Era el matrimonio que el patriarca de los Pinto había arreglado para su hija con la familia Lemos, un golpe de suerte que la familia Pinto no habría ni soñado en varias generaciones, ¿y en ese momento iba a caer en las manos de Amara? ¡Esa fortuna solo podía ser para Gisela!
Ramona, agarrando el brazo de Amara, dijo con firmeza: "Si te quieres ir, puedes hacerlo, pero primero escribe una carta renunciando a tu relación de hija con nosotros, declarar que no tienes nada que ver con la familia Pinto, que el matrimonio es de Gisi, que fue arreglado por el abuelo para Gisi, y que no tiene nada que ver contigo".
Pero Gisela, con voz dulce, intervino: "Hermana, nuestros padres te han criado durante dieciocho años, si no tienen mérito, al menos reconocerás su esfuerzo. No los hagas enojar, ¿sí? Si estás molesta, descárgate conmigo, pero no hagas que mamá se enoje, por favor. Ella está delicada de salud y me preocupa mucho su salud".
Ramona la miró con cariño, cada vez más encantada con ella: "Gisi, siempre eres la más considerada, no como ciertas personas, unas ingratas que no reconocen lo que se les dio".
Continuó: "Efrén, no pierdas el tiempo hablando con ella. Desde que Gisi regresó, hace medio mes, nuestro negocio ha estado yendo en popa, ¿no acabas de cerrar dos grandes acuerdos hace un par de días? ¡Eso es todo gracias a la buena suerte que trae nuestra preciada hija!".
Amara soltó una risita sarcástica, ¿realmente esos dos grandes acuerdos habían sido por la buena suerte de Gisela?
Sacó su celular y envió un mensaje.
Gisela, sonrojada, dijo: "Mamá, eso es gracias a ti y a papá, por su buen ojo para los negocios y sus acertadas inversiones".
Ramona sonrió ampliamente: "Gisi, no seas modesta, eres una chica con mucha suerte".
Efrén, pensativo, dijo: "Amy, nosotros también te hemos tratado bien. El matrimonio nunca fue tuyo, Gisi es nuestra hija biológica, y al final, ella es quien debe casarse con la familia Lemos".
Amara lo miró con desdén y dijo pausadamente: "¿Estás seguro de que esos dos acuerdos son gracias a Gisela?".
Ramona rugió descontenta: "¿Si no es ella, entonces eres tú?".
Amara, con los brazos cruzados, disfrutaba del espectáculo, observando con interés el bochornoso momento de esas personas.
"Sr. Pinto, Sra. Pinto, entonces esperemos y veamos quién realmente trae la suerte a su familia", Amara se dio media vuelta con arrogancia y se marchó con paso firme.
El celular de Efrén volvió a sonar: "Sr. Pinto, ¡hay más problemas! Nuestra colaboración con una empresa no vence hasta el próximo mes, ¡y están dispuestos a pagar la penalización por romper el contrato ahora mismo!".
Al escuchar aquello, Ramona se descompuso, furiosa, gritó: "¡Voy a buscar a Amara ahora mismo y le preguntaré a esa maldita zorra qué demonios ha hecho!".
Pero, cuando llegó a la puerta principal, lo que vio la dejó petrificada.
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