Dejo salir a mi inquieto lobo el cual me tenía con jaqueca por no haberlo dejado salir hace más de una semana por problemas que todavía no resuelvo con la empresa familiar.
—Te dejo todo el control Bruno, —murmuro por el enlace para luego sentir como todos mis huesos empiezan a romperse y colocarse de otra manera menos humana.
Cuando estoy en cuatros patas Bruno suelta un feroz aullido de felicidad para comenzar a correr por el extenso bosque que tiene mi territorio.
(...)
Una hora después ya Bruno está agotado de tanto correr, saltar en charcos, revolcarse en las hojas, barro y cazar. Para luego terminar desplomándose cerca de una pequeña laguna que está a unos kilómetros del límite de mi manada y territorio de nadie.
Estiro mi cabeza lobuna y bebo un poco del agua cristalina de la laguna, respiro profundo pero rápido arrugo mi nariz porque un olor a podrido invade todo mi sentido del olfato y esto solo me avisa de que hay vampiros muy cerca.
Me levanto y comienzo a buscar a los dueños del asqueroso olor, agudizó todos mis sentidos, más el auditivo para escuchar todo lo que se pueda mover a mi alrededor para estar prevenido de cualquier ataque.
—Por... favor... no la lastimen, —escucho que ruega una voz de mujer y camino más rápido hasta ver la atroz escena frente a mí.
Su acompañante aprovecho que estaba decapitando a su amigo para escapar «Maldito cobarde» pienso para luego mirar a la pequeña la cual esta como dormida «Pobre niña» me acerco a ella y sintiendo un olor a manzana, chocolate y fresas emanar desde ella.
Es un olor tan adictivo que no me doy cuenta de cuando ya estoy en mi forma humana con la niña entre mis brazos susurrando en conjunto a mi lobo:
—Mate...
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