor se vieran afectados. Sabiendo que su hija no tenía experiencia en partos, Wendy estaba dispuesta a pasar por el proceso con ella y hacerla sentir mejor.
—No, mamá. Lo digo literalmente. No quiero los gemelos. No puedo permitirme criarlos, considerando mi situación económica actual.
No tenía náuseas matutinas. De ser así, habría descubierto su embarazo mucho antes. Wendy no entendía por qué lo decía. Pensó que a Ivonne le preocupaba no tener ayuda para cuidar a los bebés.
—¡No te preocupes! Puedo ayudarte cuando los niños sean un poco mayores. Como tú, Ivonne, yo estaba asustada y perdida cuando me quedé embarazada. ¡Pero me tienes a mí! Cuando me recupere, te prepararé una sopa nutritiva y me aseguraré de que tú y mis dos nietos reciban los mejores cuidados que merecen. No digas más esas palabras negativas, ¿sí? No me siento bien escuchándolas y ni hablar de Jonny. ¿De acuerdo? Sé buena.
Cuanto más complacida estaba Wendy con Jonathan, más ansiosa se ponía Ivonne.
«Dudo que pueda soportar si le cuento lo del divorcio ahora».
Wendy estaba eufórica cuando colgó el teléfono. En ese momento, sintió que su enfermedad había mejorado mucho. Al principio pensó que no viviría para ver el día en que Ivonne se casara y tuviera hijos. Por eso estaba muy agradecida por las bendiciones.
«Debo ir al templo a rezar cuando me recupere».
—¿Por qué te alegras tanto cuando tu hija concibió un hijo fuera del matrimonio? —comentó una mujer que Wendy se había encontrado al azar cuando salió de la sala a tomar el aire.
Ximena había contratado a aquella mujer para alterar a Wendy con el fin de que su estado de salud se deteriorara aún más. Resultó que Wendy no parecía afectada por la noticia. Al contrario, estaba encantada.
«¡Nunca había conocido a una persona tan ridícula!».
—¿A quién críticas? —Wendy enfureció al escuchar a una mujer común hablar mal de su hija.
«¿Cómo se atreve a hablar mal de mis futuros nietos?».
—¿A quién más? ¡Tu hija es una desgracia por quedarse embarazada antes del matrimonio y a una edad tan temprana! ¡Qué vergüenza! —dijo la mujer con voz quebradiza, como si quisiera que todo el mundo la escuchara.
—¿Qué? ¿Ivonne está casada? —La noticia llegó como un rayo de la nada.
«¿Cómo es posible? ¿Cómo es que nadie sabe de su matrimonio?».
—¿Segura de que no escuchaste mal?
—Por completo. Lo escuché directo de boca de esa mujer, la Señora Garduño.
Tras colgar, Ximena pidió que alguien investigara más a fondo, solo para darse cuenta de que el registro indicaba con claridad el estado civil de Ivonne. Sin embargo, la columna de su cónyuge estaba en blanco.
«¿Puede que sea amante de algún adinerado?».
Ximena entró en pánico. Quería utilizar a Wendy para obligar a Ivonne a abortar. Por desgracia, las cosas no salieron como planeaba. Wendy apoyaba mucho el embarazo de Ivonne y quería que se quedara con los gemelos.
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